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sindicatos urgidos, leyes urgentes

Días extraordinarios

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Detrás de la formalidad, del acuerdo de compromiso, por presión de la Iglesia y escasa voluntad de todas las partes, la mesa del diálogo inaugurada la semana pasada no termina de ser digerida. Los empresarios quedaron expuestos y, si no obligados, compelidos a la discusión salarial con sus gremios, algo que esquivaban, expuestos a, muchos de ellos, profundizar la parálisis, con menos ingresos y más egresos. Los sindicatos, la CGT unificada, que "logró" el ambiguo piso de $ 2 mil para el bono de fin de año en el bolsillo, teme al desborde de los sindicatos y a quedar off side cuando el mes que viene se movilicen los gremios estatales y los de la CTA.

La dinámica de conflicto y la nueva agenda oficial, los deja incómodos, luego de comprometerse con el Gobierno y empresarios a no avanzar con medidas de fuerza. Haber sido involucrados en la hoja de ruta "pacificadora" del conflicto social de la Iglesia y la garantía de fondos para las obras sociales de la billetera de Alfonso Prat-Gay, los ata de pies y manos.

La Casa Rosada llegó a este acuerdo con dos tantos a favor de su agenda: los mercantiles quedaron fuera del hipotético rechazo al acuerdo ya que los tomó en pleno cierre de la segunda ronda paritaria del año. El sindicato de Armando Cavalieri y las empresas dejaron de lado el bono anual de compensación. Y el viernes se cerró la negociación con los sindicatos petroleros privados, punta de lanza de los nuevos modelos de negociación con cláusulas de actualización atadas a la productividad. A ese tipo de esquemas, sectoriales, con nuevas variables, apunta la solución gremial del Gobierno.

Ni los acuerdos políticos y económicos salvan a los grandes sindicatos industriales. El deterioro de los ingresos de bolsillo de sus afiliados fue contundente tras la inflación pos devaluatoria. El parate de la actividad acumula tres años en muchas ramas, y nueve meses en otras, pero dejó knock out a la mayoría de las pequeñas y medianas empresas del país sin espaldas para seguir el tren de actualizaciones salariales.

Como no sucedía desde antes de las elecciones nacionales, los grandes sindicatos industriales decidieron tomar protagonismo. Para mañana convocaron a diputados de la Comisión de Industria para explorar una resistencia común. La comisión legislativa está presidida por el massista José de Mendiguren, que tendrá del otro lado de la mesa a su compañero de bancada, el líder del sindicato de la Sanidad, Héctor Daer. Los diputados visitarán la sede histórica de la CGT –otro exotismo de este proceso–, y los recibirá el titular de los mecánicos de Smata, Ricardo Pignanelli, junto a otros secretarios generales y adjuntos de la Construcción, los metalúrgicos de la UOM y los textiles de la AOT. Sus sectores de actividad tienen dos amenazas. Una, la mencionada parálisis económica. Pero, desde hace poco, son blancos de la definida estrategia de Cambiemos, que no termina de alumbrar pero viene siendo anunciada: deben reconvertirse para sobrevivir, sumar productividad y ser competitivos, es el mensaje oficial.

Llorarán, entonces, o trazarán planes de acción con legisladores opositores, en momentos en que la agenda económica, empieza a proyectarse más allá del conflicto sindical y la situación social.

Fin de año caliente. La semana pasada, quedó establecido que no habrá un veranito tranquilo. Acaparará la escena el fin del blanqueo, pero tras bambalinas se dará una pelea de fondo, la de un paquete de leyes clave. Hasta bien entrado enero, no habrá vacaciones para nadie.

En los próximos 15 días, luego del arranque del debate de la ley de Presupuesto, el Ejecutivo se propone discutir la ley de PPP y la ingresada el viernes de reforma del régimen de riesgo de Trabajo. También se propone llegar al año próximo con la reforma del impuesto a las Ganancias. Y está a punto de terminar la cocción del proyecto de Responsabilidad Fiscal de las Provincias.

Convocará el Gobierno a sesiones extraordinarias, recurso para atajarse ante un 2017 que se viene con parálisis legislativa por la campaña electoral.
Eso está marcado en la fría agenda y la planilla de Excel. Mientras tanto, en la calle, estarán llegando las facturas con los valores actualizados del gas. Habrá terminado el proceso de revisión integral de las tarifas eléctricas, con la repercusión del impacto futuro de los nuevos precios. Y amplios sectores del Estado todavía estarán sufriendo la exclusión de la actualización salarial prometida a los privados. ¿Se sentirán ya para entonces los repuntes de actividad, la puesta en marcha de obra pública? ¿Habrá registro palpable del freno a la inflación? ¿Brasil empezará a darle un respiro a los exportadores argentinos más castigados?

El Gobierno especula con más ansiedad que esperanza en el dato que deja atrás a la preocupación por la inflación y el desempleo y su redireccionamiento a la inseguridad. Como dice Rosendo Fraga, desde 1983, 14 de 18 resultados de elecciones nacionales se explican por las elecciones. Será la posibilidad de ver si se confirma el dato o se produce una rareza, como la del triunfo de María Eugenia Vidal, hace exactamente un año.