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El sueño roto de un nuevo rico

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Lázaro Báez ve alejarse su sueño de ser socio. Se le escapa como el agua entre los dedos. Intuye que ya no pertenecerá nunca al club de los empresarios de las obras públicas que sobreviven a todos los gobiernos. Lo ansiaba. Y ahora, con la ilusión perdida por el impacto de las denuncias de corrupción, farfulla a sus íntimos que los miembros de aquella élite son quienes alientan las acusaciones en sus contra.
No le preocupa la transparencia sino los negocios.
La bronca a su alrededor no arrastra apellidos como Lanata, si no otros como Roggio, Wagner, más cercanos a la Cámara Argentina de la Construcción que a los medios de comunicación.
Como nunca antes, Báez había creído que acariciaba el ingreso al club cuando cerró el acuerdo con la empresa china Sinohydro para la construcción de una represa en Santa Cruz. China le abría la puerta para un financiamiento que lo llevaba a las ligas mayores de la obra pública. Aquel modesto empleado del Banco de Santa Cruz que había anclado su suerte a Néstor Kirchner, que había ascendido vertiginosamente hacia la cima de los negocios patagónicos, veía entonces abrirse las puertas del club.
Y de pronto el sueño se oscureció.
Esta semana Báez desplegó un contraataque. Hizo entrar a los periodistas a una de sus propiedades. Y sus abogados reforzaron la respuesta judicial: Nicolás Guzmán y Gabriel Gandolfo desde la Capital Federal, y Juan Pablo Gregori y Luis Navarro en Río Gallegos. Además, para reducir daños, Lázaro Báez abrió una brecha profunda con su contador Daniel Pérez Gadín para que cada uno explique por su cuenta sus negocios en los tribunales. “Yo tengo campos, pero todos en el sur”, se diferenció frente al comité de crisis que combina abogados con encargados de prensa.
En contra de aquello que Báez intenta demostrar, en el juzgado de Guillermo Casanello creen que las pruebas que se acumularon en los allanamientos van a terminar por probar el vínculo entre el empresario y la financiera SGI, acusada de lavar dinero en el exterior. Será la definición de un round. De cualquier forma insuficiente para recuperar el sueño de integrar el club.