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CAMBIO CLIMATICO

Frustración en Copenhague

La ciudad de Copenhague es esta noche la escena de un crimen, en la que los culpables están escapando al aeropuerto.” Así graficó John Sauven, de Greenpeace, su profunda desilusión, sintetizando el espíritu de todos los ambientalistas que concurrieron a la cumbre sobre el cambio climático. La voz de los expertos contrastaba con la de los presidentes Barack Obama, de EE.UU.; Angela Merkel, de Alemania, y Gordon Brown, de Inglaterra.

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La ciudad de Copenhague es esta noche la escena de un crimen, en la que los culpables están escapando al aeropuerto.” Así graficó John Sauven, de Greenpeace, su profunda desilusión, sintetizando el espíritu de todos los ambientalistas que concurrieron a la cumbre sobre el cambio climático. La voz de los expertos contrastaba con la de los presidentes Barack Obama, de EE.UU.; Angela Merkel, de Alemania, y Gordon Brown, de Inglaterra.
La diferencia entre ambas posiciones es que, en lugar de firmar un tratado legalmente vinculante, sólo se firmó un “acuerdo” sin mayores consecuencias que una mera declamación. No se precisan objetivos en los recortes de emisiones de carbono, que generan los gases de efecto invernadero, productores del calentamiento global. Estos gases son generados fundamentalmente por la actividad industrial del mundo y la deforestación. Según expertos, es preciso que el planeta no tenga un aumento superior a 2º Celsius respecto a la era preindustrial, cuando no se producían estos gases. Si bien el documento suscripto por la cumbre reconoce esta necesidad, de ningún modo establece topes de emisiones por país y se da la libertad a que las potencias informen sus propias metas en febrero del próximo año.
Un documento oficial de la ONU que se filtró durante la conferencia admite que si se aceptara el máximo de emisiones pedidas por los países industrializados, la temperatura mundial se incrementaría en 3º C.

En un mundo donde el 7% más rico (500 millones de habitantes) produce el 50% de los gases contaminantes y el 50% más pobre (3.500 millones de personas) es responsable tan sólo del 7%, queda claro que los más poderosos no son los más calificados para imponerse sus propios límites
Nuestra región es responsable tan sólo del 17% del dióxido de carbono que produce el calentamiento.
Sin embargo, un informe del organismo de Naciones Unidas para América Latina (CEPAL) señala que la economía de América latina podría caer el 140% de su PBI antes del fin del siglo a causa de este fenómeno global. A su vez, prevé un aumento de lluvias entre el 5% y el 10% en algunas partes, disminuyendo de 20% a 40% en otras. A la Argentina le tocaría una prolongación de su racha de sequías.
Este mismo informe de CEPAL explica que los efectos del calentamiento serán la pérdida de la biodiversidad y del ecosistema.
Sería bueno que todos sepamos el concepto de biodiversidad: amplia variedad de seres vivos sobre la tierra.
De eso se trata el calentamiento global generado por el hombre: la pérdida de variedades de seres vivos. No aclara el documento qué especies terminarán extinguiéndose.

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Ante esto, el acuerdo alcanzado establece un aporte de US$ 30 mil millones en los próximos tres años de los países ricos a los pobres para combatir el cambio climático, llegando a la cifra de US$ 100 mil millones en el año 2020, equivalentes a la sexta parte del presupuesto militar de EE.UU.
El escepticismo crece porque el documento no aclara de dónde saldría el dinero.
Tanto descreimiento surge de su antecedente, la cumbre de alimentos que se llevó a cabo unos meses antes en Roma, sede de la FAO, organismo de Naciones Unidas para la lucha contra el hambre. En la misma se constató que los hambrientos del mundo subieron de 852 a 1.000 millones de seres humanos de 2008 a 2009 y el fondo de US$ 15 mil millones que las naciones habían comprometido el año anterior no se había cumplimentado.
Ninguno de los jefes de Estado del todopoderoso G-8 se hizo presente en la cumbre de lucha contra el hambre, excepto el dueño de casa, Silvio Berlusconi. Los otros estaban aportando efectivamente US$ 1,1 billón (un billón equivale a un millón de millones de dólares) al Fondo Monetario Internacional a los efectos de salvar las finanzas mundiales en crisis desde la caída de Wall Street.
Las calles de Copenhague se preguntaban si el clima y el hambre fueran bancos, ya se habría resuelto.

*Ex jefe de Gabinete de la Cancillería.