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Arte contemporáneo

El mercado de las figuritas

06-11-2021-logo-perfil
. | Cedoc Perfil

Hace veinte años una exposición organizada por la Royal Academy de Londres incluyó una obra de Maurizio Cattelan, La Nona Ora, cuyo título hace referencia al momento, las tres de la tarde, cuando para los cristianos, Jesús dice: “Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”. La instalación, en su día, dio para mucho. Se trata de una escultura hiperrealista de Juan Pablo II, vestido con la sotana blanca mientras sostiene la férula en la mano y yace vencido, aplastado, por un meteorito que ha hecho blanco en su cuerpo. A su alrededor el suelo está sembrado por fragmentos de vidrios que dramatizan el impacto al romper un supuesto techo de cristal. 

La instalación dio pie a muchas opiniones, empezando, claro, por las religiosas, pero las procedentes de la crítica le restaban mérito de ruptura por el hecho de estar expuesta en los salones de la academia. Ahí, precisamente, se proyectaron en su día los nuevos plásticos del Young British Artists, promovidos por el publicista Charles Saatchi. Quizás el artista de ese movimiento que más vínculo tenga con Cattelan sea Damien Hirst, célebre por su tiburón embalsamado por el cual un coleccionista llegó a pagar 12 millones de dólares. El crítico Robert Hughes, quien tildó a Hirst de pirata, equiparó su obra al peor Warhol y le concedió una gran habilidad como manipulador, considerando a los compradores de sus obras como meros aspirantes a coleccionistas que se sienten ignorados si no cuentan con un Hirst en su colección. Decía Hughes que podría haber tenido un punto si Hirst, al menos, hubiera pescado el tiburón, pero éste fue capturado por un pescador australiano pagado por Saatchi. La obra comprada por el bróker americano Steve Cohen acabó descomponiéndose. Ante esto Hirst no titubeó: se limitó a cambiarlo por otro escualo.

El año pasado se subastó en Christie’s la primera obra de arte íntegramente digital. Se trata de un collage de millones de bytes montados en un archivo JPG creado por el artista Mike Winkelmann, conocido como Beeple. El precio de venta rozó los 70 millones de dólares consolidando el llamado arte exclusivamente binario y conocido como NFT (Non-Fungible Token), entendiendo por “token” una unidad de valor basada en criptografía, como por ejemplo la criptomoneda Ether, una de las formas de pago para adquirir estas obras.  

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En un breve ensayo sobre arte, César Aira plantea que el arte contemporáneo es una fuga hacia adelante intentando eludir la reproducción. Es imposible para revistas o catálogos exponer en sus páginas fotografías de muchas obras, ya que éstas son instalaciones de las cuales la limitación está en el registro de un aspecto de las mismas. 

Las figuritas NFT, lejos de eludir la reproducción, se regodean en ella y la diferencia entre el poseedor de la obra y la versión JPG que se puede recibir por Whatsapp o Telegram, ver en Twitter o en Instagram, es que el propietario tiene un contrato de posesión que se emite en el momento de la compra, pero cualquiera puede observarla con la misma textura, técnica y luz sin necesidad de visitar, por ejemplo, el palacio Doria-Pamphili de Roma para ver el original del retrato del Papa Inocencio X de Velázquez. Un cromo NFT aparece en la pantalla de cualquier celular o en una tableta: el soporte es digital sin que existan diferencias entre original y copia.

Hay quienes están hablando de llevar estas obras a los museos. La crítica Estrella de Diego opina que la intención de llevar el street art a los museos, es un despropósito ya que el lugar de esos trabajos es la pared del barrio en las que su autor los pintó. Sacar los NFT de los celulares es una operación similar

En los años ochenta, cuando Juan Pablo II visitó Argentina, el grupo de grafiteros Los Vergara firmó una intervención cerca de la plaza Houssay. El grafiti decía: “Viene el papa, viene Cristo. Se va el papa, ¿se va Cristo?”. El tiempo lo fue borrando sin que a nadie se le ocurriera llevarlo a un museo como al Papa de Velázquez o la versión de que hizo Bacon de ese cuadro y que está en la Tate.

*Escritor y periodista.