COLUMNISTAS
EL ALEJAMIENTO DE angel CAPPA DE HURACAN

En la variedad está el gusto

La salida de Angel Cappa de Huracán no fue normal. Hizo una pésima campaña en este Apertura y, sin embargo, se fue con la gente pidiéndole que se quedara. Y es entendible que el hincha del Globo lo quiera.

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La salida de Angel Cappa de Huracán no fue normal. Hizo una pésima campaña en este Apertura y, sin embargo, se fue con la gente pidiéndole que se quedara. Y es entendible que el hincha del Globo lo quiera. Después de las glorias de 1928 y 1973, más el “casi” del Clausura 94, el Huracán de Cappa estuvo a siete minutos de obtener 0-0 con Vélez que le daba el título. No lo obtuvo por razones muy discutidas. Es cierto que el arbitraje de Brazenas lo perjudicó, pero no es menos cierto que gozaba de la simpatía de una buena parte del público futbolero. Cappa se apoyó en estas dos cosas –sobre todo– para cubrir culpas de ese último partido. El tipo que dice sostener la bandera del buen juego y de nuestro ADN, se traicionó justo en el partido de la consagración y se enamoró del empate que lo ponía en situación de vuelta olímpica. Contra Vélez, más que nada en el segundo tiempo, Huracán hizo lo que los futboleros llamamos colgarse del travesaño. No lo había hecho en todo el torneo y justo se le ocurrió hacerlo cuando era indispensable que la pelota la tuvieran los ya célebres Matías Defederico y Javier Pastore. Basta con decir que el arquero Gastón Monzón fue amonestado por demorar el juego, algo que –supuestamente– no está en nuestro ADN.
Cappa dejó a Huracán en el puesto 19 del Apertura. Hay razones que el entrenador expone para explicar este fracaso que son atendibles. Bolatti, Defederico, Pastore, Monzón y El Maestrico González jugaron los 19 partidos del Clausura. Toranzo y Arano, 18; Araujo y Eduardo Domínguez, 17 y Federico Nieto en 16. Nos quedan Goltz, 14; Leandro Díaz, 11 y Esmerado, 10.

De las asistencias perfectas ya no están Pastore, Defederico ni González. Arano se fue a Grecia y Araujo fue otro de los que dejó el club tentado por horizontes mejor rentados. Nieto se buscó la vida en Colón. Domínguez se quedó, pero lleva jugados la mitad de los partidos. Bolatti, Goltz, Díaz, Monzón y Toranzo dejan la vida, pero con ellos, el Globo sólo pudo ganar 2 partidos de 15.
Durante mucho tiempo posterior a la derrota con Vélez, Cappa se quejó amargamente de la falta de criterio de los dirigentes de Huracán, de Brazenas, de las ausencias… Mientras tanto y sin tiempo de preparación, fueron llegando algunos refuerzos. Pablo Jerez, con pasado en Boca y Tigre fue uno de ellos. Mano a mano con Araujo, es probable que sea mejor.
El club pudo retener a Bolatti, Toranzo y Leandro Díaz y acercó a Rodrigo Díaz para manejar la pelota con criterio, pero su discontinuidad ha sido determinante para que no se convirtiera en el jugador que todos piensan que es; pero en este campeonato, tuvo más chispazos de talento que en cualquier otro.
No consiguió un “nueve”, eso sí. Con Nieto en Colón, Cappa se las vio en figurillas para inventar un delantero central, aunque Nieto había sido influyente en el torneo pasado. Sólo convirtió cinco goles, nada en comparación de los once en 15 partidos que hizo en este Apertura para Colón. Cappa probó con Trecarichi, Trecco y Luciano Nieto, que no le dieron los resultados esperados.

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Este Huracán, además, mostró poco trabajo. Le convirtieron una infinidad de goles de pelota parada y una llamativa pobreza de recursos a la hora de atacar.
Cappa tiene una verba florida que subyuga a la prensa y a una buena parte del público futbolero. Nos hacen creer que reivindica el “gusto por el fútbol” y que “demostró que también se puede ganar jugando bien”. O sea, todas verdades parciales, sin fundamento. Por ejemplo, Cappa dice que la Selección que ganó el Mundial de México 86 “no jugaba bien” y que su Huracán Clausura 09 fue una “revolución”. Esas cosas pasan de largo casi sin análisis. Porque si bien es una opinión y no más que eso, comparar a un proceso que derivó en un campeonato y un subcampeonato del mundo con un equipo que duró dos meses y que ni siquiera obtuvo el único certamen que disputó suena a herejía. Como lo es comparar al Barcelona de Guardiola con el Huracán Clausura 09, tal lo expresado por algunos medios.
El problema es que el fútbol argentino está caído por la falta de figuras en cantidad. Huracán mostró un fútbol atildado, de buen trato de pelota y con dos pibes que –como suele ocurrir con esta dirigencia argentina de vuelo corto– ya no están en el club. Entonces, Huracán, con futbolistas llegados de lugares parecidos a los de este torneo (Toranzo y Leandro Díaz habían sido desechados por River y Boca, Arano estaba en la curva descendente de su carrera, Bolatti apenas estuvo en un puñado de partidos en el Porto, Domínguez llegó desde Estados Unidos) y con algunos chicos de inferiores, Cappa armó un equipo que fue casi un milagro. Me niego a calificarlo de gran equipo. Para eso hace falta tiempo, como primera medida. Y este equipo, por razones ajenas a Cappa, no lo tuvo.

Más allá de las diferencias y de declamaciones absurdas como “el fútbol que le gusta a la gente” o el “tiki tiki”, ojalá que Cappa se quede en la Argentina. Instaló, nuevamente, el debate sobre estilos. Nos obligó a pensar, a repasar la historia y a ser un poco mejores. Muchas veces cae en exabruptos generadores de cierta violencia (“no se olviden de Brazenas ni de su juez de línea”, Brazenas no dirigió en todo el torneo y hasta fue despedido de su trabajo personal), pero tiene un discurso futbolero setentista que hasta causa gracia. Cree ser la continuación de Adolfo Pedernera y sólo dio una vuelta olímpica en Perú. Pero es un tipo que no esconde lo que piensa, lo expone para el debate.
La verdad es que el Huracán del Clausura 09 no me impresionó particularmente y al del Apertura casi da pena calificarlo. No creo en lo que Cappa cree, pero en la variedad está el gusto, decía mi abuela.
En el gusto, tal vez, encontremos un fútbol mejor que el que tenemos.
Y del que Cappa fue víctima, por si no lo saben…