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Efectividades

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Un socialista que se exilió en los años setenta, un radical que dirigió el Comfer de De la Rúa con la Alianza, una humanista devota de Silo y habitual aliada del Partido Comunista, un ingeniero de intenso paso por el chachismo pero sin pertenencia al peronismo.
Todos ellos ciudadanos argentinos, exponentes de una intensa politización. Todos expresión de un compromiso y un perfil militante. Aparecen juntos en una foto preciosa que publicó un diario el jueves 10. Al lado de ellos y en el centro de la imagen, se destacan el ministro de Economía, Amado Boudou, y Hebe de Bonafini. Un séptimo participante no resulta identificable. Es una foto poderosa. Habla de convergencias, opciones y necesidades. Relata decisiones tomadas al calor de los acontecimientos.

En estos últimos siete años largos, el formato de creación y acumulación del poder se ha transformado decisivamente en la Argentina. A expensas de trayectorias e historias, al margen de antecedentes y experiencias, el poder se arma hoy de manera brutal, descarnada y salvaje. Personas que no se preguntan mucho por sus propios caminos recorridos se acercan al fogón recalcitrante que todo lo financia.
¿Boudou? ¿Por qué no? En el cuadro de valores contemporáneos que el poder vigente instaló en la Argentina, resplandece en el cenit un colosal pragmatismo. Se lo llame “modelo” o “relato”, un paquete político-ideológico fuertemente perfumado de efectividades conducentes domina la escena. Impresiona por su cruda practicidad.

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Es cierto que anteriores afiliaciones y previos encuadramientos no siempre explican el presente. Cambiamos todos y el que no lo hace, o lo concreta sin admitirlo, se hamaca entre la inmadurez dogmática y la necedad emocional. ¿Por qué no tendría derecho un hombre de 48 años cuyo máster académico le fue concedido por el Centro de Estudios Macreconómicos de Argentina (CEMA) a convertirse ahora en un soldado de lo que denomina impasiblemente “una fuerza nacional y popular que tiene claro para dónde va, que no va a bajar ninguna bandera, (…) y no nos van a poder ganar”?
Ha cambiado, pero nunca lo dijo. Su salto, empero, no exhibe un solo atisbo de reflexión o introspección. El CEMA fue durante los años noventa un estandarte de las políticas neoliberales y de mercado más desaforadas. De su núcleo académico surgen dos cuadros clave del gobierno peronista de Carlos Menem, Carlos Alfredo Rodríguez y Roque Fernández.
El cerebro adolescente de Boudou es formateado en el Instituto Arzobispo José Antonio de San Alberto (Padres Carmelitas) de Mar del Plata, del muy burgués barrio de Los Troncos, cuya catequesis propone “transmitir principios morales, una síntesis de vida cotidiana y tratar de lograr la participación en las celebraciones religiosas, alimento de la vida cotidiana”.

Egresado como economista de la Universidad de Mar del Plata, ya en sus aulas adhiere a la Unión para la Apertura Universitaria, la juventud liberal de la UCeDé, donde se cruza con su compañero de
entonces, el actual director de la AFIP, Ricardo Echegaray, activista de los Alsogaray en la Facultad de Derecho.
Vendedor de servicios de la recolectora de residuos Venturino Eshiur SA desde 1990, Boudou asciende rápido y en 1992 ya es gerente general. Reina Menem. Privatizaciones. Desregulaciones. Flexibilización laboral. En apenas dos años la empresa quiebra, causa que concluye cuando la Corte Suprema resuelve que el municipio marplatense estuvo bien en terminar su contrato con la gente de Boudou. El ministro, hoy homenajeado por las Madres de Plaza de Mayo, sigue con la basura después de aquella quiebra, ya como agente de otra recolectora de residuos urbanos, Ecoplata, desde la cual hace negocios con el hombre fuerte de Pinamar, Blas Altieri.

Con este currículum, Boudou atraca su nave en el muelle oficial en 1998, en pleno menemismo. El ministro Roque Fernández lo designa contralor de la Anses y en febrero de 2001 es nombrado gerente general. Con la caída de la Alianza, y sin perder su sonrisa, Boudou trepa en 2003 a secretario de Finanzas del Municipio de la Costa cuando el peronista Juan Pablo de Jesús gana las elecciones de intendente. En esa condición, y con Néstor Kirchner presidente, Boudou consigue en mayo de 2005 que la Casa Rosada le entregue el dinero para construir 486 viviendas, contrato que gana Cantera FC en mayo de 2005 a cambio de casi 10 millones de dólares.
El municipio le paga a la empresa encargada de la obra unos siete millones de dólares y Boudou regresa a la Anses en enero de 2006, pero el contrato se desbarranca cuando la constructora se borra de la obra sin terminarla, en junio de 2007, tras cobrar casi siete millones de dólares y sin que el municipio la demande.

Hace pocos días, al recibirlo en su sede, Bonafini se sincera: “Nunca soñamos que íbamos a tener a un ministro de Economía sentado aquí”. Dice que Boudou encarna “este modelo que soñaron nuestros hijos, que soñó Néstor y que por supuesto soñamos todas nosotras las Madres, apostamos a esto, a un modelo diferente de país”.
Visiblemente emocionado y seguramente sin poder creer en su paso del liberalismo menemista de los años noventa al movimiento nacional y popular, y ya en plan de audacia, Boudou advierte que “no hay que olvidarse, la ideología existe, las diferentes concepciones existen”.

De modo que ahí están, juntos para animarse entre ellos y significar sus propias vidas, criaturas argentinas que han resuelto trazar un asombroso denominador común. Fieles a las más sombrías experiencias del siglo XX, han resuelto adherir a la cultura de la oportunidad.

Aprovechá, gaviota. Sin preguntas molestas. Sin interrogatorios purificadores. Sin condiciones ortodoxas. Plenamente encuadrados en un existencialismo procaz e indecoroso. ¿Los hijos de Bonafini luchaban por lo mismo que angustia hoy a Boudou? La señora y el señor tomados de la mano, y el coro de agonistas aplaudiendo al nuevo campeón del modelo, ¿serán la estampa de una Argentina que agota, deprime y enardece?