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la revolucion de al jazeera

El micrófono de Alá

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“Al Jazeera es un enemigo de Estados Unidos. Sus periodistas son voceros de Saddam Hussein y de Bin Laden.”
Donald Rumsfeld, jefe del Pentágono, en Control Room, documental sobre Al Jazeera y la invasión a Irak de 2003.

Desde que estalló el despertar del mundo árabe contra las teocracias, monarquías, sultanatos y demás eufemismos de dictaduras, en Estados Unidos empezó a crecer la influencia de Al Jazeera y los medios norteamericanos redescubrieron la importancia de la mayor cadena de noticias del mundo islámico. “Lo que Estados Unidos necesita de Al Jazeera”, tituló la revista Time. “Las lecciones de Al Jazeera”, agregó el diaro New York Times. “Miremos Al Jazeera”, sumó el periódico The Boston Globe. “La revolución de Al Jazeera”, completó el semanario Foreign Policy.
El periodismo de periodistas que inundó en las últimas semanas todos y cada uno de los medios estadounidenses, obedece a una simple razón: el canal de noticias fundado en Qatar fue el único que pudo transmitir en vivo y en directo con cronistas acreditados en Túnez, Egipto, Libia, Bahrein, Yemen, Argelia y cualquier otro rincón de una región en llamas. Por primera vez en la historia de la televisión norteamericana, Fox, CNN y las demás cadenas de noticias coindieron: todas tenían imágenes de la señal que transmite desde Doha y en las pantallas se leía “informa Al Jazeera”.
La primera cadena de noticias que transmitió durante 24 horas en árabe, fue fundada hace 15 años, cuando un grupo de periodistas había quedado desempleado luego de que la BBC decidiera retroceder con su proyecto de transmitir en vivo para los países de la Península Arábiga. Curiosamente, Al Jazeera significa “La Península” y empezó su camino con una inversión de 137 millones de dólares provista por el emirato de Qatar. Sheik Amad, su fundador, les dijo a sus periodistas al momento de lanzar el nuevo canal: “Digan lo que ven, cuenten lo que sepan. Un poco de disconformidad de los gobiernos será un precio muy bajo para ganar libertad”.

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No es casual que la señal que tiene 220 millones de espectadores en todo el mundo haya florecido en suelo qatarí, un emirato que mantiene los mayores índices de apertura política y económica de la región. El objetivo era llegar a 2001 con un plan de negocios que pudiera autofinanciar los proyectos. Y fue precisamente ese año el que depararía un bautismo de fuego internacional. Los atentados del 11 de septiembre de 2001 pusieron el foco periodístico sobre el mundo islámico, y fueron los informes de Al Jazeera, especialmente los que anunciaban declaraciones de Osama Bin Laden, los que más atención reclamaban. Por esos días se gestó una imagen asociada a los terroristas de Al Qaeda y muchos medios occidentales desconfiaron de la cadena de Doha. El tiempo demostraría que ese vínculo, para los cronistas de Al Jazeera, sólo tenía valor periodístico.

Pero eran tiempos de George Bush en la Casa Blanca y la crispación contra la cadena árabe iba en aumento. La enemistad se disparó en medio de la invasión a Irak, porque el canal fue el único medio de todo el mundo que puso en pantalla las víctimas civiles de los bombardeos de Estados Unidos y sus aliados, mostrando la crueldad de Washington. Más tarde, se conocería que Bush había analizado atacar las oficinas centrales en Doha en 2004.
Pasaron los años y la señal se iba convirtiendo en el medio más respetado por los árabes, al permitir un espacio de debate y pluralismo, muy poco frecuente. Hasta que los gobiernos de la región quedaron en la mira. Y lo que antes había dicho Bush, ahora lo repetía el egipcio Hosni Mubarak y el libio Muamar Kadafi: los de Al Jazeera no son periodistas, son terroristas.

El canal hoy retransmite a más de cien países y tiene 400 periodistas en todo el mundo. Uno de ellos, quizá el más emblemático, es John Rushing. En 2003, Rushing era el vocero de los marines que quería mostrarse como una cara amable para el mundo árabe. Sus intervenciones –y contradicciones– quedaron registradas en Control Room, un excelente documental que muestra el rol de Al Jazeera en la invasión a Irak. Rushin hoy trabaja para Al Jazeera. Periodismo puro.