El gobierno de Mauricio Macri insiste en que el sistema de inscripción online aumentó la matrícula en las escuelas públicas, y es un éxito. Me pregunto si también es un éxito que muchos chicos de las escuelas porteñas asistan a clases en aulas-container que alojarán a más de treinta alumnos.
Muchas familias aún no saben a qué escuela asistirán sus hijos, los inundan la angustia y la incertidumbre. A un mes del comienzo de clases, hay chicos que no tienen escuela asignada y padres ansiosos por una respuesta. Y en el horizonte la figura de un aula-móvil con forma de caja de zapato, anexada en el jardín o patio de la escuela. ¿Cómo se sentirán los chicos a quienes les toque cursar en esas aulas precarias? ¿Se sentirán exitosos?
Insisto, a sólo un mes del inicio de clases, el gobierno porteño nos informa de la compra e instalación de 41 aulas móviles con el objetivo de incrementar las aulas existentes para cubrir las vacantes generadas para el inicio del ciclo lectivo 2014. La mayoría de las aulas-container serán instaladas en barrios desfavorecidos del sur de la Ciudad.
Quizás es ésta la forma que adquiere una problemática más profunda: el vaciamiento y abandono de la educación pública argentina. La política educativa del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires no escapa a esta falencia, y se evidencia en la improvisación del sistema de inscripción llamado online. Esta modalidad de inscripción estuvo falta de consenso desde el inicio, y se le sumó la ausencia de previsión en los efectos de esta disposición. Pero hoy, lo más grave es que no reconocen que faltan vacantes en los niveles inicial y primario.
Tantoel sistema de inscripción online como las aulas-container demuestran precariedad e imprevisión, en definitiva: falta de planeamiento educativo. Ambas políticas generan desigualdad educativa entre diferentes zonas de la Ciudad, fundamentalmente norte-sur. Por otra parte, este sistema impide que chicos de otros barrios, como del Barrio Carlos Mugica o de la Villa 1.11.14, puedan ir a escuelas como el Lengüitas, algún colegio normal de la Ciudad u otra institución educativa con orientación específica.
Siempre alentamos la implementación de nuevas tecnologías, pero no puede ser la inscripción a la escuela un simple dato duro, implementado con un sistema deficiente. Creo que la inscripción al colegio debe ser una política reflejada en la ley de presupuesto y debe estar consensuada con la mayor parte de la comunidad educativa.
La elección de la escuela es una de las decisiones fundamentales de padres e hijos; cuando un padre elige una escuela, quiere conocer la institución, su historia, hablar con los docentes, tener referencias de la misma. El derecho a acceder a la educación no debe ser vulnerado. No es una cuestión menor saber con anticipación cómo es la escuela a la que asistirán por muchos años nuestros niños, en qué calle queda, cómo son las aulas, cómo son sus paredes y sus bases.
Hace muchos años que sostenemos que la escuela-galpón, hoy aulas-container, es la hija de la complicidad entre empresas y gobiernos. Es preciso entender que la educación es también su escenario, que la arquitectura de una escuela determina el lugar que esa cultura le da a la educación. De la vieja escuela normal en sus construcciones del siglo XX y, aun, en la misma década en la que gobernó Perón, a la escuela-galpón, se advierte, escenográficamente, de qué modo lo simbólico construye lo real.
La calidad educativa también es una cuestión de forma, por eso nuestra mayor preocupación es que todas las aulas de las escuelas porteñas sean firmes, no precarias ni móviles, que generen igualdad y estabilidad, ése es el inicio de una verdadera y exitosa política en materia de educación.
*Legislador de la Ciudad de Buenos Aires, Interbloque UNEN, vicepresidente tercero de la Legislatura porteña.