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Dejarse las canas

Corte con canas: ideas para cualquier tipo de pelo
Corte con canas: ideas para cualquier tipo de pelo | CEDOC

No es la primera vez que se usa el pelo blanco, por supuesto. Las modas siempre se reciclan. Pero al menos en mi percepción, es la primera vez que no teñirse las canas es interpretado por muchas mujeres como un gesto liberador. Veo a algunas compartiendo en la web su proceso de transición, de teñida a canosa, y emito juicios para mis adentros, condenándolas. Me molesta ver algunas caras intervenidas con bótox y otros recursos de rejuvenecimiento facial más caros, dolorosos e invasivos que la tintura, enmarcadas en un semiblanco que indicaría una conformidad con los signos de envejecimiento. Veo hipocresía en esa especie de marco conceptual que se le da al tema, con ideas tipo “autoaceptación”, “basta de tintura” y hasta “teñirse es patriarcal”. 

Mi indignación prescribe, sin embargo, en conversación con Magalí, esposa francesa de un amigo. Aparece el tema del pelo y cuenta que tiene canas desde los 30 y se las tapa con tal o cual producto. Me lanzo en soliloquio con mis críticas “a las que se dejan el pelo canoso”. Magalí replica que hay casos en los que las canas quedan lindas: pelo negro con mechón blanco a lo Susan Sontag, rubios dorados intercalados en plata... “En pelo castaño, como el tuyo o el mío, en cambio, suele quedar mal”, agrega. No puedo más que coincidir. 

Me doy cuenta de que el juicio de Magalí es más sensato que el mío porque no está politizado. A ella le interesan muchas cosas y tiene muchas habilidades, pero, cuando de política se trata, se apura a aclarar “A mí no me interesa”.  Quizás por ese desinterés, para decir si algo queda bien o mal no pretende indagar en las intenciones o los discursos. Va al grano, ¿para qué problematizar un hecho tan simple como cambiar de look?

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Aunque no reniego de mi inclinación a leer casi todo en términos de fenómeno social, políticas impuestas, modas patrocinadas por intereses espurios y ese tipo de cosas, me avergüenzo de haber dejado de lado el juicio estético en un tema que finalmente lo es, para dar paso a una especulación de otro tenor. “Es verdad que el mechón blanco puede estar bueno”, “Es cierto que la mezcla entre dorado y plateado, onda Jazmín el perrito de Susana, tiene su onda”, acepto en silencio, mientras advierto que el último “marrón cobrizo” que me hice empieza a desvirtuarse por la aparición de unos pelos blancos, hirsutos y horrendos en la coronilla, y corro a comprar tintura para hacer de cuenta que no existen.