Tuvimos dos pandemias seguidas. El resultado de la doble crisis que supone el Covid-19 superpuesto a la herencia del macriato construye un escenario socioeconómico de gran complejidad en la pospandemia.
Por caso, los recientes datos suministrados por el Indec muestran que, en marzo, el salario promedio formal fue de $ 56.872 bruto, solo 35% sobre la canasta familiar de pobreza que para un hogar tipo metropolitano está fijada en $ 43 mil netos.
La mitad de los trabajadores formales y el 70% de los trabajadores informales gana menos que ese valor de la línea de pobreza para un hogar tipo.
Así las cosas, se estima que se agregaron 2,4 millones de pobres en el último semestre. En efecto, por el doble impacto de la herencia del macriato y la pandemia, se agregaron en el último semestre 400 mil pobres por mes a los existentes en diciembre de 2019. La pobreza pasó entonces de 35,5% al 40,5% en ese lapso, se trata de 18,4 millones de pobres de los cuales 7,2 millones son menores de 15 años.
Se trata de un agregado de 13.300 pobres por día en el último semestre, 550 pobres adicionales por hora, nueve pobres agregados por minuto. Grave.
Por otra parte, la línea de indigencia (umbral del hambre si no hay asistencia extra) para hogar tipo metropolitano de cuatro miembros se ubicó en $ 17.786 el mes pasado, mientras el salario mínimo vital y móvil continúa fijado en $ 16.875 y la jubilación mínima en $ 16.864 Una situación insostenible.
El desempleo abierto supera ya los dos dígitos y en los grandes aglomerados urbanos el 15% de la Población Activa desempleada en la pospandemia es un piso esperable. La caída del PBI no encuentra aún una proyección definitiva pero el 8% anualizado es un piso estimado.
En este contexto el gobierno nacional aún no dispone de herramientas efectivas para enfrentar la tremendamente dura etapa que se avecina en la pospandemia.
No hay aún novedades sobre el impuesto a las grandes riquezas que solo afectaría a los 12 mil híper ricos y una medida de elemental razonabilidad como la expropiación de una empresa que como Vicentin tuvo comportamientos delictivos durante buena parte del macriato con complicidad de la dirigencia de Cambiemos, tiene la resistencia frontal del conjunto del establishment económico y financiero junto al sistema de medios que le es afín y sus opinadores asalariados.
Este cuadro de situación, de tensión creciente y conflicto lejos de disminuir en intensidad estimamos que se agravará y será el gobierno nacional el que deberá tomar nota de la nueva realidad atravesada por intereses irreconciliables, y lo deberá hacer aún a costa de apartarse del estilo conciliador que con todo derecho quiso imprimir inicialmente a su gestión.
Puede hacerlo, tiene herramientas disponibles. Un nivel de popularidad en la gestión y de imagen presidencial en torno al 60% y un equipo de gobierno que se supera día a día en su capacidad de gestión con incorporación de figuras jóvenes cuyos aportes son promisorios.
Tiene el gobierno nacional adicionalmente un fuerte apoyo institucional por parte de la mayoría de los gobernadores e intendentes y un marco internacional de crisis mundial que desplazó a un plano secundario la salida o no del default provocado por la administración de Mauricio Macri, cesación de pagos que la habitual cosmética discursiva del macriato en su momento lo llamó “reperfilamiento de deuda”.
Finalmente, y tal vez lo más importante le queda al gobierno nacional en general y al presidente Alberto Ángel Fernández en particular, aquella sentencia de Cristina Fernández de Kirchner y que hoy es una verdadera hoja de ruta: “Le han dejado un país devastado, pero usted tiene la fuerza y la convicción para cambiar esta realidad tan fea que hoy viven los argentinos. Tenga fe en el pueblo, tenga fe en la historia. La historia la terminan escribiendo más temprano o más tarde, los pueblos. No se preocupe por las tapas de diario, preocúpese por llegar al corazón de los argentinos, ellos siempre van a estar con usted.”
*Director de Consultora Equis.