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Hasta cuándo Amado

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Me gustaría escribir de Mascherano. O de Sabella. Pero acá tengo que ocuparme de Boudou. Otra vez. ¿Hasta cuándo Amado? En esa respuesta, como en ninguna otra, hay total acuerdo en el Gobierno: hasta que la Doctora diga.

Aunque esté vacío de poder real, la Presidenta intenta sostener el poder simbólico de su segundo. Cada vez le cuesta más. Convalida que al frente del Senado encabece la recepción que el Congreso le dio ayer al líder chino Xi Jinping, pero acepta –a pedido del bloque radical– que no presida la sesión que aprobó beneficios a China.

Cristina recibe mensajes y señales de potenciales candidatos oficialistas de que mostrarse con Boudou es piantavotos. Hasta ahora, ella no se ha mostrado demasiado permeable. Lo habitual.

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El futuro llegó, hace rato. Se acercan las elecciones y las incomodidades de los dirigentes K que planean cargos electivos en 2015 aumentarán. El ministro Florencio Randazzo y el senador Miguel Pichetto son apenas dos muestras de un universo más que amplio.

También se multiplicarán los problemas del vicepresidente. Ayer, PERFIL adelantó que está casi listo otro procesamiento en su contra. Este será por falsear la documentación de un auto. Se sumará al golpe judicial ya recibido en la causa Ciccone.

El sospechoso robo del que habría sido víctima su pareja, Agustina Kämpfer, no hace más que acrecentar las suspicacias. Todo indica que no se limitarán a esto las malas noticias para Boudou, por eso hay tanto revuelo entre sus abogados.

Hasta que Cristina cambie de opinión, en el Gobierno seguirán evaluando, sólo como ejercicio de masturbación mental, qué le hace más daño, si la salida o la permanencia del vice. Mientras, Boudou sigue ahí, regalando camisetas de la Selección. Menos mal que no es la 14 de Mascherano. Y sí, algún gusto me tengo que dar.