A los gritos, en los pasillos de Comodoro Py, esta semana se le escuchó al juez federal Claudio Bonadio dedicarle a PERFIL consideraciones poco metafóricas: “Son unos hijos de puta”.
Estaba molesto porque hubiéramos dado a conocer a su hijo baterista, que fue inscripto como socio en la empresa familiar del magistrado al que le apuntó el Gobierno, y por los dardos que le lanzamos por desempeños poco claros.
Casi al mismo tiempo, sin gritar y desde la Casa Rosada, el jefe de Gabinete Jorge Capitanich también acusaba a este diario de “gozar de inmunidad”, junto a Clarín y La Nación, ante las miradas e investigaciones que publicamos.
En la edición de hoy el que puede sentirse afectado es Massa. Como ya pasó otras veces con él. Y con Macri. Y con Scioli. Y con Randazzo. Y con Carrió. Y con sindicalistas. Y con bancos o empresas.
“La grieta” patrocinada por muchos políticos y medios ha llevado a una gran confusión. Acaso la peor de todas sea entender las críticas –aun con errores– desde el embanderamiento y no como parte de un ejercicio genuino, honesto y profesional del periodismo.
