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Aborto seguro, legal y gratuito

El aborto y el punto de equilibrio

El equilibrio entre diferentes ideas. La función de la democracia y la Constitución como herramientas para resolver o aceptar siempre nuestras diferencias por más profundas que sean, asegurando de tal manera la diversidad del pensamiento

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Unidos por un mismo reclamo | Cedoc

Recordemos que nuestra “obvia” libertad de expresión, reconocida expresamente en el texto histórico de la Constitución Nacional, no siempre lo ha sido. A tal punto no ha sido obvia que -pese a su reconocimiento constitucional- nuestro país padeció periodos donde la libertad de expresión y el libre debate de ideas fueron arrasados por la censura y la persecución. 

Ahora bien, el paso del tiempo hace que naturalicemos nuestra época, sin embargo, es conveniente recordar que hombres y mujeres debieron alzar la voz sacrificado su libertad y hasta sus propias vidas para que ahora nosotros gocemos de las libertades y la democracia. La memoria es siempre un buen ejercicio para entender en perspectiva el presente.   

Por tal razón, mantener un debate o intercambio de ideas en un marco de respeto muto y sin agresiones entre los participantes pareciera entonces que es una obligación ética que como generación actual, tenemos con aquellos que se ofrecieron por nosotros y por sostener la democracia. Es decir, debemos estar a la altura de nuestra historia. 

No obstante, algo que a primera vista pareciera sencillo no siempre lo es, pues existen ciertos temas que despiertan fanatismos, es decir, despabilan el costado irracional y más primitivo, no solo del ser humano, sino también de las sociedades. 

Una y otra vez observamos como la cuestión del aborto en nuestro país y también en América latina –pues tanto EE.UU como la mayoría de los países de la Unión Europea han resuelto la cuestión y cuentan con legislación amplia que autoriza la interrupción del embarazo en diversas circunstancias; en Europa solo Irlanda y Polonia son más restrictivos además del caso de Malta donde el aborto es siempre ilegal- enciende debates que en ocasiones empujan el intercambio de ideas a un espacio de agresión y descalificación. 

La mejor manera de encontrar puntos de equilibrio en un asunto tan sensible para la sociedad, es consiguiendo que de ningún lado del pensamiento se descalifique o se agreda al otro. Y para ello necesitamos un pensamiento plural, receptivo e incluyente.

Debemos entender entonces que así como una organización, un hombre o una mujer que se expresen a favor del aborto no son por ello ni asesinos ni están a favor de la muerte, la Iglesia o una persona creyente y de convicciones religiosas que se manifiesta en contra del aborto tampoco está avalando la muerte de las mujeres pobres. 

Pues si este es el punto de partida o los presupuestos básicos para el debate, estamos condenados, no solo a no resolverlo nunca, sino también a sostener una tensión social sobre el tema, que además se potencia cada vez que surge la posibilidad de retomar el asunto.    

El mayor desafío que nos propone la democracia va más allá de aceptar y respetar la posición diferente, la democracia nos invita a sentir las convicciones del otro como propias y tener incluso la valentía de cambiar.  

Por supuesto que las diferencias existen y son importantes para definir nuestra singularidad, pero no podemos dejar que como sociedad nos dividan o lo que es peor, nos enfrenten.

Estemos seguros que la democracia y la Constitución nos proveen de las herramientas para resolver o aceptar -en el caso que sean irreconciliables- siempre nuestras diferencias por más profundas que sean, asegurando de tal manera la diversidad del pensamiento. No tengas dudas que el mejor antídoto contra cualquier fanatismo es la Constitución. 

Para concluir: claramente la cuestión del aborto nos conduce a un debate muy profundo y de extrema sensibilidad; bienvenido sea el debate y las diferencias, pues en el disenso crecemos como sociedad y se fortalece la democracia, siempre que la racionalidad se imponga sobre los fanatismos, provengan estos del lado que provengan. 

*Profesor de Derecho Constitucional, UBA.