¿Por qué Laudato sì, la encíclica del Papa del 24 de mayo de 2015, ha producido una reacción tan virulenta de algunos sectores del liberalismo económico? Creo que porque reafirma y actualiza, de modo inteligente, el rol del Estado y de la política en el desarrollo, poniendo límites al concepto del interés inmediato e individual de empresas y personas. El papa Francisco llama a un desarrollo integral y sostenible, continuando la tradición eclesiástica preocupada por el desarrollo de los pueblos. Mater et magistra (1961), de Juan XXIII, y particularmente Populorum progressio (1967), de Paulo VI, son encíclicas muy en línea con la ideología desarrollista, en boga en aquella época. Famosa es la aseveración de esta última en cuanto a que “el desarrollo es el nuevo nombre de la paz”, que tanto citaban Arturo Frondizi y Rogelio Frigerio. Populorum progressio está alineada con el pensamiento cepalino-desarrollista: plantea la necesidad de la industrialización a través de la presencia activa del Estado en la economía, puesto que el libre juego de las leyes del mercado no alcanza. Critica el capitalismo liberal y plantea la necesidad de equidad en las relaciones comerciales internacionales.
Cincuenta años después, Francisco plantea que el mercado por sí solo no garantiza el desarrollo humano y la inclusión social; es necesario que el Estado se ocupe de planificar, coordinar, vigilar y sancionar para asegurarlo. Francisco afirma la necesidad de regular el impacto ambiental, gobernar la evolución del desarrollo científico tecnológico, el rol y la responsabilidades diferenciadas entre los países del Norte en hacer frente, e identifica caminos para buscar soluciones.
1. La defensa del bien común, el mundo como nuestra casa. Para llamar al cuidado del planeta se remite a conceptos caros a los cristianos: la relación del ser humano con el planeta y el bien común. Cualquiera que realice una explotación no sostenible de los recursos, que no tenga en consideración cuestiones de solidaridad intergeneracional, atenta contra el bien común. Un nuevo modelo preocupado por una mejor distribución de la riqueza, el cuidado responsable del medio ambiente y los derechos de las generaciones futuras debe sustituir al actual, que tiene como motor sólo la maximización de los beneficios individuales en el corto plazo. Son reflexiones que cobran importancia al ser leídas a la luz del fracaso de la Cumbre de Rio + 20, en la que los países no se pusieron de acuerdo en avanzar para poner límites a la destrucción del medio ambiente con un modelo de desarrollo más sostenible. En Río ganó un poder económico miope que privilegia la maximización de los beneficios privados por sobre cualquier otra consideración, incluido el bien común global.
2. La ciencia y la tecnología no son neutras. Francisco afirma en simultáneo dos cosas que para un desprevenido podrían ser contradictorias. Por un lado, reconoce los inmensos avances que ha significado para el bienestar de la humanidad el desarrollo científico tecnológico en campos como la medicina, la ingeniería y las comunicaciones. Sin embargo, señala que no se debe creer que ésta ha sido una historia lineal, exenta de desgracias, y recuerda el caso del uso de la bomba atómica. También critica a aquellos que tienen una visión tecno-optimista creyendo que la propia y natural evolución de la tecnología resolverá los problemas económicos y sociales que nos afligen. Es inmenso el poder que ha puesto sobre las espaldas de la humanidad el avance en campos como la energía nuclear, la biotecnología, la informática, el conocimiento del ADN, que implica un dominio sobre la naturaleza nunca antes conocido. Francisco reclama que se gobierne la dirección de la evolución de la ciencia y la tecnología teniendo en cuenta valores y “otro tipo de progreso, más sano, más humano, más social y más integral”. La política debe representar el bien común y, en este sentido, debe colocarse por encima de los intereses económicos particulares y regular la dirección del avance tecnológico. “La ciencia que pretenda ofrecer soluciones a las grandes cuestiones deberá necesariamente tener en cuenta lo que el conocimiento ha producido en las otras áreas del saber, incluyendo la filosofía y la ética social”.
3. La responsabilidad de los países desarrollados. Francisco nos dice que no todos los países tienen la misma responsabilidad sobre la situación actual del mundo. Los países industrializados tienen una deuda ecológica con los países del Sur, dada por la explotación de recursos naturales sin cuidado del medio ambiente y por el intercambio comercial establecido entre ambos lados del mundo. Para hacer posible el cambio del modelo de desarrollo global, en particular en materia de explotación de recursos y cuidado del medio ambiente, es necesario que los países del Norte estén dispuestos a cambiar formas de consumo y producción. No es posible que el mundo entero haga un uso de recursos similar al que actualmente llevan adelante los países desarrollados, porque los recursos no son infinitos. Además, reclama un apoyo concreto de los países desarrollados para la transformación de la matriz energética de los países en vías de desarrollo, a través de la transferencia tecnológica y los recursos financieros.
4. Caminos de solución. Francisco cree que no hay un camino único, y que las soluciones no vendrán espontáneamente del avance tecnológico ni “de la concepción mágica del mercado, que tiende a pensar que los problemas se resolverán sólo con el crecimiento del beneficio de la empresa o de los individuos”.El trabajo es un elemento esencial para el desarrollo humano y la realización personal. Se destaca la necesidad de la diversificación productiva, la pequeña empresa y la creatividad emprendedora para la creación de empleo y la necesidad de que el Gobierno provea políticas para hacer esto posible. Para encontrar soluciones, Francisco llama a la acción a los individuos, que deben cambiar formas de consumo y de producción, y brega por instituciones internacionales más fuertes y eficazmente organizadas, dotadas de poder sancionatorio.
El planteo de la Iglesia de la mano de Francisco convoca a gobiernos, sociedades y empresas responsables a constituir una masa crítica que haga del mundo un lugar con futuro y más vivible para todos.
* Ex secretario de Pequeña y Mediana Empresa.