COLUMNISTAS
El cepo y la Argentina de 2016

Empecemos por el principio

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El cepo cambiario, es decir el conjunto de restricciones que hoy se verifican en el mercado de cambios en nuestro país, no es un obstáculo natural, una montaña, un edificio que debe ser volado, etc. Es simplemente eso, un conjunto de regulaciones del Banco Central para la compraventa de dólares.

De manera que “levantarlo” es simplemente reemplazar o dejar sin efecto dichas restricciones. Y eso,  efectivamente, se puede hacer en horas.
Desde 1991 hasta 2011, veinte años, la Argentina tuvo un mercado cambiario “libre” en el sentido de que sólo existían algunas regulaciones menores para comprar y vender dólares, vinculadas más con aspectos impositivos y de registro que económicos.

En ese período de veinte años tuvimos crecimiento, crisis, estancamiento, inflación, deflación, alto desempleo, bajo desempleo, etc., de manera que imputarle al  mercado “libre” , sin otras consideraciones, males o bienes, resulta absurdo. Las regulaciones cambiarias forman parte de la política económica, no son la política económica.

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Aclaradas estas perogrulladas, van algunas más.
Hoy la Argentina tiene restricciones al movimiento de dólares para operaciones comerciales, los exportadores tienen la obligación de vender sus dólares al Banco Central en ciertos plazos y los importadores tienen  que solicitar permiso y presentar declaraciones anticipadas de sus necesidades de importación, y el Banco Central les vende los dólares correspondientes bajo ciertas circunstancias.

Y también hay restricciones al movimiento de dólares no comerciales.
Las empresas no pueden girar libremente y sin permiso fondos al exterior. Mientras que los particulares tienen limitado su acceso al mercado de cambios mediante resoluciones y autorizaciones discrecionales de la AFIP. Es decir, hay “cepo comercial” y hay “cepo financiero”.
O sea que, más allá de lo que popularmente se entiende por cepo, la imposibilidad de comprar y vender dólares libremente por parte de los particulares, el cepo es algo mucho más abarcativo.

¿Por qué el Gobierno introdujo y profundizó todas estas restricciones a partir de finales de 2011? Porque los desastres de política económica que se acumularon en los años previos,  en materia fiscal, de desaliento a la producción de energía y de exportables en general, en la política monetaria, de relaciones financieras con el exterior, etc., habían llevado el mercado de cambios del Banco Central a una situación de pérdida continua de reservas. Era el cepo o reconocer, en el valor del dólar, el resultado de todos estos desaguisados.
En otras palabras, así como para no admitir la inflación se destruyó el Indec, para no reconocer que la política económica instrumentada obligaba a un tipo de cambio mucho más alto o a quedarse sin reservas se destruyó el mercado de cambios, racionando las reservas, con la esperanza de que alcancen hasta el fin del mandato  o se consiga nuevo endeudamiento.

Pero la Corte de Estados Unidos limitó la posibilidad del nuevo endeudamiento, y la caída del precio del petróleo limitó el ingreso de capitales vía el endeudamiento de YPF.
Quedó entonces la alternativa de explicitar el precio del dólar compatible con la economía local y la nueva economía global (el precio del dólar está subiendo en el mundo), o mantener el cepo y negociar con China y otros un poco de dólares.
Está claro, a estas alturas, que tanto la eliminación del cepo como el reconocimiento del verdadero precio del dólar (cualquiera sea) quedará para el próximo gobierno.

En ese sentido, no sólo sería deseable eliminar el cepo, sino que resulta imprescindible para destrabar la economía argentina.
Dicha liberación puede hacerse “de un día para el otro”.

Puede hacerse gradualmente.
Puede hacerse de golpe en el “cepo financiero”, autorizando un mercado libre de compraventa de dólares sin intervención y uso de las reservas del Banco Central, y gradual en el “cepo comercial”. Puede hacerse gradualmente en ambos. O puede hacerse de golpe en ambos.

Todo dependerá de las distorsiones que se sigan acumulando hasta fin de año y de las medidas que el próximo gobierno instrumente en materia fiscal, monetaria, de precios y de endeudamiento.
El cepo es parte de un sistema perverso y equivocado impuesto por este gobierno, su eliminación tendrá que ser parte de otro sistema virtuoso y acertado.