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Cuando Benjamin no figuraba

Típico libro de la tradición clásica de la edición francesa, el diseño gráfico es bien sobrio, igual que la contratapa.

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L’amitié (La amistad), de Maurice Blanchot, fue publicado en Francia por Gallimard en 1971. Bajo ese título reúne una serie de reseñas, artículos, críticas literarias y recensiones sobre diversos libros y autores, más unas breves pero impecables páginas finales escritas para la ocasión, acerca del concepto mismo de amistad (“La amistad, esa relación sin dependencia, sin episodio (…) pasa por el reconocimiento de la extrañeza común que no nos permite hablar de nuestros amigos, sino solamente hablarles, no hacer un tema de conversación –o de artículos– sino un movimiento de entendimiento, en el cual, hablándonos, nos reservamos, incluso en la familiaridad, la distancia infinita”). Típico libro de la tradición clásica de la edición francesa, el diseño gráfico es bien sobrio, igual que la contratapa. No obstante, allí se menciona una serie de nombres propios que permiten orientar al lector sobre aquello que se encontrará en el texto. El primer nombre es George Bataille, autor que cruza el libro de un extremo al otro, incluso en los artículos que no tratan, a priori, sobre su obra. Luego aparecen Georges Duthuit, Lévi-Strauss, Henri Lefebre, Dionys Mascolo, Marx, Trotski. Más adelante, Louis-René des Fôrets, Klossowski, Roger Laporte, Marguerite Duras, Michel Leiris, Robert Antelme, André Gorz. Finalmente, Jean Paulhan, Camus, Edmond Jabès, Levinas, Buber, Kafka y René Char. En total, 21 autores. No son pocos. Es curioso, pero no se menciona a Walter Benjamin, siendo que el libro incluye un artículo a propósito de la aparición, en 1959, de unas Oeuvres choisies de Benjamin, en las ediciones Denöel, traducidas por Maurice de Candillac. Blanchot se detiene especialmente en la teoría de la traducción de Benjamin, reconociendo la deuda con el mesianismo que caracteriza a Benjamin (“De allí proviene un mesianismo propio a cada traductor, del hecho de que cada traductor trabaja en extender las lenguas en dirección de esa lengua última”).

Me pregunto por qué la contratapa no menciona a Benjamin. Quizás porque no es francés, teniendo en cuenta que abundan los autores de esa nacionalidad. Pero no parece una respuesta satisfactoria: Marx era alemán, Trotski ruso. Kafka tampoco era francés. Tal vez porque no es un autor contemporáneo a Blanchot, siendo que también abundan los autores contemporáneos. Pero tampoco es una respuesta satisfactoria: los propios Marx y Trotski, además de Kafka, no cumplen ese requisito. ¿Entonces? La respuesta es más simple: porque en ese 1960 en el que Blanchot escribió la reseña sobre Benjamin, y en ese 1971 en el que se publicó el libro, Benjamin no ocupaba el lugar en el mercado editorial (y en el mercado tout court) que ocupa desde hace al menos 25 años. Siendo yo ya un veterano, tengo entre mis manos la primera edición, la de 1971. ¿Habrá modificado luego la contratapa Gallimard? Interesado en saberlo, llamé por teléfono a mi amiga Z.R., quien me dijo que tenía una temprana reedición de 1973, idéntica a mi ejemplar, pero que podría averiguarlo. A la tarde me devolvió la llamada: en una librería del centro de París encontró una edición de 2015 con exactamente la misma contratapa. Debo decir que me gustó el gesto de Gallimard: una contratapa es también un testimonio de lo que una editorial piensa en un momento dado, más allá de los cambios en el mercado.