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Ellos son la Patria

El componente fascista del kirchnerismo sigue en su camino hacia el sueño alocado del poder total.

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El Cámpora. | Pablo Temes

Si alguien se enoja, vamos a elecciones y es la sociedad la que define” dijo Máximo Kirchner el viernes pasado en medio de la marcha del operativo clamor que, con la excusa de una nueva conmemoración del “Día de la Memoria por la Verdad y la Justicia” organizó La Cámpora, a la que nada le importó el reclamo de Estela de Carlotto que no se utilizara el 24 con una finalidad electoralista. Nada, absolutamente nada le importó a la agrupación que ahora lidera Lucía Cámpora, sobrina nieta del expresidente Héctor J. Cámpora.

Esta afirmación del diputado Kirchner representa una claudicación respecto de la exigencia de la expresidenta en funciones de desplazar a Alberto Fernández y evitar una interna. Los voceros de esta campaña son no sólo el hijo de la vicepresidenta, sino también Andrés “Cuervo” Larroque, quien una vez por semana concede reportajes en los medios K y los medios públicos transformados en algo más parecido a una topadora, para demoler la figura del primer mandatario.

De persistir en su actitud, el Presidente le habrá asestado un duro golpe a Cristina Fernández de Kirchner, quien está ejerciendo toda la presión que le es posible para que Alberto Fernández decline su postulación a la Presidencia. Su criatura política lo disfruta en silencio y se ilusiona con dejar sin opciones a su mentora. El enfrentamiento es total.

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Todo lo que viene haciendo el Gobierno en materia económica es fallido. “Si tengo que devaluar, renuncio”, se supo que dijo el ministro de Economía en medio de las presiones para que así lo hiciera. Lo curioso es que hay devaluaciones todos los días. Y son devaluaciones que ocurren no solo del dólar blue sino también del dólar oficial. Forma parte del humo que vende Massa en su presumido papel de “salvador” del Gobierno. La realidad lo viene castigando duro.

Un salto de calidad

La medida adoptada esta semana de obligar a los organismos públicos a pesificar sus bonos en dólares es un manotazo de ahogado. Se sabe que el ministro de Economía consultó la medida con CFK quien, obviamente, dio su visto bueno. Es una demostración que a la vicepresidenta –una jubilada vip que con su doble pensión de privilegio se lleva más de $ 9 millones– mide las cosas con doble vara. Nada que sorprenda.

Si esta medida hubiera sido tomada por la oposición, la jubilada vip hubiera castigado a ese eventual gobierno en palabras y acciones. El país estaría incendiado. Para la colección personal de los vaivenes del ministro de Economía quedan sus declaraciones públicas de archivo: “Soy el único que puede ir a un centro de jubilados y mirarlos a los ojos”. Habría que avisarle que esto ya no sería así.

Haga lo que haga el Gobierno en materia económica dispone de un horizonte que no va más allá del corto plazo. Cortísimo. La palabra clave es confianza. La polémica medida fogoneada por Massa que incluyó la venta de títulos en dólares del Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la Anses –nadie escuchó a Fernanda Raverta quejarse al respecto– es un ejemplo claro de que importa más el “quién” que el “qué” o el “cómo”.

Un economista que conoce al dedillo cómo piensan en el mercado lo describe así: “Técnicamente la medida no fue incorrecta si lo que se busca es estabilizar los dólares financieros. El problema es que nadie confía en los actores de este gobierno y todo lo que se haga genera falta de confianza. En este contexto los efectos positivos resultan efímeros. Con suerte se puede ganar un mes de tiempo” –sentenció.

En el medio, la gente

Nada más se puede esperar de un gobierno quebrado desde su génesis y que hoy ya no oculta el descontrol de su mala praxis empujada por el todos contra todos. De arriba hacia abajo y viceversa. No hay gestión. El plan se resume drásticamente a aguantar.

Alberto Fernández está decidido a perturbar a CFK con su candidatura. Ésta vive azuzándolo y tratándolo de “pelotudo” en privado. Aníbal Fernández envió fuerzas federales a la Provincia y le mojó la oreja a su par de Seguridad Sergio Berni y al propio gobernador Axel Kicillof, quien teme que Nación descubra el descalabro y los negocios que pululan entre las fuerzas bonaerenses.

La ministra de Trabajo Kelly Olmos le asestó un duro golpe a Wado de Pedro luego de la discusión por el otorgamiento de una suma fija a los trabajadores. Le dijo a su par de Interior que mejor ponga la mirada sobre los sueldos que cobran los municipales de la Provincia de Buenos Aires: “Es el sector salarial más retrasado”. Teléfono para Kicillof.

Para aportar un nuevo disparate a este verdadero todos contra todos, la vocera presidencial Gabriela Cerruti, habló de “depurar” al periodismo y a la Justicia luego de los hechos sucedidos durante la dictadura militar. Entre los sinónimos más comunes de ese vocablo se encuentran: purificar, limpiar, eliminar. La portavoz con sus comentarios y deseos de “depuración” no hace más que confirmar el enorme componente fascista que anida en el corazón del kirchnerismo.

Son ellos o el enemigo. Ellos son los mejores. Ellos son la Patria. El resto, somos objetos prescindibles en el camino al sueño alocado del poder total. Una idea y una fijación inaceptables para todo país que pretenda vivir en libertad y en democracia.