COLUMNISTAS
Idas y vueltas de ALGUNOS entrenadores

Falibles y humanos

La confirmación de Carlos “Chapa” Retegui como nuevo entrenador del seleccionado de hockey sobre césped de varones acabó de cerrar el ciclo de Sergio “Cachito” Vigil al frente de un equipo que, durante su conducción (entre mayo de 2005 y febrero de 2008), no pudo cumplir con sus objetivos deportivos, al quedarse al margen de los Juegos Olímpicos de Beijing.

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La confirmación de Carlos “Chapa” Retegui como nuevo entrenador del seleccionado de hockey sobre césped de varones acabó de cerrar el ciclo de Sergio “Cachito” Vigil al frente de un equipo que, durante su conducción (entre mayo de 2005 y febrero de 2008), no pudo cumplir con sus objetivos deportivos, al quedarse al margen de los Juegos Olímpicos de Beijing.
Obviamente, tampoco pudo darle forma real a la ilusión que tenía Cachito cuando se hizo cargo del equipo: “Algún día el seleccionado de varones será potencia mundial”, había dicho a poco de asumir.
Los resultados le dieron la espalda de manera increíble, acaso impiadosa y azarosamente. En el Mundial 2006, las conclusiones no resultaron las imaginadas: apenas un 10° lugar cuando la expectativa era figurar entre los cuatro mejores. La mayor decepción llegó en el reciente Preolímpico, cuando en el partido decisivo, los neozelandeses igualaron en el final y dieron el golpe de nocaut en la última bocha del tiempo suplementario. Más que la eliminación olímpica, significó el irremediable adiós de Vigil de la Selección.
En síntesis, como coach de los muchachos, Cachito estuvo lejos de repetir el suceso alcanzado cuando fue DT de Las Leonas. Recordemos que, con él al frente del grupo, las chicas, sus “almitas”, fueron campeonas mundiales en Perth 2002, además de haberse subido al podio olímpico en Sydney 2000 (plata) y Atenas 2004 (bronce).
Sin omitir el desencuentro con Jorge Lombi (goleador histórico del equipo y ausente en Nueva Zelanda) y sin dejar de considerar como un gesto de dignidad su paso al costado, la historia de Vigil con los varones remonta a otras aventuras de técnicos capaces y realmente exitosos que no pudieron repetir cuando cambiaron de ramo.
Uno de los casos más paradigmáticos es el de Julio Velasco, el técnico argentino que hizo de Italia la mayor potencia en el vóleibol de varones, en los años 90.
Aprovechando al máximo una “camada” de deportistas que se forjaron al influjo de la liga local –la más competitiva del planeta, una especie de NBA–, Velasco le puso su impronta a un equipo que fue dos veces campeón del mundo, ganó cinco ligas mundiales, tres campeonatos europeos, y sólo le faltó el oro olímpico. Después de tanto impacto, Velasco se probó con otros desafíos sin que los resultados lo acompañaran. A la inversa que Vigil, condujo a las mujeres de la selección italiana, donde sólo obtuvo los no tan meritorios Juegos del Mediterráneo. Sin embargo, por su prestigio impresionante, que excedía su condición de “entrenador de vóleibol“, entidades futboleras como Lazio e Inter lo convocaron como asesor.
De regreso al vóleibol, manejó a la selección masculina de la República Checa y hoy se debate al frente del Montechiari en la A1 italiana.
Hay otros ejemplos de técnicos cuyas cualidades están fuera de discusión, pero que dejaron asignaturas pendientes, como Carlos Bianchi, prototipo del DT ganador-de-todo con Vélez y Boca y que no dejó recuerdos muy gratos en sus traumáticos pasos por Europa: al Virrey que, decían, tenía el celular de Dios, la falló la comunicación en Roma y en el Atlético de Madrid, equipos que, con su conducción, estuvieron a distancia de satisfacer expectativas.
El propio Marcelo Bielsa –acaso el entrenador mejor formado– o José Pekerman (imbatibles sus equipos juveniles), quienes no pudieron concretar en logros sus trabajos, con distintos matices, en la selección mayor en los últimos dos mundiales, tampoco escapan a la mención; como Rubén Magnano (el director técnico de la selección nacional de básquetbol campeona olímpica en Atenas y segunda en el Mundial de Indianápolis), que por estas horas estudia ofertas luego de una experiencia europea en Italia y España flojita en resultados.
Está claro que todos, desde “Cachito” Vigil hasta Magnano, cada uno con sus diferentes matices, capacidades, métodos, libretos, discursos motivacionales y formación intelectual, son todos técnicos que han trascendido “la media” y que no sólo han dejado para el recuerdo sus triunfos o sus condecoraciones.
 El mérito mayor de ellos ha sido este legado que nos permite recordarlos por sus procesos y por el amplio material que han aportado para el olvidado ejercicio del debate.
En todo caso, las derrotas y los fracasos deportivos los han dejado sanamente expuestos. Son falibles, humanos, y no veleidades como a veces pretendemos que sean