El sometimiento de la ex presidenta a su primera indagatoria por sospechas de corrupción enciende por estas horas la polarización más extrema. Se supone que entre el mierdismo lanatiano y la santificación militante debe haber grises en la sociedad, en reclamo de Justicia y no de insultos para uno u otro lado. Seguro que esos matices existen, aunque de ellos no formen parte la mayoría de los comentaristas y trolls digitales.
Nunca está de más recordar que, al revés de varios medios y periodistas escandalizados por la corrupción kirchnerista recién desde 2008, PERFIL ya había destapado y desnudado el esquema de reKaudación vía obras públicas y subsidios mucho antes. Cuando todos llegaron a los De Vido, Lázaro, Cristóbal y sigan las firmas, nosotros ya los habíamos contado y mostrado.
Vale el antecedente para enfrentar la estupidez de acusarnos de kirchneristas. Máxime en momentos en los que la horda anti K brama por Cristina presa y desde aquí decimos que hasta ahora, repito el hasta ahora, la Justicia no ha encontrado ni una sola prueba que vincule directamente a la ex presidenta con la cleptocracia que se armó durante la década ganada.
El sistema corrupto fue ideado y alimentado por Néstor Kirchner, con escasa originalidad: Menem aquí y muchos otros en todo el mundo hicieron/hacen lo mismo. La particularidad es que el dinero repartido fue mucho y manchó espacios que habían permanecido intocables, como el de los derechos humanos.
Si a eso se le suma el notable enriquecimiento familiar declarado en blanco, cuesta creer que CFK podía desconocer este esquema parido por su difunto esposo. Eso conlleva una condena moral o social, pero no necesariamente jurídica. Lo que la Justicia tiene que encontrar como prueba válida es que Cristina avaló con su firma o con su participación explícita esa mecánica, como para procesarla, juzgarla y hallarla culpable. Por fuera de ello, lo demás serán operaciones político-judiciales, hojarasca o humo.
Ella, mientras tanto, jugará al juego que más le conviene, el de víctima. Ahondará así la grieta que tanto contribuyó a construir y que tantos contribuyen a que no se cierre en pos de la racionalidad.