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El narco buscado por la DEA que cayó por el fútbol

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Marset. El narco uruguayo jugaba en el club Los Leones del Torno, de Bolivia. Lo vieron y lo fueron a buscar. | cedoc

La noticia no salió en las páginas de deportes, pero debería. Es cierto, el tipo es narco, estaba prófugo y lo buscaba hasta la DEA. Que hace unas semanas le hayan dedicado un buen despliegue en la sección Policiales es razonable. Pero digamos todo: cayó por el fútbol. Es decir, por jugar al fútbol. Y no en un equipo cualquiera: jugaba de manera profesional en el club Los Leones del Torno de la liga de Santa Cruz de la Sierra, en Bolivia.

Sebastián Marset, uruguayo, 32 años, tiene pedido de captura en cuatro países desde hace tres años por manejar el tráfico de drogas por la hidrovía del Paraná y está acusado del asesinato del fiscal paraguayo Marcelo Pecci en mayo de 2022. Sin embargo, cada semana se ponía la casaca azul con el 23 en la espalda y jugaba partidos oficiales para Los Leones del Torno. Su coartada fue usar otra identidad: Luis Amorim, nacido en Brasil (si inventamos, inventamos bien: delantero y brasileño). Lo más notable es que los encuentros eran transmitidos por las redes sociales. Así, a través de un video, descubrieron al narco que se creía impune.

Marset vivía en una mansión en Santa Cruz de la Sierra junto con su esposa, Gianina García Troche, y sus tres hijos. Allí lo fueron a buscar las autoridades bolivianas cuando descubrieron que el jugador número 23 en realidad era Sebastián Marset. Sin embargo, cuando llegaron no estaban ni él, ni su pareja, ni los pibes. En el operativo la policía allanó ocho propiedades e incautó un arsenal: 17 fusiles, una pistola, 1.915 municiones, 28 cargadores para diversos tipos de armas, cuatro chalecos antibalas, una moto, 31 vehículos y cuatro cuatriciclos. En el jardín de la casa del narco encontraron animales exóticos. Todo muy Tony Montana.

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Antes de jugar para Los Leones del Torno, el narco uruguayo tuvo otra experiencia como jugador profesional. Fue en 2001, cuando fichó para Deportivo Capiatá, un club que llegó a estar en la Primera de Paraguay y que en 2014 enfrentó a Boca en la Copa Sudamericana. La llegada de Marset al Capiatá tiene el estilo narco: prometió que una de sus empresas se iba convertir en sponsor del club, algo que nunca ocurrió, y además le pagó 10 mil dólares a su compañero Julio Irrazábal para que le cediera la camiseta número 10. Después de jugar seis partidos, dejó de ir a los entrenamientos sin ningún aviso.

Ahora, mientras sigue prófugo, Marset hace circular videos en los que, por ejemplo, menciona a los policías que recibieron dinero para que lo ayudaran a escapar. 

Desde la clandestinidad se burla de todos y todas. 

Los únicos que hasta ahora pagaron por la fuga del narco fueron Los Leones del Torno: la Asociación Cruceña de Fútbol decidió descender al club a la tercera categoría por haber permitido que un futbolista jugara con una identidad falsa.