COLUMNISTAS
LA PROFUNDA CRISIS DE LA SELECCION

El fracaso en la elección de un modelo

Sigo pensando que la idea de poner a Diego Maradona al frente de la Selección tenía lógica. Por lo menos, los argumentos que se dieron fueron válidos. El principal grupo de jugadores no tiene identificación con el hincha común de fútbol porque no juegan acá.

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Sigo pensando que la idea de poner a Diego Maradona al frente de la Selección tenía lógica. Por lo menos, los argumentos que se dieron fueron válidos. El principal grupo de jugadores no tiene identificación con el hincha común de fútbol porque no juegan acá. Agüero apenas estuvo dos años en Independiente, Messi se fue a los doce años, Tevez debutó en 2001 y se fue tres años más tarde, Mascherano y Maxi Rodríguez lo mismo. El que sí jugaba acá, Riquelme, siempre fue un foco de conflicto. A tal punto de que no está en la Selección por decisión propia.


Basile no fue capaz de armar un grupo homogéneo ni le transmitió pasión por la camiseta. ¿Quién llevó esa camiseta como nadie y la puso en lo alto siempre, ganando o perdiendo? Maradona. La foto de México ’86 en la que lo llevan en andas con la Copa del Mundo en las manos alrededor del campo del Azteca es tan emocionante como las lágrimas de Italia ’90, con la antipática medalla del segundo lugar pendiendo cerca de su pecho. Ese es Maradona y eso fueron a buscar cuando lo buscaron quienes lo buscaron. El tema es que lo designaron a él solo. Dijeron que Bilardo iba a ayudarlo y no lo hizo. Pidió a Ruggeri y no se lo dieron. Bilardo puso a Lemme y Diego a Mancuso. Por lo visto, Maradona está demasiado solo y la táctica y estrategia lo superan. Decir que no sabe es ridículo. Es imposible que el tipo que mejor jugó este juego en la historia no sepa. Insinuarlo es una estupidez

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El tema es que el fútbol moderno necesita más que arengas, carisma y conocimientos primarios. Necesita un equipo que tenga planes. La Selección no tiene ninguno o tiene uno muy fácil de controlar. El principal responsable es Maradona. Pero no es el único. Y no es el único porque Diego ya no juega y porque recibió como herencia la nada misma. Hace cinco años que la Selección viene barranca abajo, con tácticas y estrategias obsoletas.
Se dice casi sin pensar que la Argentina “tiene el mejor plantel del mundo”. ¿Es realmente así? Cuando empezamos a enumerar a ese “mejor plantel del mundo”, decimos: “Messi, Tevez, Agüero, Maxi Rodríguez… hummm… Mascherano… esperá… Gago… Demichelis… ufa, no me acuerdo”… Y se terminó. La realidad indica que tenemos tres jugadores de elite –Messi, Tevez y Agüero–, y juegan en la misma posición. Es más, pese a que lo dejó ir el Manchester United, Tevez es un jugador de nivel internacional. Aquí se escribió –y se sostiene– que Tevez y Agüero no pueden convivir entre once, salvo alguna coyuntura muy especial.
Del resto, ¿qué decir? Agarrársela con Heinze queda cómodo y está de moda. Pero al Gringo lo mandaron a jugar de lateral, él no lo pidió. De central puede jugar perfectamente. El asunto se le complica cuando tiene que trasladar. El resto está en una medianía que nos iguala con selecciones que históricamente estuvieron por debajo, como Paraguay o Chile. Coloccini y Jonás Gutiérrez no se destacan en Europa. Milito recién llegó al Inter y mete goles, pero cuando se pone la camiseta argentina parece un principiante. La dupla Domínguez-Otamendi sufrió en carne propia y en el peor partido las diferencias notables entre el fútbol local y el internacional. Domínguez lo padeció en Asunción, con la velocidad de Haedo Valdez.


Pero si se bucea más profundo, se encontrará con que desde 2004 las cosas van para abajo. Retrocedimos táctica y estratégicamente en cuanto al resto del mundo desarrollado y se perdieron partidos y puntos que duelen. En tiempos de Pekerman, ganar de visitante se nos hacía muy complicado. Después de un Mundial mediocre, Grondona le dio una nueva chance a Basile, pensando en aquello de la continuidad del estilo. Salvo un par de detalles (nunca más jugó Sorín, volvieron Zanetti y Verón), todo siguió igual. Riquelme fue el centro del equipo, la razón de la existencia de la Selección. Jugando bien o mal, Román siempre estaba, mientras que a tipos como Crespo –por citar un caso– no se los convocaba porque “no está jugando”. El volante de Boca, en cambio, fue tenido en cuenta aun cuando estaba inactivo.
Esto no sólo minó la salud del grupo, sino que destrozó cualquier plan B. Argentina pasó mucho tiempo sin ganar, jugó pésimo y, lo que es peor, no generó reemplazantes de la “generación Passarella”. Esa fue una generación de brillantes futbolistas que no pudo ganar títulos, pero jamás estuvieron por quedar fuera de un Mundial. Siempre clasificaron con holgura. Gente como Ayala, Sensini, Almeyda, Zanetti, Sorín, Simeone, Crespo, Batistuta, el Kily González, Verón u Ortega no fueron reemplazados con la misma eficacia…
Hoy no está Riquelme y el equipo no existe como tal, lo cual expone de manera brutal el tremendo error de haber armado equipos alrededor de un solo jugador y con un único y anacrónico estilo.
Estamos en una crisis profunda. Va más allá de Maradona o de si entramos o no al Mundial, está más allá de si está bien convocar a Heinze o no. Hay un serio problema estructural, la dirigencia fracasó en la elección del modelo de juego a seguir después de Bielsa. Maradona se encontró con la nada y está remando con remos rotos y sin todo el conocimiento que se necesita.
Y agotaron “la cantera inagotable”. No tenemos la cantidad de jugadores de jerarquía que creemos tener. Este momento de la historia nos toma pobres de fútbol, de espíritu y de ideas.
Hay que saberlo, para empezar de nuevo. Insisto, vayamos o no al Mundial.