En camino franco hacia las elecciones, las encuestas de intención de voto y de imagen del Gobierno vuelven a sonreírle a Cambiemos. No se habla de mayorías, pero sí de una situación de la opinión pública diferente de la que lo colocó en febrero en sus más bajos niveles desde que Macri asumió en diciembre de 2015. En ese mes estallaron los escándalos del juicio al Correo y el fallido cambio de cómputo de las jubilaciones. Junto con esas bajas políticas, la percepción económica se derrumbaba a la par de la muerte de los brotes verdes que habían aparecido en diciembre, y la ilusión monetaria que se sintió en el bolsillo con los aguinaldos. Ahora, Macri sube unos puntos en la consideración. Repunta la confianza del consumidor, y también las perspectivas generales de la economía futura.
Un baño de optimismo recorre al Gobierno, que apunta a algunos indicadores de actividad, vinculados a la construcción y la obra pública, y a rubros de consumo masivo cuyas ventas empezaron a recuperarse en marzo y abril. Se alternan con otras señales, negativas, como la de la parálisis de la industria, a pesar del repunte del uso de capacidad instalada de la industria.
El debate sobre metas de inflación vs. tasas de interés paralizantes; de déficit fiscal vs. alto endeudamiento, dominan a la academia pero no a la gente.
El votante, no obstante, tiene su propio registro de la política económica. Un relevamiento de Query para M&R y Asociados concluido la semana pasada muestra que la principal preocupación de los argentinos radica en el mantenimiento del empleo. Esa inquietud es mayor que la de la inseguridad. La inflación pasó a un tercer plano de los desvelos ciudadanos. ¿Será síntoma de una desaceleración efectiva de los precios? ¿Confían en las señales del BCRA o sienten temor a perder el trabajo por el impacto de las tasas de interés en la actividad y en la menor creación de puestos de trabajo?
En paralelo con estas preocupaciones, M&R preguntó a los encuestados por quién votarán. El 34% lo haría por Cambiemos, y un 48% por el Frente para la Victoria, el Frente Renovador de Sergio Massa y por otras versiones del peronismo. Pero lo llamativo es que en todas las vertientes, una parte significativa estaría dispuesta a votar por el oficialismo si es que percibiera mejoras en la economía.
El 57% del peronismo no kirchnerista, el 51% de los votantes al Frente Renovador y hasta 20% de los que dicen que votarían por el kirchnerismo. El ejercicio, de confirmarse su efectividad, daría cuenta de que la sensibilidad a esta mejora es muy alta, dándole chances muy altas al oficialismo, en un escenario positivo.
Visto desde la ortodoxia económica, tal conclusión seguiría dando pie a los esfuerzos del Banco Central por matar la inflación a cualquier costo, al mismo tiempo que sigue colocando Lebacs para aspirar pesos del sistema. La tensión entre domar la inflación y que sea percibida la mejora económica tal vez con la creación de mayores empleos sigue siendo lo más complicado de resolver para el Gobierno, apremiado por llegar bien parado a las elecciones.
Como se explicó aquí y también hoy se señala en la página 24, muchas inversiones de gran volumen esperarán a que las elecciones de octubre definan un punto de no retorno del kirchnerismo a la escena política. Para eso no necesita Cambiemos una abrumadora victoria, sino que una minoría no sea desastrosa.
Proyectos. Empresarios que acompañaron a Mauricio Macri en sus exitosas giras aseguran que en el exterior los aterra esa posibilidad. Pero también se preguntan cuándo habilitará el gobierno nacional los grandes proyectos de infraestructura que promete. “Para que aterricen los grandes que están detrás de las obras de infraestructura del mundo hace falta más que lo que se mostró hasta ahora, que les sirve más a las empresas constructoras locales”, explicó el empresario.
La semana que viene, Macri intentará algo en ese sentido. Viajará a China. Buscará inversiones energéticas, pero se topará con problemas. Deberá explicar en qué se usaron US$ 300 millones que la contraparte china desembolsó para las controvertidas represas Cepernic y Kirchner en Santa Cruz, frenadas por la Corte Suprema de Justicia. El contrato es con Gezhouba de China y Electroingeniería, de los kirchneristas Gerardo Ferreyra y Oscar Acosta. E
Si la fallida incursión en el pasado de Franco Macri en el mercado inmobiliario en Nueva York terminó en un “final feliz” entre los actuales presidentes Trump y Mauricio Macri, los vínculos históricos del papá del presidente con China podrían también aceitar la relación. Ahora está plagada de demoras y replanteos de proyectos estratégicos.
Aun haciendo todos los deberes hechos de un buen socio, ni el poderío de Xi Jimping podría mover, antes de las PASO de agosto, todas las variables que impacten en las decisiones del electorado en agosto y octubre. Pero tal vez las políticas monetarias hagan lo suyo, y la caída de inflación sí contribuyan en ese sentido. Veremos quién llega primero.