COLUMNISTAS
POLITICAS EQUIVOCADAS QUE YA NO ASOMBRAN

Hay pocas voluntades con ánimo de cambiar la situación

En el año 2000, me tocó participar de un libro con mis compañeros de entonces de Radio Continental llamado Jugados. Escribimos un capítulo cada uno y a mí me tocó sobre los árbitros.

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En el año 2000, me tocó participar de un libro con mis compañeros de entonces de Radio Continental llamado Jugados. Escribimos un capítulo cada uno y a mí me tocó sobre los árbitros. “Callar y otorgar (una historia de jueces injustos)” fue el título de ese trabajo de seguimiento e investigación. Cuando surgió la denuncia de Cristian Faraoni contra Aníbal Hay, de intentar sobornarlo para favorecer a San Lorenzo contra Atlético Tucumán, en la primera fecha del Apertura pasado, revisé ese libro y ese capítulo.

Allí, encontré que la AFA siempre negó todo y repitió esa conducta. Se dijo que Hay sería separado de su cargo de relacionista público por cuestiones de “reestructuración”. Todos sabemos que no fue así; que la denuncia de Faraoni incluye escuchas telefónicas en las que la voz de Aníbal Hay “sugeriría” al joven juez “favorecer a San Lorenzo”.

Conversé con Hay y negó todo. Pero hay antecedentes que no lo ayudan demasiado. En ese libro hay datos de cierto vínculo de Hay con San Lorenzo. Por ejemplo, dirigió al Ciclón en 31 partidos. De esos 31, seis fueron clásicos. Sólo perdió una vez (vs. River, 2-3, 18 de mayo de 1997). Además, en 1995, cuando San Lorenzo peleaba el torneo Clausura con Gimnasia, venía de perder con Vélez y pidió a Hay para un partido decisivo con Lanús. Y que se entienda bien: Fernando Miele pidió que lo dirigiera Hay. Y la AFA le puso a Hay.

San Lorenzo no sólo le ganó a los granates (1-0, gol de penal de Netto), sino que Hay hizo empezar el partido veinte minutos más tarde que el de Gimnasia, que esa tarde derrotó a Ferro 1 a 0 en Caballito. Es más, como estudiante de Periodismo de la Escuela de Niembro y Araujo, Hay debió hacer un trabajo práctico sobre la cobertura del entrenamiento de un equipo profesional de fútbol. El club que eligió el bueno de Aníbal fue… ¡San Lorenzo! Ocurrió el 20 de febrero de 1999, cuando Hay todavía era árbitro de Primera. Obviamente, no es un delito, pero es un cachetazo a la ética.

La AFA podrá negar todo, pero hay datos concretos. El vínculo de Hay con San Lorenzo es viejo y toma relevancia cuando se corporiza la denuncia de Faraoni.

Por supuesto, no culpamos a Hay todavía. Pero la denuncia es cierta. Lo único que se pretende es que la AFA investigue y nos diga la verdad. Si Hay hizo lo que dijo Faraoni, debería ser sancionado de algún modo. Si no, Hay debería permanecer en su puesto de RR.PP. de la AFA y como analista de árbitros en el programa 90 minutos de fútbol, de Fox Sports, porque no habría delito.

Pero jamás lo sabremos. La AFA no investiga nada, no profundiza nada, grave error. Todos suponemos que el sargento Daniel Giménez dejó el arbitraje por un bochornoso trabajo en San Martín de San Juan-Huracán. Dirigió pésimo y fue acusado de hacerlo adrede. Tampoco lo sabemos. Nadie lo aclaró debidamente. Un juez que dirigió tantos años como él terminó su carrera sospechado de algo muy grave. Y nadie lo aclara. Por consiguiente, en la consideración popular, el Sargento se fue porque “bombeó” a Huracán.

Lo mismo está pasando con Gabriel Brazenas. Dirigió mal el partido final del Clausura 09. Ya se discutió en esta columna hasta el hartazgo si perjudicó sólo a Huracán o no. La realidad es que Brazenas no dirigió nunca más. Aclaró que fue “por cuestiones físicas”, pero nadie se traga esa píldora: lo sacaron por ese partido contra Huracán. La AFA, por supuesto, guardó silencio. Pero no designó más a Brazenas, esa es la única realidad… Ah, Brazenas fue despedido de su trabajo particular y es amenazado constantemente por teléfono… Una locura que no justifica el haberse equivocado contra Huracán.

El nivel arbitral del Apertura fue vergonzoso. Porque, está bien, es un plomo ver a futbolistas, entrenadores y dirigentes desfilando por televisiones y radios llorando como magdalenas y quejándose de los malos arbitrajes, con Angel Cappa como adalid. Pero que esto no nos quite el objetivo. Existe un arbitraje sospechado o, en el mejor de los casos, de un nivel subterráneo. Pablo Lunati, por ejemplo, está acusado de tener un automóvil de monto superior al que podría tener de acuerdo a los ingresos declarados en la propia AFA. La asociación, en tanto, lo viene investigando en secreto junto a otros siete árbitros. Sin embargo, alguien lo designó para dirigir Boca-Banfield, después de equivocarse feo en Newell’s-Arsenal. Ya era un mamarracho haber designado a Lunati para un partido decisivo como Banfield-Tigre, y sacarlo tras un par de gritos que le pegó Julio Grondona desde Sudáfrica a Jorge Romo, encargado de designar a los árbitros. Cambiar a Lunati por Rafael Furchi era lo mismo que la nada.

Nombrar a los malos árbitros sería ajusticiar a tipos que están remando en aguas muy turbulentas. La Escuela les dio una instrucción deformada; el Colegio sigue gobernado por un amigo de Grondona que jamás fue árbitro y los ex jueces que intentar cambiar algo se dan cuenta de que poco y nada pueden hacer.

Estos réferis son producto de las políticas equivocadas que vienen desde los 90, cuando nos hicieron creer que había que dirigir como Lamolina y Baldassi, árbitros con buena prensa, pese a que ocuparon buena parte de su carrera en dirigir diferente a Castrilli, en lugar de formar su propio estilo. Entre que les bajaron una línea pro-equipos grandes y que “el árbitro debe pasar desapercibido”, se forjaron los que terminaron en un híbrido. Hoy vemos un fútbol que, además de mal jugado, está pésimamente arbitrado. Alguna vez, alguien deberá hacer cirugía mayor, en serio, sin mirar los nombres sino las capacidades. Y echar a las ovejas negras. Que las hay, pero no nos lo dicen.

Sólo así podremos volver a pensar en un juego mejor.