Ya está. Tenemos la plata para la campaña.” Esta era la voz de un hombre del Gobierno que, en el medio de la celebración por la sanción de la ley de nacionalización de las AFJP, reconocía uno de los fines a los cuales va a ser destinada parte de esa enorme masa de dinero de la que, a partir de ahora, dispondrá el Gobierno. Será dinero destinado a obra pública que irá a aquellos que hayan mostrado una subordinación total y absoluta al matrimonio presidencial.
La victoria obtenida por el Gobierno en el Congreso fue, desde el punto de vista numérico, clara y contundente.
Sin embargo, ha dejado un tendal de consecuencias sociales y políticas negativas para los Kirchner y para el país.
Hay que decirlo una vez más: el sistema de las AFJP tenía facetas que lo hacían muy cuestionable.
En un articulo aparecido en La Nación, el ex presidente del Banco Central durante la primera parte del mandato de Néstor Kirchner, Alfonso Prat-Gay, señaló uno de los más escandalosos: el hecho que para administrar fondos por 80.000 millones de pesos se hayan cobrado comisiones por 30.000 millones.
Pero, del mismo modo, es necesario recalcar que la manera elegida por los Kirchner para poner fin a este sistema no podría haber sido peor.
“La ANSES se convertirá en un nuevo inversor institucional para proyectos de infraestructura y producción”, dijo el titular del organismo, Amado Boudou. ¿Habrá “fideicomisos” tipo Skanska? ¿Lo que sale 10 habrá que pagarlo 100? ¿Qué les pasará a los intendentes y gobernadores que no son K cuando vayan a pedir por esos fondos?
Los fondos para los proyectos de infraestructura ¿quién los administrará, Boudou o De Vido?
Junto con todo esto está la realidad económica del país con signos de alerta por todas partes. En este marco fue que el secretario general de la CGT, Hugo Moyano, le pidió a su asesor legal, el diputado Héctor Recalde, ideas destinadas a evitar una posible ola de despidos.
El resultado de ello fue el proyecto de ley que contempla una doble o triple indemnización para aquellos que fueran despedidos sin causa. Esto generó el inmediato rechazo empresarial. También dio pie a una reacción crítica por parte del jefe de Gabinete, Sergio Massa.
“Sergio se fue de boca”, revelaba una fuente gubernamental con buen conocimiento de los humores kirchneristas.
Es evidente que la sintonía de Ma-ssa con el Dr. Néstor Kirchner dista de ser la mejor.
Al ex presidente en funciones hay cosas de Massa que no le gustan; ya no le cayó bien la posición crítica que tuvo el ex intendente de Tigre sobre la forma como se implementó la nacionalización de las AFJP, y peor aún le cayó que Massa descartara cualquier apoyo gubernamental al proyecto del Dr. Recalde. “Por eso fue que el ministro del Interior, Florencio Randazzo, salió a enmendarle la plana”, concluyó la fuente antes citada.
Un dato confirma la desangelada situación de Massa: no acompañó al ex presidente en funciones al acto de los camioneros en Necochea.
Néstor Kirchner tiene comprensión de que el problema laboral no se soluciona con indemnizaciones. Más allá del lenguaje confrontativo que utilizó en el congreso de la Federación de Choferes de Camiones, en el que se reeligió como secretario general por un período de 4 años a Hugo Moyano, reconoció la necesidad de trabajar en la preservación de las fuentes de trabajo. Ese fue el mejor momento de un discurso en general malo y confuso como lo son la mayoría de los que pronuncia el ex presidente en funciones.
La alianza con Moyano es, para los Kirchner, fundamental, y esa relación ha quedado enturbiada con el histórico fallo de la Corte Suprema que abrió las puertas a la libertad sindical, hasta hoy, ausente. El secretario general de la CGT está convencido de que el Gobierno no hizo lo suficiente para pararlo.
Algunas fuentes cercanas al poder aseguran que, para calmar la inquietud que el deterioro de la actividad económica comienza a producir, en la semana que comienza el Gobierno anunciaría una serie de medidas de estímulo a la producción, de financiamiento e incentivos fiscales, para que las empresas puedan mantener sus actividades y evitar los despidos. Sin embargo, otras voces de estricta cercanía a Néstor Kirchner lo desmienten.
“Les aviso que por los cortes de calle va a ser imposible llegar al Congreso. Me estoy yendo para la Casa Rosada. Voy a desarrollar mi actividad del día ahí. Algún día tenía que ser.” Tras estas palabras, Julio César Cleto Cobos ordenó al conductor de su auto oficial dirigirse a Balcarce 50. Era consciente de las consecuencias de su decisión. El Gobierno tomó esto como una provocación. La furia de Néstor Kirchner, dicen, fue infinita. Y mucho más cuando supo que entre quienes visitaron al vicepresidente estuvieron integrantes de la Fundación Lebensohn, entre los que se hallaba un hijo del dirigente radical Enrique Nosiglia.
La frase de Néstor Kirchner “Ahora todas las mañanas Cristina me dice: ¡Qué vicepresidente me pusiste, Néstor!” es producto de su profundo y creciente enojo con Cobos. Por lo demás, la frase deja muy mal parada a la Presidenta ya que, según el ex presidente en funciones, él lo puso a Cobos sin consultarla y sin su acuerdo.
Lo más impactante de esto es que ese papel secundario de la Presidenta sigue siendo una realidad que, a esta altura, es irrebatible e irreversible.
El mapa político del país está en pleno reacomodamiento. Hay turbulencias en todas partes.
Comencemos por la oposición, en donde al día de hoy abunda la confusión producto de personalismos impenitentes.
Casi nadie quiere ser menos que nadie. Casi todos quieren encabezar algo. Allí está Cobos pensando sus movimientos. “Sus objetivos apuntan al 2011. Su afinidad mayor hoy pasa por gente como el gobernador de la provincia de Santa Fe, Héctor Binner.
Está muy lejos de Carrió y de otros como Luis Juez”, confiesa una voz del entorno vicepresidencial. En relación con su vuelta al radicalismo la cosa está confusa. “Hay un clamor para que vuelva”, dice esa misma voz.
“El supuesto operativo clamor es un invento de radicales con las alforjas llenas de fracasos”, responden desde la actual conducción de la UCR.
“En la Unión Cívica Radical la mira está puesta en la reconstrucción del partido. Es lo primero que hay que hacer”, reconoce una fuente del radicalismo, quien señala que desde allí se la ve muy bien posicionada en la provincia de Buenos Aires a Margarita Stolbizer.
Dentro del peronismo no kirchnerista la prioridad es, también, rearmar una estructura partidaria unificada. Para ello están trabajando los justicialistas ligados a Eduardo Duhalde. Habrá intentos para atraer a Felipe Solá y al grupo de legisladores que se fueron con él del Frente para la Victoria (FPV).
Dentro del FPV la situación es tensa y difícil, especialmente con los aliados. Hay allí voces críticas como la de Miguel Bonasso, quien estuvo muy duro con la Presidenta por su inexplicable veto a la ley de protección de los glaciares.
“Es imposible disentir en nada con el Gobierno”, hacen saber varios de esos legisladores decepcionados con los Kirchner.
Además de sus tareas al frente del Gobierno, Néstor Kirchner dedica su tiempo al armado electoral para 2009. Necesita ganar. “Cree que va ganar”, relata alguien que habló con él durante el fin de semana. En particular, en las últimas horas estuvo dedicado al análisis y a la definición del curso de acción a seguir en la Ciudad de Buenos Aires. Esa es una tarea a cuyo frente se habrá de poner.
Sus lineamientos fueron los siguientes:
◆ Consolidación del bloque kirchnerista en la Legislatura porteña. Allí jugará un rol clave el legislador por el FPV Diego Kravetz.
◆ Establecer negociaciones con el ex jefe de Gobierno Jorge Telerman para traerlo al redil kirchnerista. “Habernos peleado con Telerman fue un error” reconoce el ex presidente en funciones, quien no duda en culpar a Alberto Fernández por ello.
◆ Con Aníbal Ibarra nada.
¿Y Alberto Fernández? “Por ahora. Nada”, responde alguien que habló con Néstor Kirchner.
Nota al pie: A propósito de Alberto Fernández. Esta semana que pasó dio una charla para estudiantes en la Universidad Di Tella. En un momento, se suscitó el siguiente diálogo entre uno de los alumnos y el ex jefe de Gabinete del gobierno del matrimonio Kirchner:
Alumno: Yo le voy a hacer una pregunta muy concisa: ¿El ministro De Vido es honesto?
A.F: Sí, tu pregunta es muy concisa, pero no te la voy a contestar (sic).
En relación a su tarea en la Ciudad de Buenos Aires, Néstor Kirchner debería comenzar a registrar el malhumor creciente que hay en sus habitantes con él y su esposa, la Presidenta. Esto le ha dado oxígeno a la pálida gestión de Mauricio Macri la que, más de allá de asfaltar calles, tiene agujeros negros inquietantes.
Los Kirchner, para quienes los opositores no son adversarios, sino enemigos, han tomado a Macri como a uno de ellos. El episodio político generado por el corte de la autopista Illia por parte de un grupo minoritario de quienes viven en la Villa 31, es un ejemplo de esta situación.
El tema de la Villa 31 es de una enorme complejidad. Cualquier solución debe pasar por contemplar en forma prioritaria a sus habitantes.
Para ello, hay que hacer política en serio. Debería ser un trabajo conjunto entre el Estado nacional y municipal para encarar acciones mancomunadas de amplia raigambre social. Nada de esto es lo que está ocurriendo. Muy por el contrario, lo que se ha visto es la pelea con aires de camorra que protagonizaron en A dos voces el ministro de Justicia, Aníbal Fernández, y el jefe de Gabinete del Gobierno de la Ciudad, Horacio Rodríguez Larreta. ¡Lamentable! Las consecuencias de todo esto son terribles, ya que estos asentamientos se transforman en tierra de nadie, en donde la gente honesta que allí mora, que es amplia mayoría, se ve sometida al accionar de punteros políticos de la peor calaña que fomentan la marginalidad y sus derivaciones.
En la semana la Presidenta tuvo la oportunidad de hablar con Barack Obama, quien la llamó para agradecerle su carta de felicitación por su triunfo electoral. La Dra. Fernández de Kirchner ha expresado su simpatía por Obama. Tal vez sería bueno que, junto con esa simpatía, la Presidenta abrevara en la cultura política del presidente electo de los Estados Unidos que, en uno de sus primeros actos, convocó a dialogar a su rival en la dura contienda electoral, John Mc Cain, algo que ni ella ni su marido nunca hicieron.
Producción periodística: Guido Baistrocchi.