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Agenda 2030

El terraplanismo político

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Milei. Rechazó los objetivos de desarrollo sostenible. | AFP

En el segundo debate el candidato Milei en el eje de desarrollo humano, expresó su rechazo a la Declaración de Naciones Unidas denominada “Transformado el mundo” que contiene la Agenda 2030, es decir la convocatoria a la realización de diecisiete objetivos de desarrollo sostenible y sus 169 metas.

Esta Declaración de la ONU, fue adoptada en 2015 de manera unánime por todos los países, de izquierdas a derechas, liberales y conservadores, democráticos y autocráticos, todos. Por eso es que hoy es la columna vertebral de toda la política internacional. Por ejemplo, la Unesco ordena toda su estrategia a partir del ODS Cuatro y de igual modo el resto de los organismos que intentan promover impacto en las políticas públicas nacionales.

Es por ello, que desde el año 2016, en todo el mundo se trabaja en pos de los objetivos que apuntan a mejorar las condiciones de vida de la humanidad, apuntalando el progreso de todas las sociedades del planeta.

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La Agenda 2030 es propuesta de trabajo, que conjuga una perspectiva de promoción de DD.HH. en sociedades que garanticen calidad de vida y cuidado al ambiente, en una lógica de alianza intergeneracional, entre nosotros y las generaciones futuras, para que el uso de recursos actuales no afecte a nuestros hijos.

Ahora bien, dentro de los ODS, hay objetivos vinculados a la mejora de la calidad de vida de las personas, como los vinculados a la lucha contra la pobreza, el hambre, la promoción de salud, educación de calidad o trabajo decente. Así como otros relativos al cuidado de los recursos naturales, como ser los relativos a agua limpia, saneamiento, acción por el clima, vida submarina o ecosistemas terrestres; pero para que eso suceda se hace foco en la vida en sociedad y los modos de convivencia, por eso hay objetivos que hoy su relevancia se potencia, como el crecimiento económico, producción y consumo responsables o la promoción de paz, Justicia e instituciones sólidas, tan necesarias en este mundo en guerra, violento y convulsionado.

Del monitoreo permanente que se efectúa desde gobiernos, empresas y sociedad civil surge información valiosa para emprender transformaciones y mejoras, pero también datos más que alentadores: el mundo consiguió en este tiempo reducir la pobreza. Aunque Argentina haya aumentado notablemente la pobreza e indigencia, por malas políticas locales, lo que marca que existen maneras exitosas de generar progreso y crecimiento “sin dejar a nadie atrás”.

¿Puede alguien, en su sano juicio, oponerse a tales deseos y compromisos?

Parece que sí. Pero hacerlo desnudó al candidato en un preocupante desconocimiento como el expresado sobre la posibilidad de la contaminación de ríos o la negación del cambio climático, que solo evidencian la falta de rigor y una elevada cuota de fanatismo.

La postura contraria a la Agenda 2030, provoca distancia con la agenda internacional y los debates por la construcción de futuro, que son los que nutren todos los escenarios mundiales.

Quienes aspiran a gobernar deben entender que los compromisos están hechos para cumplirse, no para romperse. Al margen de las posiciones personales, los Estados tienen responsabilidades para con sus pueblos y los demás Estados, por ello están obligados a cumplir sus acuerdos fundamentales planteados en su Constitución, así como los instrumentos ratificados internacionalmente.

En el caso de Argentina, tanto la Constitución Nacional, como acuerdos internacionales mandan a los gobiernos al cuidado del ambiente, negarlo, agrega ilegalidad al desconocimiento.

Sería una pena que el terraplanismo político margine a nuestro país a ser el único fuera del mejor consenso alcanzado por la comunidad internacional en décadas.

Debemos ser serios para cambiar este doloroso presente, convocándonos a todos al desarrollo sostenible para la posteridad.

*Miembro del Consejo de Gobierno de Unesco-Iesalc.