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OPINIÓN

Festival de contradicciones

Billetes Inflación 20200630
Pesos y Dólares | Cedoc Perfil

Data mata relato. Muchas veces acudir a las cifras impide seguir navegando a favor de la corriente de frases ingeniosas, eslóganes de posicionamiento y cuestiones verosímiles, pero no necesariamente verdaderas.

Lo que para un sector crítico del Gobierno que, curiosamente, también lo integra, es un festival de importaciones, choca contra un muro que parece incuestionable: las propias estadísticas oficiales. En el primer cuatrimestre de 2022, las exportaciones ascendieron a US$ 27.681 millones (un crecimiento de 28,5%) y las importaciones fueron US$ 24.852 millones (+41,6%), es decir que sigue habiendo un superávit comercial de US$ 2.829 millones. Es claro que la velocidad de crecimiento de las importaciones es mayor que el de las ventas al exterior. Podría indicar una revaluación del peso y algo de razón habría para sospechar eso: el tipo de cambio oficial quedó 20 puntos debajo de la inflación durante 2021 y en lo que va del año no pudo recuperar el terreno perdido.

Sin embargo, mirando la composición por rubros, el comportamiento de las exportaciones se debió en un 22,5% al efecto precio (el boom de las commodities) y solo el 4,8% a mayores cantidades. En cambio, en las importaciones fue el 16,4% por precio y el 21,7% por más compras unitarias.

Argentina y la paradoja de la abundancia

¿Significa esto que, efectivamente, hay una oleada de importaciones que arruina la industria local y vacía de dólares al Banco Central? No parece ser la razón. Todos los rubros de compras al exterior clasificados por destino de uso, estuvieron por debajo del promedio excepto uno: combustibles y lubricantes, que trepó 195% sobre los valores del 2021. Los bienes de consumo aumentaron “solo” 33% y los autos cayeron casi 9% interanual.

El temor a la “invasión” de productos importados no parece coincidir con faltantes de piezas e insumos por la administración de permisos de importación a que la faltante de dólares empuja al BCRA para dosificar con cuentagotas los que siguen ingresando. El cepo, es un instrumento idóneo para restringir la salida de divisas en el corto plazo, pero contraproducente para alentar el flujo inverso.

Un indicador utilizado por el Banco Mundial para medir, justamente, el grado de apertura en los distintos países es la suma de todo el comercio exterior (de bienes y servicios) en relación al PBI. El índice en Argentina es del 30% mientras que el promedio mundial es de 52%, igual que en los países de la OCDE y algo superior a los países de América Latina y el Caribe (47%). Quedan muy lejos la Unión Europea (86%) y algunos países con fuerte crecimiento en los últimos años de su flujo de comercio: Irlanda (240%) o México (78%). Generalmente los países “continente”, que por su extensión territorial tienen variedad de climas y producción y por su cantidad de población, un mercado interno más autosuficiente, cotizan a la baja en este índice: los Estados Unidos (el más grande del mundo) muestra 23%, China, 35% y Japón, 31%.

¿La economía local es muy abierta o, como muestran las cifras, sigue en losmás bajos estándares regionales y globales? 

Más cerca nuestro, Brasil muestra un índice de 32%, algo lógico por el tamaño de su economía, pero Bolivia y Uruguay están en 46%, cifra un poco más bajo que la Venezuela bolivariana (48%) o la librecambista Chile (58%).

Claro, dos escalones abajo y producto de su autarquía económica, Cuba muestra una de las economías más cerradas del mundo: 16%, aunque las estadísticas oficiales suelen no contabilizar el grueso de las transacciones financieras que balancean en algo sus cuentas.

¿Es entonces la economía argentina una demasiada abierta al comercio mundial o, como muestran sus cifras, sigue en los más bajos estándares regionales y globales? El diseño a largo plazo de una estrategia de desarrollo económico incluye este factor como clave: si se apuesta por una economía integrada o refractaria de los grandes flujos de bienes y servicios a escala global. Elegir una u otra opción es opinable, pero cada una viene atada con un paquete de definiciones internas de política económica, con ganadores y perdedores. Es muy difícil, por no decir imposible, elegir un menú de todos los beneficios sin perjuicios de ninguna clase, aunque si se toma el patrón de crecimiento del PBI por habitante, el crecimiento del empleo y la disminución de la pobreza (pueden ser otros, claro), queda mostrado por la experiencia mundial del último medio siglo que las mejores performances en países mediando y economías emergentes, que la apertura al comercio es la palanca del crecimiento.

Argumentar que viene un tsunami de importaciones cuando existen brecha y cepo cambiario y lo que más aumentó es la compra de derivados del petróleo por el desquicio tarifario y regulatorio en el sector, es, como gusta decir a los abogados y abogadas, invocar la propia torpeza.