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Educación con tecnologías

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Educación con tecnologías. | Pablo Temes

Desde que el gobierno nacional decretó el aislamiento social, preventivo y obligatorio, leemos experiencias de instituciones que convirtieron los procesos de educación presencial en enseñanza virtual o educación a distancia ¿Pero se trata de educación virtual o, más bien, de educación con uso de tecnología u educación en los hogares?

Según la definición del Ministerio de Educación, “se entiende por Educación a Distancia a la opción pedagógica y didáctica donde la relación docente-alumno se encuentra separada en el tiempo y/o en el espacio, durante todo o gran parte del proceso educativo, en el marco de una estrategia pedagógica integral que utiliza soportes materiales y recursos tecnológicos, tecnologías de la información y la comunicación, diseñados especialmente para que los/as alumnos/as alcancen los objetivos de la propuesta educativa”.

En este tipo de educación, la relación docente-alumno, a la que deberíamos sumar la interacción de los estudiantes entre sí y con la institución educativa, se lleva a cabo separada en el tiempo y en el espacio, lo que se denomina relación asincrónica. Y está enmarcada dentro de una concepción pedagógica que contextualiza y crea el escenario que asegura el logro de esa comunicación efectiva.

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Ese escenario, además, está atravesado por un entramado tecnológico, administrativo/académico y pedagógico que anticipa y acompaña la relación y las prácticas docentes.

Las acciones de planificación institucional obedecen a distintas lógicas: psicológica y pedagógicas, en cuanto a la manera en que aprenden los estudiantes, y práctica, en relación con la forma en que se organizan para el aprendizaje y cómo se disponen los dispositivos, los recursos y los espacios. Para que estas estrategias acompañen el proceso de enseñanza y aprendizaje, deben aplicarse teniendo en cuenta siempre una intencionalidad pedagógica. En educación virtual indefectiblemente se requiere de anticipación y de planificación.

La separación entre docente y alumnos en el tiempo y el espacio refiere a una vinculación mayormente asincrónica para lo cual, se crean espacios de prácticas de enseñanza y de acciones de aprendizaje (materiales de estudio, foros de discusión, actividades variadas y evaluaciones), como organizadores previos que eximen la necesidad de las comunicaciones sincrónicas, es decir del uso de videoconferencias.

Convengamos que la relación sincrónica establecida en tiempo real tiene beneficios asociados con el carácter interactivo. Sin embargo, la asincronía que no requiere la participación simultánea de profesores y estudiantes expone otras ventajas como la flexibilidad en la elección de contenidos, los momentos y tiempos de estudio o las elecciones de apoyos alternativos. Esto no significa que no puedan proponerse recursos de comunicación sincrónica. Pero en la educación virtual no es el único medio ni el mejor. Ni siquiera es imprescindible.

Los cursos o asignaturas impartidos con la modalidad a distancia deben contener un diálogo auténtico con el alumno, o mejor dicho una conversación didáctica guiada. Todo lo anterior se logra con el trabajo profesional de un equipo interdisciplinario, integrado por pedagogos, expertos en la disciplina y diseñadores multimediales. En educación virtual, los materiales de estudio no se improvisan. Se diseñan y construyen desde distintos saberes. Su elaboración requiere de tiempo.

La respuesta a la pregunta inicial, entonces, es clara: lo que se está haciendo mayoritariamente en este contexto de Covid-19 no es educación a distancia ni virtual, sino en todo caso educación con uso de tecnologías.

Todos lo sabemos. De manera urgente, forzada e intempestiva, las instituciones educativas debieron reconvertirse. No tuvieron opción. No pudieron elegir ni cómo ni cuándo. Fue inmediato. Y en todos los casos, con uso de tecnologías y con un esfuerzo y compromiso supremo de sus docentes, también héroes de estos tiempos de Covid-19.

Esta realidad no resultó gratis. Se está pagando un alto precio, traducido en estrés y en horas infinitas, por ejemplo, para preparar una clase con tecnología o para entender el funcionamiento de una videoconferencia y la dinámica de comunicación a través de ella.

Sin embargo, las instituciones educativas que fueron capaces de comprender el funcionamiento y las demandas de la sociedad, atravesada por la tecnología y los dispositivos digitales, son las mejores posicionadas para dar respuestas educacionales.

Por ello, es factible que en la pospandemia se considere a la educación virtual y, por qué no, a la educación combinada presencial más virtual como posibilidad real para enseñar y aprender. No ya como opción, sino con la certeza de todas sus potencialidades. Quizás, a pesar del dolor y el aislamiento, podamos aprender esta lección.

*Directora Académica de la Facultad de Estudios a Distancia y Educación Virtual (Fedev) de la Universidad de Belgrano (UB).