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Detrás de la cámara

“Este horóscopo siempre se cumple”: el trato diario con el autor de algunas ediciones de los horóscopos de Bazooka® me contagió el vicio de andar vaticinando cosas y la mala suerte de acertar.

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“Este horóscopo siempre se cumple”: el trato diario con el autor de algunas ediciones de los horóscopos de Bazooka® me contagió el vicio de andar vaticinando cosas y la mala suerte de acertar. Pero el 5 de septiembre me equivoqué prometiendo que “el proyecto de ley de audiovisuales saldrá como por un tubo y casi totalmente a gusto de sus inspiradores”. Pasado más de un mes, corrijo y borro el adverbio “casi”, porque la ley salió como por un tubo, totalmente a gusto de sus inspiradores y sin mas costo que una fuga espantada de diputados en la cámara baja, y una andanada de discursos en el senado que oscilaron entre la amenaza y el reproche, cumpliendo el adagio de que las naciones tienen el gobierno que se merecen, que tiene la oposición que se merece, que aquí es la oposición que la astucia de Kirchner ha logrado construir. El sábado de la promulgación fue divertido recorrer Palermo y palpar la alegría de la fauna autóctona del barrio –actores, extras, tiracables, plomitos, actrices, directores y productores de cine y TV– todos flotando en la ilusión de que tendrán más trabajo y mejor remunerado. No saben lo que les espera. En realidad, nadie sabe lo que le espera. Y yo tampoco, pero apuesto a que será peor. Mejor será escribir sobre Clarín, o sobre chicles. Adorné a Bazooka® con esa erre de propiedad para recordar que se lanzó durante la picaresca de la emergente industria nacional de los años 50, pirateando a una marca norteamericana de la corporación Topps, líder del mercado de figuritas y de las Sports Cards que explotan la idolatría ingenua de los fans del béisbol, el fútbol y basquet. Desde la aparición de la marca “trucha” argentina, los de Topps litigaron durante años hasta conseguir que los copiones de Stani reconociesen sus derechos y les pagasen una licencia simbólica. Después, cuando aparecieron Menem y su uno a uno, el amortizado señor Stanislavsky vendió su empresa a los ingleses de Cardbury’s, que poco después, cayó en manos del laboratorio americano Warner Lambert. Hasta hoy, la tradicional chocolatera es la marca insignia del grupo para los mercados de gomas de mascar, y caramelos y pastillas mentoladas: Halls, Bazooka, Beldent, Stani, Mantecol, Dentyne, Trident, Bubaloo y Adams, son algunas de sus productos. Esto es historia, el dato de actualidad es que en estos días prospera en la Bolsa de Londres una oferta de compra de la ex chocolatera por 18.000.000.000 U$ por parte de Kraft, nombre de fantasía del grupo Nabisco-General Foods, que es el operador de los negocios de alimentación del grupo Philip Morris, fabricante de los venenosos Marlboro®. No creo que esto tenga mucho que ver con Clarín.