El 73 período de sesiones de la Asamblea General de Naciones Unidas, órgano que alberga en igualdad de condiciones a todas las naciones del mundo, se inició el 18 de septiembre.
El presidente Mauricio Macri, después de haber sido representado por la Vicepresidenta en el último año, decidió estar presente y fue la segunda vez que intervino en la misma, ya que su primera fue en 2016.
Realiza su alocución el mismo día que Argentina sufre uno de los paros más importante de su Gobierno. También el mismo día que renuncia el titular del Banco Central y se anuncia su reemplazo. En un contexto de una crisis interna, económico-financiera con impacto social que estaría minando la confianza y credibilidad de los argentinos en su liderazgo. Al menos, poniéndolo en duda.
Su presencia en Estados Unidos se explica no sólo por la participación en la Asamblea de Naciones Unidas, sino también porque están terminando de cerrarse las negociaciones con el FMI, que para su Gobierno constituyen una parte medular del futuro de su política económica. Pero además, expresan un punto central en su política exterior: la “vuelta” o inserción al mundo vinculada a la capacidad de seducción a los capitales e inversores, que, como los argentinos, hasta ahora evidencian dudas sobre nuestro país.
El Presidente en su discurso se refirió a los temas clásicos de la Argentina en el mundo, dando cuenta, en algún sentido, de una continuidad que pese a nuestros péndulos se mantiene: la defensa de los valores paz, democracia y DDHH; el reconocimiento del crimen organizado, la ciberdelincuencia y el terrorismo como amenazas comunes; la defensa de la multilateralidad; el reclamo y defensa de nuestros derechos soberanos en las Islas del Atlántico Sur; el reclamo a Irán para que los acusados por los atentados terroristas sufridos se presenten a declarar; y el compromiso con valores globales que se trabajan conjuntamente como desarrollo equitativo y sustentable, cambio climático e igualdad de género. Respecto a esto último, tuvo el detalle de destacar la presidencia de la Asamblea por una mujer, (la ecuatoriana Maria Fernanda Espinosa) “Su presidencia dará cuenta de la relevancia del liderazgo de las mujeres”.
De estos temas que señalan continuidad, marcó su diferencia como Gobierno, ya que planteó preocupación por la situación de DDHH en Venezuela y anunció que llevará el caso a la Corte Internacional de Justicia; anunció resultados positivos de la lucha contra las amenazas mencionadas dando así evidencia de sus políticas y prioridades al respecto (aumento de incautación de drogas, reducción homicidios vinculados al narcotráfico, disminución del crimen organizado); y el cambio en la estrategia por el reclamo de las Islas del Atlántico Sur: “diálogo amplio y constructivo” en busca de confianza con Reino Unido.
A su vez, subrayó el protagonismos en las reuniones regionales y globales futuras del país como un compromiso argentino con la gobernanza global. Tanto la última reunión de la OMC, como la próxima del G-20, la Conferencia de Cooperación Sur-Sur 2019 y el examen del Tratado de no Proliferación Nuclear en 2020.
En el inicio, dio su mirada del momento argentino: etapa de cambios profundos con esfuerzos grandes, manifestando su convicción de hacer lo correcto y agradeciendo a cada argentino. Señaló nuestros activos regionales: zona de paz, poblaciones jóvenes llenas de talento y vitalidad, y riqueza de recursos naturales.
Además, definió a la Argentina como país que busca una inclusión inteligente en el mundo, con vocación de diálogo y cooperación regional. Da cuenta de esto último expresando la cantidad de migrantes venezolanos que recibimos.
No hubo mención a un debate que nos afecta, la guerra comercial entre los grandes o el paradigma del aislamiento versus el mundo. Solo una visión optimista de lo acordado en la reunión de la OMC, la voluntad de revitalizar el sistema de comercio multilateral, lo que sólo da cuenta lo lejos que están los acuerdos de la realidad.
El discurso duró 12 minutos, y no tuvo sorpresas. Quizás más importante que su alocución fuera el premio que recibió el día anterior, que señala un signo expresivo de su Gobierno . El Atlantic Council, Think Tank americano, le entregó el premio de ”Ciudadano Global 2018”, que se otorga a los líderes mundiales que contribuyen a fortalecer la cooperación internacional y la relación transatlántica.
Dos señales dejan este premio: lo que allí dijo y lo que el título del premio sugiere. Se diferenció como Gobierno, dando a entender el “salvataje” de su gestión al pueblo argentino, evitando que sea otra Venezuela. Difícil explicar al mundo que está salvando el país un día de paro, donde se manifiesta disconformidad con su elección de “salvataje”.
Además, la idea de ser ciudadano del mundo, deja la pregunta de su significado. La tensión entre lo global y lo nacional puede tener varias lecturas. ¿Puede un ciudadano del mundo representar los intereses de un conjunto de personas ciudadanas de un país? ¿Qué intereses prevalecen a la hora de negociar en ese mundo al que se premia pertenecer?.
Mientras Trump expresó ante la Asamblea “Rechazamos la ideología de la globalización y abrazamos la doctrina del patriotismo”, Macri es premiado por la ciudadanía a la globalización. Globalización que contiene los claro oscuros del siglo XXI, ciudadano global y ciudadano país, ¿que colectivo defiende mejor los intereses de los hombres? ¿Pueden convivir los dos paradigmas?. Difícil para los argentinos que hoy no están llegando a fin de mes ver premiar a su Presidente, que festeja bailando la victoria de una ciudadanía del mundo cuyos dividendos no se hacen palpables.
*Politóloga UCA.