En el conurbano bonaerense (especialmente en la Tercera sección electoral pero también en parte de la Primera) se escuchan voces alarmantes. Intendentes que no apoyan a Cristina Kirchner y están preocupados porque en sus municipios la ex presidenta llega a medir en las encuestas hasta 50% de intención de voto. Se repite el mismo comentario: cierra un comercio por semana y una pyme por mes en cada barrio. En diciembre pasado repartieron comida para descomprimir las repetidas amenazas de desborde de fin de año. Vaticinan que si Cristina ganara en octubre, las posibilidades de estallido social el próximo diciembre no se sofocarán con comida.
Con más deseo que pensamiento, sectores del peronismo bonaerense especulan hasta el delirio con que Cristina o Massa quieren ser legisladores (el mandato de Massa como diputado vence este año) porque no descartan una renuncia de Macri y que el Congreso tenga que elegir entre sus miembros a quien termine el mandato, como sucedió a fines de 2001. Sin escandalizarse dicen que esa es la apuesta de Cristina: volver a ser presidenta pero no por elección, eludiendo así la imposibilidad que le impondría un ballotage, ya que una cosa es el conurbano bonaerense y otra el país completo, donde su intención de voto es menos de la mitad.
Un amigo de Macri le pidió que fuera a un shopping para ver cuántos negocios cerraron en un año
El radialista Baby Etchecopar, muy escuchado por sectores medios bajos, sintetizó en un editorial de su programa, que luego se viralizó en la web, el sentimiento de quienes votaron en 2015 por Cambiemos en el Conurbano, permitiendo que Vidal fuera gobernadora y Macri presidente, y hoy están desencantados. Dura cuatro minutos y más allá del lenguaje emocionalizado de Etchecopar, transmite crudamente la opinión de un sector no K que incorpora la acusación sobre que Macri y mucho de su entorno no comprende el mundo de los que menos tienen.
Vivir en un taper como metáfora del micromundo de Macri no es solo una carencia de quienes tienen un estilo de vida country, como define Etchecopar. El filósofo alemán Peter Sloterdijk desarrolló una fenomenología del espacio (físico o imaginario): la esferología. Para él, “vivir es crear esferas” en las que anidamos, son nuestra forma de estar-en-el-mundo, un hábitat de intimidad compartida, que también constituye un albergue metafísico y un sitio donde las personas podemos existir como quienes realmente somos.
No es necesariamente un lugar físico: el Conurbano o el country, sino un lugar relacional. El mejor ejemplo es el de un muy amigo de Macri quien, en términos de Etchecopar, también podría ser integrante de la cultura country porque es más rico que el Presidente. Este amigo le rogó a Macri que sin mucha custodia, cámaras ni avisar, lo acompañara a algunos shoppings, y no del Conurbano, para que viera con sus propios ojos la cantidad de locales que fueron cerrando en el último año y medio.
Macri no fue porque la seguridad presidencial crea escudos de protección cada vez más herméticos no ya por un piedrazo de un desocupado sino, principalmente, por un atentado del narcotráfico, como sucedió en Colombia en el pasado, donde asesinaron en plena campaña presidencial a Luis Carlos Galán y al responsable de combatirlos, el ministro de Justicia Rodrigo Lara Bonilla.
Pero la acusación de vivir en un taper: “ustedes no entienden a los pobres” o “ustedes no ven la realidad” de Mirtha Legrand en su reportaje a Macri de marzo pasado, va haciéndose verosímil cada vez para más gente. El argumento de Cambiemos sobre que Cristina tiene en la provincia de Buenos Aires un techo del 35%, como si fuera poco, omite que su techo a comienzo de año era del 25% y se esperaba que no fuera candidata porque no querría perder la elección. Ese era el escenario cuando Randazzo no imaginaba que Cristina fuera a ser candidata para tampoco arriesgarse a perder en una interna con su ex ministro si suficientes no kirchneristas votaran en las PASO del peronismo solo para que ella no ganara.
Pero ese techo de enero del 25% para Cristina no era tan techo y quien posibilitó ese estiramiento fue la economía, que en el conurbano bonaerense aumentó la desocupación e hizo caer el consumo.
En el Gobierno muestran números diferentes: crecimiento del 3% del producto bruto para 2017: “El más alto de todos los países fuera de Asia”, como sostuvo el Jefe de Gabinete, más el aumento de la inversión y de la recaudación del IVA. Pero al igual que se dice que hay dos Europas, una de crecimiento rápido como Alemania y otra de crecimiento lento como la de los países más pobres, también hay dos Argentinas y donde se presenta Cristina Kirchner como candidata es en la Argentina ya no de lento crecimiento sino de decrecimiento.
Hay Argentinas que van a diferentes velocidades. Cristina se presenta no en la que crece lento, sino en la que decrece
El Gobierno puede estar confiado en el rumbo y en los resultados que obtendrá en el mediano plazo, pero en el corto plazo si Cristina hiciera una muy buena elección en octubre, la situación política puede arrastrarlos a un síndrome donde un hecho negativo desencadene otro y otro más.
Una idea recurrente que produce el mismo efecto del taper es que Macri sea terco, caprichoso es la palabra que usan quienes no lo quieren. Que cuanto más lo empujan para torcer el rumbo, más se obsesiona con mantenerlo fijo. Probablemente no se pueda ser presidente sin ser un poco terco ni sin pagar el precio de irse encerrando en un taper, porque al haber tantas Argentinas los reclamos de todos pueden resultar paralizantes en quien puede decidir un solo rumbo.
Si en octubre el kirchnerismo hiciera una elección mediocre y entrara en su definitivo ocaso, la estrategia de Macri de taparse los oídos con cera será juzgada de una manera muy diferente a si Cristina resurge y se convierte en la principal candidata a disputarle su reelección en 2019. Cristina y Macri son tomadores de riesgo, no podrían haber llegado a donde llegaron sin serlo. Pero el futuro reserva lugar para uno solo.