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El cartero llama dos veces

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Qué mala suerte: estuve unos días de vacaciones en Uruguay, justo vino la Revolución y me la perdí. Años esperando que llegara y al final me agarró distraído. No importa. Como un soldado de la causa que soy, al enterarme de que las compras por internet al exterior se restringieron a sólo dos por año, lo acepto, y propongo a los demás que también lo hagan. Comprar sólo dos libros por año afuera no es poco. Debemos estar agradecidos. Y además leer en otros idiomas es una verdadera frivolidad. La Revolución es un objetivo superior, incluso si por ella deja de haber hasta papel higiénico, como en la hermana Venezuela. De hecho, no queda claro hasta dónde alcanza la medida. ¿Sólo libros? ¿Y otro tipo de publicaciones? ¿Revistas académicas? Y el número de GQ Italia dedicado a Bar Refaeli ¿se puede comprar? (aunque todo aquel que quiera esa revista, o es un sionista o es un cipayo, o las dos cosas a vez, que para un D’Elía vendrían a ser una sola, por supuesto). Al volver también me enteré de que Cristina aceptó el desguace del Grupo Clarín. Años y años de lucha por una comunicación libre y soberana, años de instalar a la pelea con Clarín como la contradicción última del capitalismo neoliberal y dependiente, ¿para esto? ¿Eso es todo? Para lograr sólo que TN se mueva tres lugares en la grilla, y que el Grupo Clarín se divida en seis empresas, una de las cuales seguirá siendo de Magnetto y las otras cinco de sus testafe… perdón, de cinco empresarios nacionales comprometidos con el periodismo independiente. No importa. Igualmente, tarde o temprano, venceremos. Y de hecho, volviendo al tema de la compra de libros al extranjero, hace cinco minutos, mientras realizaba una profunda investigación periodística para escribir esta nota, se confirmó que al final no son sólo dos, sino que podemos seguir comprando afuera por internet todos los libros que queramos. ¡Un verdadero libertinaje! Pese a esa blandura del Gobierno –que cede a las presiones de los intelectuales, verdaderos parásitos sociales– paso, compañeros, a recomendarles dos interesantes libros, ideales para comprar por internet, en cualquiera de las grandes corporaciones extranjeras que venden libros por courrier. En la tienda Amazon se consigue, nuevo, por USS 4,95 The Puttermesser Papers, de Cynthia Ozick. Maravillosa novela –increíblemente aún inédita en castellano– narra las desventuras de Ruth Puttermesser, una triste empleada pública neoyorquina, atrapada en una neurosis bien judía, que termina por ser alcalde de la ciudad, hasta volver a caer en sus desdichas sentimentales. En el cruce entre el humor a lo Groucho Marx, la novela victoriana, y la sutileza de Henry James, The Puttermesser Papers puede leerse también como una reflexión sobre la condición de posibilidad para la narrativa contemporánea de concebir un proyecto que retome la tradición decimonónica, sin caer en ningún tipo de conservadurismo literario. Y en el sitio de la Fnac de Francia, se encuentra por Euros 21,85 el más reciente libro de Georges Didi Huberman, tampoco traducido al castellano: L’oeil de l’historie IV: peuples exposés, peuples figurants. Sería casi una falta de respeto dedicarle a un libro de esa envergadura intelectual sólo los cien caracteres que me quedan. Dedicarle tres mil trescientos tampoco es mucho, pero es lo que tengo para la semana que viene.