“Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”, Albert Einstein
En septiembre de 2011, un mes antes de que la actual administración ganara las elecciones presidenciales con más del 50% de los votos en primera vuelta, la macroeconomía argentina ya se encontraba inmersa en un proceso de desgaste. Las tasas chinas habían quedado en el olvido y el ritmo de crecimiento interanual (medida por el ISAE de E&R) se venía reduciendo hace 10 meses. No se creaban puestos de trabajo genuinos y la demanda laboral (medida por la UTDT) caía 9,9% interanual con respecto a septiembre 2010. La inflación interanual ascendía a 24,1% y el frente fiscal experimentaba un inusitado deterioro. Por primera vez había déficit fiscal (1,7% del PBI) contabilizando los recursos del BCRA y de la Anses. También, por primera vez en nueve años, el BCRA perdía reservas, que caían 7% (US$ 4.000 millones) en los primeros nueve meses de 2011.
Dos años y tres meses después, la situación macroeconómica es mucho peor. No sólo se crece menos, hay menos generación de empleo, más inflación y mayor pérdida de reservas que hace dos años, sino que hay graves problemas cambiarios que no existían en aquel momento.
El cepo, el dólar paralelo y la brecha cambiaria son “inventos” de la actual administración, que hace una errada lectura de las causas de los problemas macro, y por ende aplica nocivas políticas económicas que atentan contra el crecimiento y el bienestar de la población. Los números son elocuentes. El dólar paralelo cotiza en torno a los $11, la brecha cambiaria es del 65% y el tipo de cambio oficial se deprecia al 45% anual. El crecimiento se debilita de 5,7% (2011) a 2,8% (2013). El déficit fiscal (con BCRA y Anses) aumenta 53%, pasando de 1,7% (2011) a 2,6% (2013) del PBI, mientras que la demanda de trabajo se encuentra en su mínimo histórico, cayendo 33% con respecto a 2011. Sin embargo, a pesar del menor crecimiento la inflación se acelera de 24,1% (2011) a 27,5% (2013) y el ritmo al cual el BCRA pierde reservas se multiplica por más cuatro, elevándose del 7% (2011) al 29% (2013) anual. Los dólares ya no se van sólo por la cuenta de capital, sino también por la cuenta corriente de la balanza de pagos, como en la década del ’90.
¿Cómo seguirá la trayectoria de las principales variables macro en 2014? Como sostenía Albert Einstein: “Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”. Para volver a crecer en forma sustentable, el Gobierno debe revertir la aceleración de la inflación, los problemas cambiarios y la pérdida de reservas, que son sólo las consecuencias y no el centro neurálgico del problema. La actual dinámica macroeconómica puede cesar en forma sustentable sólo si ataca el origen de los problemas: la distorsión de precios relativos y la dominancia fiscal.
¿Cómo se ataca el origen de los problemas? Hay que actuar en lo fiscal, en lo monetario, en lo cambiario y en el acceso al crédito para volver a los mercados internacionales a una tasa todavía más baja que la de la última emisión de YPF. Hay que tomar medidas de fondo que actúen sobre las expectativas y reviertan su actual sesgo negativo.
Primero y principal, hay que cambiar el sesgo expansivo de la política fiscal. El sector público tiene que ir disminuyendo su déficit hasta volver acumular superávit fiscal primario. Segundo, hay que dejar de depreciar el tipo de cambio oficial en forma acelerada. La previsibilidad es el principal error de la política cambiaria actual. Todo el mundo sabe que el peso se devalúa aceleradamente contra el dólar; y eso es un error porque incentiva adelantar importaciones y postergar exportaciones, atentando contra el balance cambiario y las reservas. En otras palabras, en un escenario en el cual el déficit fiscal crece y el ritmo de devaluación se acelera, las expectativas de emisión monetaria y de inflación aumentan, y por ende se alimenta la inflación observada. En definitiva, para bajar la inflación primero hay que atacar las expectativas de inflación y para eso hay que disminuir el déficit fiscal, la emisión monetaria y el ritmo de devaluación.
Sin embargo, no alcanza con cambiar la política fiscal y cambiaria para revertir las expectativas negativas. También es necesario un cambio de política monetaria.Tercero, el BCRA tiene que crear instrumentos financieros en pesos con rendimientos positivos para apuntalar la demanda de dinero y reducir las expectativas de inflación y devaluación, y quitarle genuinamente presión al dólar paralelo que fue el activo de mayor rendimiento desde que se puso el cepo. Además, la suba de la tasa de interés debe estar acompañada de firmes acciones para volver al mercado de capitales, y no puede ser abrupta y darse en sólo 1, 2 o 3 semanas. Por el contrario, la suba de la tasa debe ser suave para evitar la suba del costo de financiamiento del capital de trabajo, lo cual impactaría negativamente en el nivel de actividad. En este sentido, no hay que incurrir en errores del pasado cuando lo “único” que se hizo fue subir la tasa, y “abruptamente”, lo cual terminó agravando los problemas.
Por ahora, no hay señales de profundos cambios en materia de política fiscal, monetaria y cambiaria. Todo lo contrario. La gente sabe que el BCRA más emite cuanto mayor sea el déficit fiscal y la devaluación. Los aumentos salariales a las fuerzas de seguridad en las provincias pre anunciaron un deterioro fiscal significativo en 2014. De hecho, las necesidades financieras totales del sector público (Nación + Provincias) podrían pasar de 5,4% a 6,8% o 7,1% (sin aumento evasión) o 8,5% o 9.2% (con aumento evasión) del PBI en 2014. Una porción de este aumento de las necesidades financieras será cubierto con más emisión del BCRA.
Justamente, uno de los fenómenos sobre los cuales la ciencia económica posee más certezas es que emitir por encima de lo que crece la demanda, genera inflación. Siempre y en todo lugar (salvo en los EE.UU., hoy en día). Esta relación positiva entre emisión monetaria (por encima del crecimiento real) e inflación se torna cada vez más fuerte con el paso del tiempo. La emisión monetaria (por encima del crecimiento) y la inflación son un matrimonio sólido que se fortalece con los años. Y en Argentina llevan nueve años “juntos”.
En este escenario, la gente está esperando que en 2014 se emita todavía más que en 2013 y por ende sus expectativas de inflación crecen. La suba de las expectativas de inflación impacta en nivel de precios, acelerando su tasa de crecimiento. De hecho, las expectativas de inflación medidas por la UTDT (35,3% para los próximos 12 meses) han subido notoriamente en el último relevamiento de diciembre. Con más pesos en el mercado y menos reservas la relación pesos/reservas aumenta y las expectativas de inflación y depreciación suben. En este escenario, las presiones en el mercado cambiario paralelo recrudecerían, alimentando el dólar blue y la brecha cambiaria.
En síntesis, siguiendo a Einstein, para nuevos resultados hay que cambiar las políticas. Sin ellos y sin reversión de expectativas, para 2014 hay que esperar menor crecimiento, más inflación, mayor ritmo de devaluación del dólar oficial, menos reservas, mayor brecha y más elevado dólar blue. No todo es relativo. O mejor, parafraseando al Indio Solari, “Dios no juega a los dados, difícilmente esté a nuestro favor”.
(*) Economista Jefe de E&R