La ciudad portuaria de Tianjin fue el escenario, del 31 de agosto al 1° de septiembre de 2025, de la 25ª Cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) que reunió a una docena de líderes, incluyendo a los presidentes Putin de Rusia y el primer ministro Modi de India.
La OCS, fundada en 2001, experimentó una notable expansión, incorporando a India y Pakistán en 2017, Irán en 2023 y Bielorrusia en 2024, sumando un total de diez miembros plenos. La organización representa el 40% de la población mundial y más del 30% del PBI global. Así, se ha convertido en la mayor organización regional del mundo, con 26 países participantes y un volumen económico combinado cercano a los 30 billones de dólares.
A diferencia de la OTAN, la OCS no tiene una cláusula de defensa recíproca. Su filosofía se basa en el “Espíritu de Shanghái”: confianza mutua, beneficio recíproco, igualdad, consultas, respeto a la diversidad de civilizaciones y búsqueda del desarrollo común.
En este marco, el discurso de Xi Jinping abogó por un “mundo multipolar igualitario y ordenado” y una “globalización económica universalmente beneficiosa e inclusiva”, rechazando explícitamente la “mentalidad de la Guerra Fría, la “confrontación entre bloques y los actos intimidatorios”.
Un aspecto central de la cumbre fue el significativo acercamiento entre India y China, marcando la primera visita de Modi al gigante asiático en siete años. Xi enfatizó la importancia de la cooperación, declarando que “el dragón y el elefante deben bailar juntos” para el desarrollo de las relaciones bilaterales.
¿Fue este acercamiento resultado de las políticas de Trump, quien impuso aranceles del 50% a India por la compra de petróleo ruso? Para Michael Froman en Xi, Modi, Putin, and the New Geopolitics Trump “arriesgó socavar décadas de construcción de asociación estratégica entre Estados Unidos e India, empujando efectivamente a la India más cerca de China”.
Como cierre de la cumbre, el 3 de septiembre, se realizó un masivo desfile militar para conmemorar el 80º aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial. Este desfile, descrito como el “más grande en la historia de ese país”, exhibió un impresionante poderío armamentístico y sirvió como una contundente demostración de fuerza global. El despliegue incluyó drones aéreos y submarinos, misiles hipersónicos diseñados para atacar barcos a cinco veces la velocidad del sonido, un nuevo misil balístico intercontinental DF-61 (capaz de llevar ojivas nucleares), y el DF-5C (con mayor alcance y capacidad para 12 ojivas). También se mostraron misiles balísticos como el Dongfeng-26D, conocido como “asesino de Guam”.
La presencia conjunta de Xi Jinping, Vladímir Putin y Kim Jong-un en la tribuna principal fue especialmente notoria y descrita por Walter Fojo de BBC News como un “encuentro inédito”. Xi enfatizó que “el pueblo chino es un pueblo que no teme a la violencia” y que China “no se dejará intimidar”. Trump validó esta apreciación al reaccionar en su red social sugiriendo que los tres líderes “conspiraban contra los Estados Unidos de América”.
Corresponsales en situ como James Landale (BBC) interpretaron el desfile como un mensaje de China para consolidar un nuevo orden mundial y Nina Jrushcheva señaló que Putin habría logrado “una victoria” tras el aislamiento occidental.
Otras apreciaciones como la de Joseph Torigian, destacan que tanto Xi como Putin buscan usar la memoria de la guerra para “inocular a las generaciones futuras contra los valores occidentales y legitimar el orden mundial que imaginan”. Por su parte, Ryan Hass, observó que Xi busca “la aceptación de China como potencia mundial central y revisar el sistema internacional”.
En definitiva, la cumbre de la OCS y el desfile militar chino, liderados por Xi Jinping, actuaron como pilares fundamentales en la proyección aspiracional de un nuevo orden global en construcción.
*Profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad de Buenos Aires y la Universidad Austral.