COLUMNISTAS
La estrategia oficial para el ao electoral y las repercusiones por la salud de CFK

Especulación y cálculo

La enumeración de los hechos de la semana muestra la estrategia pensada por el Gobierno para este año electoral. Así, se suceden: *Las reuniones del Dr. Néstor Kirchner con un grupo de intendentes del Conurbano bonaerense para asegurarles los fondos que garantice el desarrollo de la obra pública, sin duda necesaria. Como esto es manejado con total discrecionalidad por el ex presidente en funciones, no está claro cuál es el criterio con el que se distribuyen estos fondos ni con qué orden prioritario ni con qué control.

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La enumeración de los hechos de la semana muestra la estrategia pensada por el Gobierno para este año electoral. Así, se suceden:
*Las reuniones del Dr. Néstor Kirchner con un grupo de intendentes del Conurbano bonaerense para asegurarles los fondos que garantice el desarrollo de la obra pública, sin duda necesaria. Como esto es manejado con total discrecionalidad por el ex presidente en funciones, no está claro cuál es el criterio con el que se distribuyen estos fondos ni con qué orden prioritario ni con qué control.

*El caso del INDEK sigue por el camino del bochorno. El 7,2% de inflación anual para el año 2008 ha encendido luces de alarma dentro de la CGT. En el off-off se preguntan cómo van a hacer para avanzar en la búsqueda de acuerdos salariales que permitan acercarse al objetivo de mantener el poder adquisitivo de los trabajadores. Por eso fue que Hugo Moyano pegó el grito cuando dijo que el índice de precios que se tomará en cuenta para las negociaciones paritarias de marzo próximo será el de las amas de casa cuando van al supermercado. “Este dibujo del Gobierno nos complica la vida y nos obliga a hacer malabarismos para no quedar enfrentados con él. Encima esto se da en el medio del brutal aumento de los servicios públicos que están poniendo de muy mal humor a mucha gente”, se sincera un dirigente sindical que suele aparecer al lado de Cristina Fernández de Kirchner en algunos de sus actos públicos.

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El tema del aumento en la tarifa de electricidad merece un párrafo. Son todos aumentos decididos en Olivos en los que jugó un papel decisivo Néstor Kirchner. Es vox populi que el ex presidente en funciones acordó concretar estos aumentos de un saque para alejarlos de la temida elección de fines de octubre venidero. “Aumentemos ahora, así la gente se habrá olvidado de esto en el momento de votar” fue una frase que se escuchó en algunas de las reuniones en las que se tomó esa determinación.
Esto es una muestra de la mentalidad con la que se gobierna desde la Presidencia. Es la especulación y el cálculo electoral permanente. En eso, los Kirchner tampoco son únicos ni originales. Los aumentos son, además, la consecuencia del “Efecto Jazz” que no iba a afectar a la Argentina, según lo expresó la Presidenta en Nueva York en septiembre pasado, cuando se ufanaba de la indemnidad de la economía argentina, que no es tal, frente a la crisis financiera internacional. Esto ha obligado a terminar con muchos de los subsidios a los servicios públicos con los que el Gobierno se quiso congraciar con la clase media, especialmente, de la Capital Federal y de la provincia de Buenos Ares. Como para los Kirchner todo es blanco o negro, de ese extremo se pasó a este otro, en el que los aumentos se hicieron sin haber convocado a las correspondientes audiencias públicas, en abierta violación a la ley, y con la aplicación de retroactivos que afectan severamente el concepto de seguridad jurídica. Por lo tanto a prepararse, ya que otro tanto podría ocurrir para cuando llegue el invierno con la tarifas del servicio de gas.

El mismo criterio especulativo se ve aplicado al espinoso asunto del corte del puente que une Gualeguaychú con Fray Bentos. El corte que, como todos los cortes de ruta, es ilegal, fue el pivote sobre el que la comunidad de Gualeguaychú armó la protesta buscando sacudir la indiferencia oficial al comienzo del conflicto por la instalación en territorio uruguayo de Botnia, la fábrica de pasta para celulosa. Esto fue manejado por el Gobierno con la lógica del doble discurso de siempre. Cuando gozó de popularidad, el Gobierno, si bien dijo que no lo compartía, no lo condenó y lo toleró. Ahora que las encuestas marcan una caída fuerte del nivel de apoyo a esa metodología, tanto en la provincia de Entre Ríos como en el resto del país, no sólo que desde el poder se los critica abiertamente sino que también se ordena combatirlos.

La sequía que afecta a amplias zonas del país está teniendo efectos letales para la actividad agropecuaria. El Gobierno sigue atravesado por el sentimiento del rencor que le produjo todo el episodio de la Resolución 125. La consecuencia más palpable de eso es la falta total y absoluta de diálogo con la dirigencia rural. Esta, a su vez, tiene sus internas y entonces el resultado de todo esto da menos que cero. En este sentido, escapó de la atención de muchos medios una reunión de representantes de 100 pueblos de las zonas norte de la provincia de Buenos Aires y sur de Santa Fe. Allí se criticó la decisión de la Mesa de Enlace de llevar adelante medidas de protesta recién en marzo. Los que asistieron a esa reunión, que fue muy intensa, son integrantes de la Federación Agraria y de los autoconvocados. Allí se decidió iniciar medidas de fuerza consistentes en la no comercialización ni de granos ni de ganado para faena con especial control para feedlots para el día 8 de febrero. En este contexto, a muchos les llamó la atención la declaración de Daniel Scioli sobre la conveniencia de la eliminación de las retenciones. Algún día, cuando todo este penoso devenir de desencuentros y confrontaciones inútiles que generan los Kirchner, el gobernador de la provincia de Buenos Aires tal vez se anime a hablar y blanquee sus discrepancias con el estilo de hacer política y ejercer el poder del matrimonio presidencial. Si hoy calla no es por convicción sino por necesidad. El conoce bien el sabor amargo y el sesgo brutal del castigo kirchnerista.


Lo primero, la salud

Finalmente, la Presidenta se recuperó de su cuadro de lipotimia producida por una deshidratación leve a causa del calor y apareció otra vez en público, en un acto en la Quinta de Olivos. Fue el miércoles pasado. Habían pasado 7 días desde el episodio que motivó no sólo la suspensión de su participación en un acto en Florencio Varela y de su viaje a Cuba y a Venezuela sino que también la obligó, debido a su lenta recuperación, a guardar reposo durante un total de 4 días. Para una lipotimia, 7 días de recuperación son mucho.
El matrimonio presidencial enfureció con la mayor parte de lo escrito y dicho sobre la salud de la Presidenta. En esto, los Kirchner son de manual: a todo aquel que tiene el poder le molesta muchísimo que se informe o se especule sobre el estado real de su salud. Como lo hemos expresado aquí, el poderoso siente que una salud debilitada genera un estado de incertidumbre política. Y, como siempre, la incertidumbre política ocasiona, a su vez, debilidad política.
Por eso fue que en la conferencia de prensa en la Residencia de Olivos, el miércoles pasado, la Presidenta agradeció a los que se preocuparon por su salud y reprochó a los que hicieron especulaciones sobre la real causa de su afección.
Al respecto algunos apuntes.
La Presidenta reveló que padece una hipotensión crónica. Esto debió haberse expresado con mayor claridad en la información oficial. Es una muestra más de la deficitaria comunicación con la cual se hizo pública la afección presidencial.
La Presidenta dijo, además, no haber tenido ningún desmayo. Dejó así desairado al legislador oficialista José María Díaz Bancalari quien, hablando por radio Continental, expresó que la Presidenta le había comentado que había sufrido un desmayo.
Preguntas: ¿qué motivos habría tenido un hombre del oficialismo para hacer mención a ese episodio si hubiese sido que, tal como lo manifestó la Dra. Fernández de Kirchner, todo eso no ocurrió? ¿Es posible pensar que un hombre como Díaz Bancalari, un político alineado con los Kirchner, con experiencia y con clara conciencia de las consecuencias políticas que derivan de los problemas de salud de un jefe de Estado, hubiera, con total liviandad, inventado un hecho como el aludido?
Lo más probable es que, tal vez, el legislador de San Nicolás se fue de boca al hacer público un hecho que le confidenció la Presidenta.
La Dra. Cristina Fernández creyó, el miércoles, que la mejor forma de aclarar las dudas que había y que hay en torno de su salud era mostrarse enojada y no contestar ninguna pregunta relacionada con el tema. Cometió un error. Al cerrarse a esa posibilidad no hizo más que dejar un portón abierto para que proliferen la duda y el rumor.
¿La hipotensión crónica es primaria o secundaria?
¿Si es primaria, recibe alguna medicación para tratarla?
¿Si es secundaria, lo es a alguna otra afección o a algún tratamiento médico que esté recibiendo?
¿Los rumores que proliferan sobre su labilidad emocional son ciertos?
Si no son ciertos, ¿por qué no aclararlo a través de una información creíble de parte del plantel médico de la Unidad Presidencial?
Y si son ciertos, ¿por qué no hacerlo explícito dando cuenta de las medidas terapéuticas adoptadas para su tratamiento?

En fin, toda esta oscuridad es, en definitiva, un síntoma más de la enfermedad del poder que, al decir del gran escritor y periodista estadounidense Ernest Hemingway, comienza con un clima de sospecha hacia todo lo que rodea al poderoso, sigue con una sensibilidad crispada en cada asunto en donde interviene, a la cual se le agrega una creciente incapacidad para soportar las críticas y, más adelante, se acompaña de la sensación de ser indispensable y de que, hasta su llegada al poder, nada se había hecho bien.
Producción periodística:
Guido Baistrocchi