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22 de marzo – Las cosas se cuentan solas

Coronavirus
Coronavirus | Cedoc

Camino por el piso, veintiún pasos es la distancia más larga y siete la más ancha. Me envía mi novia una serie de ejercicios para compensar la interrupción de las caminatas cotidianas. Siete series de diez repeticiones cada una de diferentes pruebas intercaladas con descansos. Cuento las piezas de frutas que quedan y los paquetes de pañuelos de papel cada vez que abro uno nuevo. Hay un relato de las cifras que se incorpora naturalmente por el encierro y las limitaciones de salir a la calle, pero también por el contagio –otro– que produce la información. Hoy en España nos acercamos a los treinta mil infectados, Italia superó los cincuenta mil contagiados y cuenta casi cinco mil decesos; en Europa ya hay más de diez mil víctimas, cuatro mil más que ayer. En Argentina, a esta hora, según el sitio de Perfil: 254 contagiados y 4 muertos.

Más números. Si se hablaba de guerra en el plano simbólico, esta ya se expresa de manera tangible: ya son cinco los hospitales de campaña que se han instalado en España. Una docena de camiones militares, enseñó ayer la RAI, trasladando ataúdes en Bérgamo.

¿Qué capacidad tienen las cifras para modificarnos?

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El filósofo español Santiago Alba Rico ha escrito en su cuenta de Twitter: «Esta sensación de irrealidad se debe al hecho de que por primera vez nos está ocurriendo algo real. Es decir, nos está ocurriendo algo a todos juntos y al mismo tiempo. Aprovechemos la oportunidad». Después, matizándolo, aventuró dos posibilidades. La primera es que, «con menos defensas que nunca, busquemos nuevas inmanencias en regímenes autoritarios al servicio de un remozado capitalismo ‘nacional’». La otra, «es que defendamos con uñas y dientes la independencia del mundo revelada de la peor manera y, tanto en la esfera antropológica como en la política, a nivel local y global, prolonguemos y gestionemos este parón y su dimensión auroral, fundacional, constituyente».

En el sentido optimista de la segunda posibilidad, Peter Coleman, profesor de psicología de la Universidad de Columbia, escribió ayer en el magazine de Politico que, ante este escenario, en el que nos enfrentamos globalmente a un «enemigo común» opera una situación que elude las diferencias y puede permitir una fusión que nos facilite reagruparnos. Coleman recurre a un tópico pero no por ello menos claro: el de la sorpresa del gabinete de Churchill cuando, después de 56 días de bombardeo nazi sobre el Reino Unido, los británicos respondieron «con compasión y generosidad de espíritu y acción».

También Coleman introduce un dato como correlato objetivo de su reflexión: el número de jornadas que duró el Blitz.

Camino por el piso. Ocho días de cuarentena en España. Tres en Argentina.

 

* Desde España.