COLUMNISTAS
Representación

Humildad y humanidad

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Aumentos. Que el funcionario utilice y conozca los servicios. | cedoc

Una vez vi al escritor Martín Caparrós decirle al diputado Fernández Iglesias, por televisión, que éste hacía gala del honestismo. Es que, en ese momento, Iglesias era un lilito y hacía gala de la lucha contra la corrupción de Carrió. A partir de eso, parecía que todo pasaba por allí: no importa las ideas, los saberes; sino el status moral de las personas.

Claramente, arrojarse la honestidad, la moralidad es una falacia. En todo espacio, ideología y grupo, hay personas honestas y deshonestas, capaces e incapaces. La dicotomía “buenos y malos” es tan fantasiosa, como los dibujos animados y las series infantiles, donde hay héroes y villanos. También, es una visión soberbia; los malos son los demás y no hay autocrítica que hacer, fanática; creo en esa dicotomía como un dogma, y, por último, violenta; si estoy convencido de lo anterior, busco eliminar al bando malo para que la política esté llena de personas de bien.

Por el contrario, la política debe ser humana, plural y pragmática y reconocer que el que piensa distinto puede ser mejor que uno, tener razón, que vale la pena y que nuestro grupo o partido puede estar equivocado. Claro, con esto muchos gurúes chupamedias perderían trabajo porque prefieren el conflicto a la solución, pero cuán útil hubiera sido y sería para tantos funcionarios con grandes responsabilidades, rodearse más de la realidad terrenal y no de tanto fanatismo dogmático.

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La política no debe convertirse en circo y pan ni debe ser amarillista. Tampoco debe pensar en el rating, en el prime time, en los trending topic o en los likes y las visualizaciones. Al menos no como fin, en todo caso como forma de efectivizar una medida, una ley, un anuncio, un norte. Pero, las formas nunca deben ser más importantes que el contenido, que es el que, en definitiva, le puede mejorar o empeorar la vida a la gente. Si nos quedamos solo con la formas, se vuelve un show y, para eso, tenemos la tele, las novelas, los reels, el tiktok y tantas aplicaciones, formatos y herramientas de entretenimiento. Y como si fuera poco, además, nadie disfruta del show mucho tiempo, el aburrimiento viene rápido y ahí se cambia de canal.

A su vez, la política, sobre todo, la gestión, debe ser horizontal y no vertical. Se agotó la puesta en escena de funcionarios que anuncian seguridad en un barrio y no caminan por la calle, obras para los vecinos y no utilizan los espacios públicos, aumentos de boletos de colectivo/taxi/combustible mientras se manejan con flota del Estado y choferes. Esto alcanza a todos los colores y niveles políticos y poderes del Estado (local, provincial, nacional; Ejecutivo, Legislativo y Judicial) y debe ser reemplazado por una gestión más terrenal y ejemplificadora: funcionarios vecinos que se manejan como todos los ciudadanos y lidian con los mismos problemas con los que naufragamos todos.

En definitiva, no es ni más ni menos, que un baño de humildad para una verdadera representación. Si me aumentan el boleto o las tarifas una barbaridad, que el que lo decida utilice ese servicio, y, si no, que lo revise, que lo conozca, que todos podamos verlo. Si presentan un proyecto de alquiler, mínimamente que los inquilinos, las inmobiliarias, los propietarios sean convocados y escuchados. Si un tribunal tiene un divorcio, un despido, una adopción o lo que fuera a resolver, que lo haga en tiempo y forma, que sienta que vale la pena hacerlo de esa manera. Frescura, ámbitos genuinos de discusión, pragmatismo, apertura, pluralidad, transparencia, Justicia; algunos valores indispensables para una correcta praxis política y estatal.

Los que creemos en la democracia, en la memoria activa, en el Estado, en la representación, debemos ser los primeros en reflexionar, hacer autocrítica y dar el ejemplo, como ciudadanos y desde el lugar de cada uno. Seguramente, a muchos que dudan, que descreen, que están enojados con la política y con el Estado, los vamos a encontrar de esta forma, siendo más deconstruidos y menos prejuiciosos, más abiertos a escuchar e intentar construir una sociedad mejor entre todos, aunque el camino pueda ser muy diferente del que estuvimos convencidos durante mucho tiempo.

*Abogado y Director del Observatorio de Familias y Juventudes de la Cámara de Diputados de la Nación.