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De la tragedia a la farsa

Principales dirigentes del Movimiento La Cámpora. Recalde. Larroque, Kirchner, De Pedro.
Principales dirigentes del Movimiento La Cámpora. Recalde. Larroque, Kirchner, De Pedro. | CEDOC

En el escenario político argentino se destaca, desde principios de siglo, una fuerza política que terminó apropiándose del PJ pese a que en sus inicios buscaba diferenciarse del mismo lanzando gruesos epítetos respecto del peronismo y su marcha. Epítetos que el kirchnerismo usaba para fortalecer su estrategia de mostrarse afín con los valores y objetivos de otro movimiento de los años 70, los Montoneros; organización guerrillera que se levantara en armas contra un gobierno constitucional encabezado por el mismo Perón, con el objetivo de instaurar “la patria socialista”. Ataques al peronismo que parecían también una revancha por la expulsión que Perón hiciera de los “montos” (por “estúpidos” e “imberbes”).

Y en sintonía con esa identificación “revolucionaria” se crea en el 2006 “La Cámpora”, organización que ocupa un lugar cada vez más predominante en la toma de decisiones políticas en el Frente de Todos, con “jóvenes” como Máximo Kirchner, Wado de Pedro o el Cuervo Larroque, quienes lideran las estrategias de supervivencia del kirchnerismo (los que ahora convocaron a un plenario para el 11/03, rememorando el triunfo del “tío” en 1973 con la misma consigna del Frejuli: “luche y vuelve”.  

El remedo de aquella tragedia que en los 70 se presentara como una epopeya “liberadora” nos recuerda a Marx cuando escribía en El 18 Brumario: “Hegel dice en alguna parte que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal se producen, como si dijéramos, dos veces. Pero se olvidó de agregar: una vez como tragedia y otra vez como farsa”.

Farsa que ha gobernado el país desde 2003 (excepto entre 2015 y 2019) y que aún hoy busca arreglos para renovar su mandato; conservando una base electoral importante, con apoyo tanto de desocupados pobres y de bajos niveles educativos, como de personas de diferentes edades y niveles sociales y culturales.

Es cierto que este movimiento nace después de la crisis del 2001 cuando la sociedad pedía que se vayan todos; y que se fortalece con un resurgimiento económico que duró lo que el contexto internacional lo facilitara. Pero estos antecedentes no alcanzan para entender el éxito de esta farsa frente a una realidad que se destaca por: estancamiento económico, incremento de la pobreza y la indigencia, falta de empleo, informalidad, pésimos resultados educativos, el avance del narcotráfico como una causa más de la inseguridad creciente, y una inflación que afecta fuertemente el precio de los productos básicos.

Un argumento usado para dar cuenta de ese éxito difícil de explicar señala la construcción de un relato que pone la culpa de nuestros males en el maldito capitalismo y en las oligarquías, tanto vacuna como sojera; enfatizando que, de no estar el kirchnerismo en el poder, las cosas estarían peor. Habilidad que consistiría en esconder ineficiencias y corrupción bajo el dogma de que todo es parte del combate que se está dando contra “los enemigos del pueblo”. Combates que han obligado a muchos capitalistas a cerrar sus empresas, liberando así a miles de obreros que, aun cuando pasen hambre, dejaron de ser “explotados” y de estar “alienados”. Y en cuanto a las oligarquías, se las combate con fuertes retenciones, además de pagar sus insumos a un dólar de mercado mientras cobran sus exportaciones en un dólar reducido; lo que ha obligado a muchos de sus representantes a mudar sus producciones a Uruguay, Paraguay u otros mercados, más permisivos a sus “abusos”.

Farsa que ha hecho que países de la región, antes más subdesarrollados que el nuestro, presenten hoy logros socioeconómicos mejores que los de nuestro país. Relato que, pese a su inviabilidad, cuenta con buena recepción dados los componentes infantiles de una cultura política que está borrosamente presente en el inconsciente de millones de argentinos, (incluso no kirchneristas), dificultando así los cambios estructurales que necesita nuestro país.

* Sociólogo.