Una significativa parte de la oposición venezolana se indignó con los resultados de la reunión del Consejo de la OEA de esta semana y dirigió duras críticas, entre otros, a Malcorra y a Macri. A la espera de una aplicación de la Carta Democrática, la oposición se vio decepcionada cuando la OEA “solo” logró una declaración consensuada llamando al diálogo y delegando esta responsabilidad en la comisión de tres ex jefes de gobierno impulsada por UNASUR.
El fundamentado pero apresurado llamado del Secretario General Almagro a invocar la Carta Democrática que, finalmente, se discutirá el 10 y 20 de este mes podría llevar a un punto muerto los esfuerzos democráticos y otorgar una bocanada de oxígeno para Maduro. Gracias a la red de sustento internacional creada por Chávez, Maduro dispone de suficientes votos como para evitar la invocación de la Carta. Esta red está constituida en parte por los bolivarianos Ecuador, Bolivia y Nicaragua - miembros del ALBA - cuyos votos son difícilmente modificables, y por otro lado, por los países de la CARICOM que tienden a votar en bloque. En años recientes PETROCARIBE, mecanismo a través del cual Venezuela canaliza recursos petroleros para asegurar aliados, se ha visto afectado por la crisis económica venezolana. Los volúmenes de asistencia han menguado, pero no han afectado el apoyo de algunos países caribeños. Sin embargo, este apoyo depende de la profundización de la crisis política y económica en Venezuela, por lo menos al punto de que algunos países opten por desprenderse de su lealtad al gobierno venezolano y apoyen iniciativas dentro de la OEA que apunten a tomar posiciones más consistentes frente a la sostenida destrucción del tejido institucional del país y la inconstitucionalidad de las medidas tomadas por Maduro.
La estrategia para la invocación de la Carta Democrática depende de la capacidad de los países de la región de incidir sobre el bloque caribeño e influenciar a algunos de los gobiernos que el 1ro de junio mostraron discursos más moderados. Guyana, Surinam y Trinidad y Tobago podrían ser el foco de estos esfuerzos. La capacidad de Argentina es limitada en esa parte del hemisferio, por lo cual sería necesario apelar a países que como Chile, Colombia y Brasil, mantienen relaciones más fluidas y estrechas con el Caribe.
En una estrategia multidimensional efectiva, la presentación de informes sirve para alertar a la comunidad internacional sobre una crisis que está escalando, y a su vez tiene la capacidad de alterar el balance de costos relativos y beneficios por parte de actores políticos relevantes y, consecuentemente, el potencial de influenciar sobre sus acciones. Desde esta perspectiva el informe de 132 páginas presentado por Almagro detallando la situación crítica que está viviendo Venezuela, se convierte en una herramienta crucial, no solo para presionar al gobierno venezolano para aceptar un diálogo efectivo, sino también para buscar cambiar la postura de países que hoy mantienen posiciones ambiguas frente a la crisis venezolana.
A medida que la situación se agrava rápidamente en Venezuela - tal como quedó reflejado en los recientes ataques contra periodistas perpetrados por grupos parapoliciales armados y escoltados por fuerzas del Estado - , la presión crece para que la comunidad internacional tome medidas para prevenir una escalada de la violencia con repercusiones regionales. Sin embargo, es crucial que las decisiones se tomen con prudencia, midiendo riesgos y ponderando los alcances tácticos y estratégicos de cada medida para evitar que Maduro las utilice para seguir dilatando y posponiendo una salida a la crisis. En este proceso, la coordinación entre la Secretaria General de la OEA y los países del hemisferio que promuevan la resolución pacífica y efectiva de la crisis venezolana es fundamental.