COLUMNISTAS
REPORTAJE a Ernesto Sanz

“Decidimos dar una alternativa competitiva, confiable y de futuro“

El senador radical analizó los resultados de la convención de Gualeguaychú, que posibilitó el pacto de la UCR con el PRO de Mauricio Macri. Anticipó cómo será la estrategia electoral en el país. Críticas al Gobierno por la “herencia cultural perniciosa, que es la impunidad”. Y mensajes de bienvenida para la Coalición Cívica.

Caso Nisman. “La muerte del fiscal Nisman es una bisagra institucional, porque a partir de ahí Argentina comienza a reconocer un camino que puede sólo resolver el próximo gobierno generando nuevamente
| Marcelo F. Aballay

El senador Ernesto Sanz ha sido el artífice del pacto electoral con Mauricio Macri que, horas atrás, fue el resultado de la Convención Nacional de la UCR en Gualeguaychú, que (sin duda) debe haber insumido horas de tensión y astucia.
 Sin embargo, Sanz no parece demasiado cansado. Resplandece de satisfacción y llega puntualmente (acompañado por su equipo) a la cita con PERFIL.

—Me imagino que estará contento y satisfecho… –aventuramos frente a estos resultados.
—Bueno, en primer término, siento una enorme tranquilidad espiritual pero también una carga de responsabilidad muy fuerte, porque esto no es algo que haya culminado el sábado pasado. Muy por el contrario: comienza ese día. El sábado, en Gualeguaychú, el radicalismo tomó una decisión que lo involucra internamente pero, sobre todo, que lo obliga hacia fuera del partido. ¿Cuál es, entonces, la carga de responsabilidad que tengo? Esto obliga al radicalismo a que la esperanza que se ha generado (a partir de nuestra decisión) en miles y miles de argentinos se materialice en la esperanza de construir una opción de cambio, una alternativa de cambio que, efectivamente, se concrete.
—¿Qué significa esto de que “se concrete”?
—Mire, es muy claro: que podamos avanzar y podamos hacerlo sobre la base de un programa básico común. Fíjese que, en estos días, hay justamente algunos chisporroteos cuando comienzan a preguntarse sobre algunas cuestiones de gestión que, si bien son importantes, resultan secundarias frente al gran programa que tenemos con el PRO y la Coalición Cívica.
—Sin embargo, habrá podido observar que, en medios tan diferentes como “El País” de Madrid, Infobae o “El Litoral” de Paraná, aparecen palabras como “derecha” e “izquierda” frente a esta nueva alianza, de la cual también se habla (según el diario “La Nación”) como capaz de lograr el 35% de los votos… ¿Coincide con las previsiones de ustedes?
—Yo creo que, de arranque, ¡sí! Desde el piso, si uno hace la sumatoria matemática estamos en eso, sumando lo que medimos Macri, nosotros y Carrió. Con lo cual no es un número caprichoso. Es un número que indica ya la existencia de un ballottage, una segunda vuelta que, si las cosas siguen funcionando de esta manera, con tanto entusiasmo por parte de la sociedad, podría también llevar a un triunfo en primera vuelta. Pero, claro, son todas elucubraciones políticas… –se sonríe Sanz–. No quiero entrar en esto porque sería hacer mucha especulación. Sin embargo, lo cierto es que hoy hemos generado una enorme expectativa favorable.
—Bueno, pero la gente también se pregunta: ¿cuándo se va a reunir con Macri?
 Sanz se toma un ligero tiempo y contesta:
—Vamos a ir viendo de a poco, porque son muchas las cosas que tenemos que hacer. Lo primero es cerrar un acuerdo general de todo el país. Luego, ver todos los distritos argentinos que tienen particularidades distintas, porque hay algo que la gente no conoce pero que es bueno que se sepa. El kirchnerismo ha logrado anarquizar el sistema electoral en la Argentina. Todas las provincias argentinas tienen elecciones en tiempos diferentes, con regímenes políticos diferentes. En algunas hay Ley de Lemas, en otras hay PASO. En otras, ¡ni siquiera alguna de las dos! Hay sistemas de internas anteriores. Entonces, todo eso hay que compatibilizarlo en una gran estrategia electoral pero, de hecho, el contacto personal (tanto con Macri como con Carrió) lo tengo prácticamente a diario.
—Y volviendo sobre lo que mencionábamos recién, están circulando mucho palabras como “derecha” e “izquierda”.
 Sanz contesta enérgicamente:
—Yo no voy a caer en esa discusión de categorías ideológicas porque me parece que quien observa el tema de la Argentina desde ese lugar se equivoca. La Argentina no tiene un problema de “izquierdas” o “derechas”. La Argentina tiene un problema de “populismo autoritario” versus ¡“república democrática”! Por lo tanto, convocar a las fuerzas que realmente desde valores republicanos quieran reconstituir esa república democrática nos aleja de esa división de “izquierdas y derechas”. Hay gente de izquierda y gente de derecha que hoy reconoce que la emergencia en la Argentina es reconstituir un sistema de valores, el equilibrio del sistema político, y darle alternancia a ese sistema.
—Además, insistimos, hay que terminar con esto de que “¡el que no piensa como yo es mi enemigo!”. Esta, lamentablemente, ha sido una característica kirchnerista.
—Sí. Y entre otras cosas, es darse cuenta de que los problemas que va a dejar el kirchnerismo tienen que ver con la economía, la seguridad, la educación, la salud… pero, aun mucho más, con una cuestión cultural. Le explico: el kirchnerismo va a entregar una herencia cultural perniciosa, que es la de la impunidad. Una herencia cultural negativa, que es la pérdida de la cultura del trabajo, y la de la “anomia”, es decir, de la inexistencia de la ley. Por lo tanto, más que pensar en categorías de izquierda o derecha se debe pensar en cómo se unifican posiciones para combatir esas tres culturas que son decadentes, degradantes y muy mediocres.
—Además se ha producido, con la muerte de un fiscal de la Nación, una situación muy atemorizante. Es decir que quien levanta una acusación o (reiteramos) el que piensa distinto puede correr el riesgo de perder la vida.
—Bueno, la muerte del fiscal Nisman no es un hecho más. Es una bisagra institucional porque, a partir de ahí, Argentina comienza a recorrer un camino que sólo puede resolver el próximo gobierno generando nuevamente credibilidad, confianza en las instituciones y en la Justicia en medio de un clima de paz y tranquilidad. Hoy tenemos servicios de inteligencia que espían a quienes piensan distinto. Tenemos (repito) un fiscal muerto. No sabemos quién lo mató o si se suicidó. Tenemos la denuncia que había hecho ese fiscal y que está en la Justicia todavía sin resolver si se avanza o no se avanza en el tema. Tenemos denuncias que vienen desde afuera. En el caso de Irán, diciendo que el Memorándum escondía un acuerdo de cuestiones nucleares con Irán. Tenemos una Justicia estadounidense que está investigando la ruta del dinero corrupto de esta década… Por lo tanto, en el escenario hay un menú de tanto desafío institucional que, insisto una vez más: éste no es un problema de izquierdas o derechas. Es un problema de república decente, democrática, versus un populismo corrupto y autoritario.
—Hasta hemos llegado a tener embajadas paralelas como en Venezuela, si no me equivoco.
—Sí, y esto lleva de la mano a concluir, al final del mandato del kirchnerismo, un relacionamiento con el mundo que ha sido equivocado. ¿Con quién hemos terminado asociados como amigos y, al mismo tiempo, abochornados ante el mundo? ¡Con Venezuela e Irán! Y me refiero a la denuncia de ex funcionarios chavistas que, desde el exilio, están denunciando que había una triangulación entre Venezuela, Irán y Argentina que involucraba negocios de energía, agropecuarios, conocimientos nucleares y mucho dinero de corrupción. Ahí apareció la valija de Antonini Wilson en el medio y muchas otras cosas. En los últimos años, éste ha sido el eje del vínculo internacional de la Argentina. Dejamos de estar vinculados con los países más desarrollados de Occidente y llegamos a la foto trágica (una semana antes de la muerte de Nisman), donde, en Francia, se hace una gigantesca manifestación de 4 millones de personas por el atentado contra Charlie Hebdo y vemos al canciller Timerman supuestamente marchando en soledad pero no como canciller, porque no tenía la autorización del gobierno argentino. ¡Un disparate! ¡Una verdadera vergüenza en términos de relaciones internacionales! Aquella foto de Charlie Hebdo es ilustrativa: en primera fila de la marcha estaban los líderes de más de cincuenta países del mundo desarrollado, y nuestro canciller (que podría haber estado en esa foto con esos líderes) iba entre la gente como un ciudadano más.
—Pasando al tema de la Justicia, que se ha vuelto casi cotidiano, ¿piensan oponerse al garantismo cuyos protagonistas aparecen, lamentablemente, en las crónicas policiales?
—Mire, el garantismo es una deformación de la aplicación de la ley penal. La ley penal es muy clara, pero lo que no hay son jueces que la apliquen en su debida interpretación. La ley penal es lo suficientemente dura en la Argentina. No es una ley garantista. Lo que sí hay como garantismo es una corriente filosófica, jurídica, ¡zaffaroniana!, de muchos jueces que creen que la ley penal dice una cosa y que ellos están en condiciones de aplicar otra. Le reitero: la ley penal es dura. Lo que hay que hacer es aplicarla, lo cual significa saber que quien cometió un delito, que quien es reincidente (como lo dicen las propias normas procesales) tiene que cumplir con la sanción. El garantismo es un mal que hace que, luego, se traslade a la sociedad. Aquí, el que las hace no las paga. En cambio, en las sociedades desarrolladas el lema es al revés: “¡Quien las hace las paga!”.
—Volviendo a estas pocas horas posteriores a Gualeguaychú, y como presidente del radicalismo, ¿cuál es su mirada sobre el panorama político de un país en el que, de pronto, ocurren catástrofes de las que el Poder Ejecutivo no se da por enterado?
—Tengo una mirada muy crítica del sistema político en la Argentina porque he sido protagonista y también he sido víctima de esta mirada. Creo que el gran mal de la política argentina en estos tiempos es la falta de equilibrio del sistema político. Esto arrancó en la crisis de 2001-2002, cuando explotó un sistema político que era el bipartidismo y, a partir de allí, lo que se recompuso fue algo muy desequilibrado y muy inarmónico. El oficialismo se recompuso desde el poder usando el poder del Estado y, por otro lado, la oposición nunca logró pararse con una opción competitiva, alternativa, fuerte, y esto llevó a que la tragedia más grande fueron las últimas elecciones presidenciales, en las que entre el primero y el segundo hubo cuarenta puntos de diferencia. Por lo tanto, creo que el gran desafío es volver a recomponer el equilibrio…
¿Y por qué digo esto? Si lo entendemos (el desequilibrio), comprenderemos mejor por qué en Argentina nos han pasado las cosas que han ocurrido en los últimos tiempos. ¿Por qué hubo un “vamos por todo”? Esto es fruto del desequilibrio. ¿Por qué hubo un intento de copamiento de la Justicia? También fruto del desequilibrio. ¿Por qué, además, ha habido un modelo de acumulación política a partir de la caja de los recursos provinciales? El famoso unitarismo fiscal del que habla el historiador Natalio Botana: el unitarismo fiscal es concentrar más del 70% de los recursos totales del Estado en el gobierno nacional, y es una herramienta de disciplinamiento de gobernadores, intendentes y legisladores nacionales. Y esto le ha servido a este gobierno para ir avanzando. Entonces, cuando ponemos sobre la mesa todos los desbordes, los excesos, las irregularidades que hay en este sistema, advertimos que aquí hay que recomponer el equilibrio del sistema. Por eso decidimos en Gualeguaychú recomponer el equilibrio del sistema, darle a la sociedad una alternativa competitiva, confiable y de futuro. Y por eso vamos a hacer el acuerdo con el PRO y con la Coalición Cívica.
—¿Usted piensa que el cepo se termina “el 11 de diciembre”, tal como dijo Macri en declaraciones a Radio Mitre?
—Me parece que la frase de Macri tuvo más que ver con una definición de hacia dónde pretendemos que vaya la Economía y no hacia la resolución específica del tema del cepo en un solo día (cosa que me parece más difícil). ¿Qué significa esto? Para Macri (y yo también lo comparto), la Economía tiene que ser desbrozada de todos los obstáculos y regulaciones negativas que han hecho perder competitividad y rentabilidad a la economía. Que han generado un desaliento de todos aquellos factores de la producción.
El cepo es un tema; la prohibición de exportaciones es otro; las regulaciones (como la Ley de Abastecimiento) también son otro. Del mismo modo, la intervención (a través de la Comisión Nacional de Valores) a las empresas que cotizan en Bolsa… Lo único que han producido las regulaciones negativas de la Economía es desaliento a todo ese gran mundo de la Argentina que quiere producir, crear, generar desarrollo, empleo y exportar ganando mercados. Entonces, lo que tiene que hacer el próximo gobierno es, con un programa integral, desactivar todas esas regulaciones negativas y generar una economía que libere toda la energía positiva que recojo cuando voy a hablar con los productores. El otro día, en ExpoAgro, los productores no pedían magia ni programas exquisitos. Solamente reglas de juego, previsibilidad, tranquilidad y un Estado que facilite y promueva sin ser un obstáculo permanente.
 Temas fascinantes y urgentes. Obviamente, nuestra última pregunta es una reiteración insistente: ¿cuándo es su próxima reunión con Macri? Es obvio que somos muchos los argentinos que esperamos esta respuesta.