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Hablando a tu culo

Pedro Aznar 20230204
Pedro Aznar | Télam

Ya me ocuparé de Shakira, tal vez, dado que es verano y es lo que toca, pero por ahora es momento de mencionar lo que hizo Pedro Aznar. Es raro pretender abarcar su disco entero justo a partir del tajo formidable, del desplante, del agujero en el bolsillo que hizo con esa canción de la que todos hablan e intercambian bromas porque tal vez para eso se hizo. El reggaetón se llama No voy a cantarle a tu culo y viene traficado en su disco doble El mundo no se hizo en dos días, un disco lleno de conceptos, un inclasificable. Afortunadamente no hace falta clasificar a los discos de los artistas que ya las han probado más o menos todas; es feliz ver que hacen lo que quieren. Aznar, nuestro niño prodigio del bajo, homenajea a Los Beatles y al barroco, utiliza canto celta a cappella, polca à la Chopin, free style, polonesa, canción de denuncia y –he aquí lo que nos convoca– ese reggaetón en el que todos suponemos ironía menos él, a juzgar por la leve explicación que da.

Pasé cinco días en las muy populares playas de San Clemente, donde es imposible encontrar un hueco que no haya sido usurpado por veraneantes munidos de máquinas feroces de sonido para hacernos escuchar reggaetón de sol a sol a todos sin piedad. Mi mujer les pide que apaguen la música, que estamos con niños, que las letras son procaces, que es mejor escuchar el mar, pero invariablemente le suben el volumen en la cara y le contestan: estamos en la playa. Como si el reggaetón encontrara allí su única razón de ser. Nótese que es ella la que lo intenta; yo no me muevo de mi reposera, dispuesto a dejar que la música de unos mate a la de otros sin necesidad de intervenir, cosa que no sucede, porque la alquimia de oro del reggaetón hace que el fraseo de uno se acople muy bien sobre el ritmo del otro, que es el mismo, y que la letra de éste complete la cadencia de aquel, creando un campo magnético impenetrable, un infierno como una campana de vidrio sobre los sánguches de milanesa.

¿Dónde te firmo?

Aznar supone quizás que toda la música es música, o tal vez no le toca veranear en San Clemente, y con las reglas de juego del reggaetón (su franca vulgaridad, su supuesta incorrección, su infantilismo pegadizo) hace una canción con la que atacar el alma misma del bodoque. Afirma que es un reggaetón inclusivo en contra de la cosificación, ya que ambas cosas son la razón última de este estilo. Usa la basura en torno a letra y música, con frases como “cuando contestaste el llamado/ se me puso tieso el pelado” y no se ríe nunca cuando lo dice, ni cuando lo explica en sociedad.

La sociedad, de todos modos, está toda en la playa y mucho me temo, Pedro querido, que de las infinitas variantes re-ggaettoneras que derrama la industria ninguno escuchaba No voy a cantarle a tu culo, que tal vez tiene una pizca más de candombe que de panespañol, y que pregona que el culo está bien, pero que es mejor preferir todo tu ser. ¿Otra derrota para la civilización? ¿O es el tema simplemente un clickbait para que extraterrestres que no saben quién es Aznar entren al disco a encontrar otras cosas?