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El Cumple de Juancito

Evito ir a presentaciones de libros. Las hubo buenas, pero en general son tan pésimas que hasta el presentador termina sintiéndose parte del público, lo que para el público suele ser algo frecuente y natural, pero para quien ha gastado su vida tratando de constituirse como escritor, –que viene a ser todo lo contrario el público–, es un trance amargo del que sale prometiéndose que esa sí, de verdad, ha sido la última vez que uno presenta o mira presentar un libro.

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Evito ir a presentaciones de libros. Las hubo buenas, pero en general son tan pésimas que hasta el presentador termina sintiéndose parte del público, lo que para el público suele ser algo frecuente y natural, pero para quien ha gastado su vida tratando de constituirse como escritor, –que viene a ser todo lo contrario el público–, es un trance amargo del que sale prometiéndose que esa sí, de verdad, ha sido la última vez que uno presenta o mira presentar un libro.
Evito ciertos lugares. Entre ellos, la inconsultamente llamada Casa del Escritor de la calle Lavalleja. Ubicada bien a trasmano y en el corazón de Villa Crespo, es otra aventura telermaníaca, inaugurada de apuro en octubre de este año, junto a medio centenar de obras inconclusas, o sin finalidad, y muchas de ellas inconclusas y sin más finalidad que convocar gente sumisa y dispuesta a posar para la foto preelectoral.
Pero en diciembre, y junto a Daniel Guebel, bajamos a la Casa del Escritor a presentar obras de autores patagónicos. Muchos habrán pensado que estábamos retribuyendo las atenciones de Marcelo Eckhardt y Walter García Moreno, que fueron nuestros anfitriones en Madryn, Trelew y Puerto Pirámide, pero la lectura de sus textos y de los del poeta comodorense Jorge Spíndola convenció a un público de curiosos porteños de que no sólo más allá de la General Paz, sino también más abajo del puerto de Ingeniero White, donde destella Sergio Raimondi, hay una literatura en germen que no necesita de la feria de vanidades porteña para ir encontrando su camino.
Días antes, al cabo de una charla en el Malba, fui interpelado por tres turistas franceses que habían llegado a mi charla por el anuncio de una revista de turismo que regalaban en su hotel. Querían saber algo sobre la influencia de la dictadura en mi obra. Les dije la verdad.
Al cierre de la presentación de Villa Crespo otros tres turistas, esta vez científicos cubanos, se nos acercaron. Cualquiera de ellos sabía mas de nuestra literatura que el Ministro de Cultura de Buenos Aires y que Secretario de Cultura de la Nación. Días después recibí un mail del astrofísico César Terrero del que transcribo este párrafo: “Me preguntaste qué opino de Hawking. Sus resultados abrieron líneas de investigación en la física moderna pero deberías saber que el hombre del momento es un argentino: Juan Maldacena. Este año se cumple el décimo aniversario de su resultado más importante: la conjetura de una dualidad entre teorías de partículas y teorías de gravitación. Conocida como la dualidad de Maldacena, ha sido el resultado más importante en la física de las altas energías en las últimas décadas…” ¡Feliz cumple paisano!