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Defensor de los Lectores

Hoy, como ayer, el periodismo debe ser motor de la libertad

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Gazeta. “El pueblo tiene derecho a saber la conducta de sus representantes”. | cedoc

Publio Cornelio Tácito fue uno de los grandes historiadores de la antigüedad en tiempos en los que griegos y romanos sentaban las bases políticas, sociales y filosóficas del mundo occidental. Por cierto, visto con ojos de un historiador moderno, Tácito no cumple en su obra preceptos de rigurosidad metodológica o de objetividad científica, pero la fuerza de sus textos y el tono moral de su narrativa le confieren credibilidad. Fue, en verdad, el cronista de la Roma imperial, y sus escritos tratan sobre el abuso de poder, la corrupción y la decadencia. 

El lector se preguntará por qué esta columna se inicia con este pensador de antiguos tiempos. Pues bien: sus palabras se reproducen en el primer número del primer medio periodístico de la Argentina naciente, aquellas Provincias Unidas del Río de la Plata originadas en la Revolución de Mayo. El 7 de junio de 1810, Gazeta de Buenos Ayres, flamante creación de Mariano Moreno, salía a la calle para servir a estos pasos iniciales hacia la independencia. No casualmente, Moreno citaba a Tácito con una frase impresa bajo la marca del periódico: “Rara temporum felicitate, ubi sentire quae velis, et quae sentias dicere licet (rara felicidad la de los tiempos en que es lícito sentir lo que se quiere y decir lo que se siente)”. El secretario de la Primera Junta fue más allá al fundamentar las razones por las que Gazeta llegaba a la población: “El pueblo tiene derecho a saber la conducta de sus representantes, y el honor de éstos se interesa en que todos conozcan la execración con que miran aquellas reservas y misterios inventados por el poder para cubrir sus delitos. El pueblo no debe contentarse con que sus jefes obren bien, debe aspirar a que nunca puedan obrar mal”.

Mañana se celebra en la Argentina el Día del Periodista al cumplirse 211 años de aquel primer ejemplar de Gazeta de Buenos Ayres. Creo adecuado traer a la memoria aquellos fundamentos que hacen a la libertad de los pueblos de acceder a la información correcta para evaluar hechos y personajes, una de las bases del periodismo en todos los tiempos. Es bueno recordarlo, además, porque el periodismo está transitando uno de sus más críticos y peligrosos momentos. La invasión de noticias falsas o engañosas, el sesgo espurio que no pocos medios y periodistas dan a la difusión de informaciones, el sometimiento de lo mejor de este oficio a intereses políticos, económicos, sectoriales que lo desvirtúan, la contaminación provocada por las divisiones generadas por tirios y troyanos, obligan a extremar los recursos para no caer en desinformación. 

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Moreno dijo también, en sintonía con sus firmes convicciones: “Es necesario destruir los abusos de la administración, desplegar una actividad que hasta ahora no se ha conocido, promover el remedio de los males que afligen al Estado, excitar y dirigir el espíritu público, educar al pueblo, destruir o contener a sus enemigos y dar nueva vida a las provincias. Si el gobierno huye del trabajo; si sigue las huellas de sus predecesores, conservando la alianza con la corrupción y el desorden, hará traición a las justas esperanzas del pueblo y llegará a ser indigno de los altos destinos que se han encomendado en sus manos”. 

En vísperas de este nuevo Día del Periodista, quiero recordar también a los miles de buenos profesionales que siguen manteniendo vivas las grandes ideas que movilizan este oficio. Y, con la misma intensidad, con dolor y heridas en la memoria, traer a este tiempo convulso los nombres de quienes entregaron hasta la vida por defender la profesión y sus objetivos superiores. A ellos dedico estas líneas, que no son de celebración sino de compromiso.