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Dólar K

El modelo encontró el límite a los efectos positivos de la demanda agregada: vienen años movidos.
| Facundo Iglesias - Diario Perfil

“La Argentina no tiene futuro porque su sistema político es una máquina de fabricar presidentes anormales: Menem era un amoral; Kirchner, un psicópata y Cristina, una bipolar.” Se podría engordar esa lista antiperonista con De la Rúa autista. Sean prejuicios o no, consideraciones subjetivas de este tipo influyen tanto como los datos macroeconómicos a la hora de no invertir las empresas sus ganancias o de transformar en dólares las personas sus ahorros, que juntos constituyen la fuga de capitales, problema que desde hace años son el talón de Aquiles del modelo económico K y se sintetizan en la falta de confianza, algo que sólo desaparece cuando los datos macroeconómicos son tan sólidos como cuando el superávit fiscal y comercial era enorme, en los primeros años de Kirchner.

Pero ésa no es la situación de la economía actual y no parece casual que Moreno haya salido a anticipar un dólar de 6 pesos para fin de año (el Presupuesto Nacional, aunque nadie lo cree, prevé 5,10) para calmar pronósticos de 7 y hasta 10 pesos para esa fecha y haya señales de modificaciones en el control de cambios sobre las importaciones (ver la nota publicada en la edición de ayer sábado).

Es que el ciclo donde el modelo económico K agregaba valor y mejoraba el nivel de vida de la mayoría de la población se agotó. Y el ciclo que comenzó el año pasado es el de pérdida moderada de capacidad de compra de los salarios, en parte porque ya antes había comenzado el de pérdida de la capacidad de las empresas de mantener sus ganancias. De cualquier forma, una pérdida de 3% por año, después de varios años de crecimiento por arriba de la inflación, creará puja salarial y tensión sindical –como las dos paritarias anuales que pide Moyano– pero no un terremoto terminal.

La mención al Rodrigazo luego retractada del presidente de la Unión Industrial, José Ignacio de Mendiguren, además de un ataque de nervios por las presiones que los sindicatos meten en las paritarias, refleja la edad del dirigente empresario y hace el mensaje entendible casi exclusivamente para sexagenarios. Quien en el año 1975 alcanzó la mayoría de edad de entonces hoy tendría 60 años.

El Gobierno sigue sosteniendo que la emisión no produce inflación sino que el verdadero responsable es el sistema de precios formado por oligopolios. Pero es consciente de que haber emitido en diciembre 40 mil millones de pesos, el cuarenta por ciento de toda la emisión del año, para poder cerrar las cuentas fiscales anuales del Gobierno, generó un exceso de billetes en la plaza que, además de cebar la inflación, en parte empujó el dólar blue a más de 7,50 pesos. De hecho, en enero Marcó del Pont, abanderada de la tesis de que la inflación no es un producto monetario, salió a retirar pesos de la plaza dos veces en quince días tratando de esterilizar la expansión que había producido semanas antes para cumplir con el cierre del año fiscal.

Pero si se compara el aumento de la emisión durante todo 2012 con el aumento del dólar blue durante el mismo período, se verá que los porcentajes coinciden en más del 40% en ambos casos.

Cuando Moreno sale a decir que en 2013 la prioridad del Gobierno argentino será la mejora de la competitividad, imita a sus colegas brasileños, quienes también señalaron la competitividad como tema central, al punto que para promover la producción industrial y el consumo Dilma anunció antes de ayer una reducción de las tarifas de electricidad de 18%, lo que le costará al Estado en subsidios 8.500 millones de reales, aproximadamente unos 25 mil millones de pesos al cambio blue. Ese mismo día en la Argentina Kicillof tuvo que reunirse con las compañías eléctricas porque tras los cortes de luz del jueves pasado temen que en febrero, cuando regresen todos los que están de vacaciones y haya picos de calor, los cortes se repitan sin cesar.

Las vacaciones son otra señal de la economía: ya es evidente que esta temporada en los sitios tradicionales de veraneo fue la peor de los últimos años. ¿Dónde está la gente? Es la pregunta que muchos comerciantes se hacen teniendo en cuenta que además en Uruguay no hay nadie y hubo poquísimos turistas durante pocos días. Pareciera que muchos fueron al exterior aprovechando el dólar tarjeta de 5 pesos (más 15% del anticipo de ganancias) pagando los gastos en el lugar con tarjeta y al dólar a la cotización oficial en pesos para la compra de pasajes y tours. Las tarjetas de crédito informan un aumento en enero de este año respecto de enero del año anterior del 10% de los consumos en dólares y del 15% por arriba de la inflación en los consumos en pesos (40% en total), lo que en parte podría atribuirse a las compras de gastos de viajes en dólares prepagados en pesos en la Argentina antes de partir (ver página 20).

Y esto recién empieza; si se consolida una diferencia del 50% entre el dólar oficial y el blue, comenzará a haber sobrefacturación de las importaciones y subfacturación de las exportaciones para quienes, participando del comercio exterior, quieran asumir riesgos de “comprar” dólares a la cotización oficial y venderlos a la del blue. En Venezuela, que nos lleva años de anticipación con brechas cambiarias siderales, el negocio de comprar dólares al oficial y venderlos al paralelo hizo millonarios a quienes contaban con la vista gorda del gobierno.

Pero en cualquiera de los escenarios hay un hecho indiscutible: el modelo encontró el límite a los efectos positivos de la demanda agregada. Cuanto más gasta el Estado y cuanto más emite, se neutraliza porque se va a inflación o aumento del dólar (desde 2010 la devaluación oficial duplica la del año anterior; 4%, 8% y 15% respectivamente). Tardaron nueve años y medio en llegar, cuatro y medio de Néstor Kirchner y cinco de Cristina Kirchner, pero finalmente emergieron los racionales clásicos de la economía sobre equilibrio de las variables.

Vienen años movidos.

Columna publicada en la edición impresa de Diario PERFIL