El Báez sigue ahí, atravesado en la cloaca, y la señora como si nada, se apantalla con los billetes en abanico y tapa el olor con desodorante de ambientes, aroma “aire del glaciar”. El Baéz es duro, gordo, del tipo aglomerado. Aglomerado de empresas. Color café, con leche de magnesia, pero no afloja.
Todos en la casa están preocupados. Semejante sorullo en las entrañas del poder obstruye el paso de lo que va entrando en bocaditos, en comisiones, en recaudación de los hoteles vacíos. Temen que la baranda se extienda y finalmente se pudra todo antes de tiempo. Es decir, antes de tapar la cagada con diarios, revistas, radios y canales de televisión propios para que nadie revise y echarle la culpa al que viene.
Todos asustados, menos ella, que ignora y calla porque dice que de eso, de destapar, de sacar de acá y poner allá, se ocupaba él. Cuentan que veía un inodoro lleno y se relamía: “¡extasis!”, gritaba. Hay un batallón de inteligencia laburando todo el día. Lavan y lavan, y lavan. Cepillan jueces y fiscales. Convocan plomeros diplomados, contadores, abogados, expertos en tirar caños a la justicia, capaces de ensuciar y de ensuciarse también si hace falta, de meter mano en cualquier mierda.
Pero nada, che. El Báez sigue ahí.
En la última colonoscopía se ve que cagan mal y a muchos. La constipación por exceso de guita negra es, dicen, un síntoma bastante común entre gente de cierta clase dominante. Por eso cada tanto necesitan un lavado de estómago, que por unos pesos más incluye cerebro y conciencia. Le pasa mucho a “los gordos”, los capos de los sindicatos que hace más de veinte años que están sentados en sus sillones. El sedentarismo, la pasividad, la entrega, los seca de principios y hacen muchos desarreglos. Quieren morder en todo y comen de más Cada tanto les ordenan una enema y se la dan, “todo sea por lo compañero trabajadore”.
El estudio revela que hay un Boudou considerable, de “alto riesgo” lo califican, que se cruza con el Báez y encaja de tal modo que ya no alcanza con las cápsulas de vaselina para deslizarlos a una embajada, como al Moreno que logró zafar, ni con los laxantes más fuertes, como el que disolvió al Jaime, enorme como una rata. Aj, un asco.
La situación es, otra vez, muy delicada. Como no hay mucha luz en el recto por la falta de inversión y la cantidad de mierda retenida durante tantos años, todavía no se alcanzan a ver bien los efectos del mal. Pero hay demasiada sangre en la materia fecal y eso no es una buena señal. Los cirujanos son muy pesimistas. Ojala que se equivoquen. Si hay que cortar y ajustar, que empiecen por el Báez, después por el Boudou, y ahí vemos. Una vez que el cuerpo social se destape y entre a largar, de a uno en fondo, irán saliendo los De Vido, los Aníbal, los Gerardo Martínez, los Pedraza, los Recalde, los Milani y así hasta los Manzano y los restos de otra época.
Se dirá que habrá que esperar bastante hasta que salga toda. Que ni en dos gobiernos, ni en tres, se limpia. Y, sí. Se dirá qué pena, tanto tiempo, tantas vidas perdidas sin vivirse. Y, sí. Se dirá que duele. Y, sí, mucho. Pero no queda otra. Parte de la tarea de los años por venir, será esa, mirar, oler, leer, pensar, escribir y recordar. Cada uno en su oficio, jueces, políticos, fiscales, periodistas, sindicalistas, empresarios y cómplices varios. Apuntar en la memoria, nombre, apellido, observaciones: “este sí que era una mierda, tapó denuncias, encubrió, no se compadeció ni siquiera ante gente que no tenía luz, ni gas, ni ante la muerte de pibes en Cromagnon, ni de laburantes en Once, ni de vecinos en las inundaciones, no ayudó a que miles de pibes pudieran estudiar, queda registrado como hijo de puta, infectado y contaminante”.
Será de ver entonces, alguna vez, cuando se respire algo mejor y más limpio en este país. Mientras tanto, a no olvidar que el Báez sigue ahí, y el olor y la indignación es insoportable.
*Periodista.