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Fin de semana independiente

A esta altura no cabe duda de que lo más interesante que se editó en Argentina en los últimos quince años ocurrió en las pequeñas editoriales.

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El viernes que viene comienza la Feria de Editores, el evento en que las pequeñas (algunas ya medianas) editoriales (llamadas muchas veces “independientes”) ofrecen su catálogo, con la presencia de los propios editores oficiando de vendedores, como un modo de diálogo entre las editoriales y los lectores. Con el paso del tiempo, la FED se fue convirtiendo en uno de los eventos culturales más importantes del año. Surgida en 2013 en la sede de FM La Tribu, con apenas 15 editoriales, este año se realizará en la Ciudad Cultural Konex con más de 250 editoriales, incluidas varias de Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador, Colombia y México. Organizada por Hernán López Wine y Víctor Malumian, editores de las Ediciones de Godot (sello célebre por haber publicado todos buenos libros salvo uno malísimo), sobre ellos debe recaer el agradecimiento de todos los que disfrutamos de la lectura de los mejores libros que se publican entre nosotros. Dicho de otro modo: a esta altura no cabe duda de que lo más interesante que se editó en Argentina en los últimos quince años ocurrió en las pequeñas editoriales y que la FED es el lugar ideal para encontrarlas todas juntas.

Una muestra de la centralidad creciente de la FED –tal como ocurre en Chile con La Furia del Libro, la feria de la edición independiente, la más dinámica de las que ocurren en Santiago– es que comienza a haber editoriales que lanzan títulos importantes para esta fecha. Ya no solo para la Feria del Libro de la Rural, ya no solo en otros momentos fuertes del año (como para Navidad), ya no solo en días cercanos a otros eventos como el Filba u otras ocasiones programadas, sino también ahora para el salón de editoriales independientes. Por ejemplo, La Bestia Equilátera anuncia la salida de De amor y de hambre, de Julian MacLaren-Ross, traducido originalmente al castellano en la vieja Sudamericana por Ernesto Montequin, agotado durante años, por suerte nuevamente reeditado en un acto de infinita coherencia del editor de La Bestia Equilátera.

Publicado en 1947, De amor y hambre es el mejor libro de MacLaren-Ross, solo comparable a Tostadas de jabón, publicado también por La Bestia Equilátera. Pero aquí no son cuentos sino una novela que, a partir de una anécdota sobre la amistad y el amor, da cuenta como pocas del clima de posguerra de una Inglaterra victoriosa pero devastada. Como ya ha sido muchas veces dicho, el tono de MacLaren-Ross tiene un aire al mejor Graham Greene, pero en verdad De amor… recuerda ante todo a The Heat of the Day, de Elizabeth Bowen, por cierto una de mis autoras favoritas, que bien merecería nuevas ediciones y traducciones, como supo hacer la también vieja Emecé en su momento. Auden y Louis MacNeice mencionan la novela como una cita secreta en sus Cartas de Islandia, y si leemos ese párrafo veremos que se detienen mucho más en el hambre que en el amor. Y está bien que así sea. El hambre era el horizonte de vida en ese 1947. Solo que en Maclaren-Ross el hambre incluye también la elegancia, la ironía, la gracia y la inteligencia.

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Permítanme ahora reparar en una editorial chilena cuyos libros son difíciles de conseguir en Buenos Aires y cuya presencia en la FED es la verdadera razón por la que concurriré a dicha aglomeración: Cuadro de Tiza. Conozco pocos sellos que editen tan bien poesía y ensayo literario.