No se comprende por qué quienes han luchado estos últimos tiempos en favor de la igualdad de género no se dieron cuenta de que la mayor injusticia se comete en el fútbol. Ya dejaron pasar cuestiones importantes. ¿Por qué se prohíben cuentos infantiles y no se reescribe Los hermanos Karamazov de manera que no sean cuatro varones, sino dos y dos? ¿Por qué se tiene que suicidar antes Ofelia, y Hamlet puede estar en el escenario hasta el final de la obra? ¿Por qué no se revisa a los griegos? Mucho Sócrates, mucho Platón, mucho Aristóteles, pero ¿dejaron que se destacara alguna filósofa?
Y la pregunta del millón: ¿por qué tiene que haber fútbol masculino y fútbol femenino? Si los partidos políticos consiguieron ponerse de acuerdo en que a partir de este año las listas de candidatos deben tener la misma cantidad de mujeres que de varones, y que por ley se determinó que el respeto al porcentaje asegura a los votantes que los candidatos tienen las mismas aptitudes, ¿por qué no podrán Boca o River tener la misma cantidad de jugadores mujeres que varones? Quienes buscan cualquier excusa para evitar la igualdad de género en todos los ámbitos, dirán que los equipos tienen 11 jugadores, por lo que es imposible que tengan la misma cantidad de mujeres que de varones.
Tengo algunas buenas ideas al respecto. Ya existe en la cultura futbolera la figura simbólica del “jugador número 12”, y en la táctica o estrategia de los directores técnicos, el llamado “doble cinco”. Así que no hay problema: un cinco varón y un cinco mujer y tenemos los 12.
Otra fórmula es poner dos arqueros (una mujer y un varón). Habría que estudiar si es mejor un arco doble que ambos arqueros puedan recorrer a su antojo, o con otro palo en el medio.
En caso de que se decida poner otro palo, los penales deberían patearse dos veces (uno por una mujer y el otro por un varón) para darles la misma oportunidad de lucimiento al arquero mujer y al arquero varón. Si se hacen dos goles, o se ataja uno solo, se cobra un solo gol para que no se sienta mal el arquero que no atajó.
El primer tiro libre debe patearse al arco de la izquierda o al de la derecha, según el lugar en el que se haya cometido la infracción, pero los siguientes deben ser alternados: si se empezó por la derecha, se sigue por la izquierda.
Si la infracción se comete exactamente en el medio (la cancha deberá tener una marca en toda su extensión), se patea dos veces, una a cada arco. Sí, acertaron, ¿ven que es lógico?: por una mujer y por un varón. En caso de que al final del partido se haya pateado un tiro libre más a un arco, se le debe patear otro al arquero que recibió uno menos. Esta fórmula de los dos arqueros es más funcional porque permite tener dos líneas de cuatro (dos mujeres y dos varones cada una) y una de dos (un varón y una mujer). En el reglamento es importante que cada vez que se aclare “un varón y una mujer”, en la próxima se diga “una mujer y un varón”. En caso de que estas aclaraciones den un número impar, se agregará o se quitará una regla.
Los cambios de jugadores podrán seguir siendo tres, pero cada vez que se reemplacen deben salir y entrar una mujer y un varón, preferentemente, que ocupen el mismo puesto.
Los jueces de línea seguirán siendo dos, una mujer y un varón, pero se agregará otro árbitro principal para que también sean un varón y una mujer, con las mismas atribuciones. Queda a resolver por el comité (integrado por el mismo número de mujeres que de varones) el nuevo reglamento, si cada uno se ocupará de un sector de la cancha o deberá resolverse por medio del VAR cualquier diferencia de juicio que exista entre los árbitros.
Como queda demostrado, terminar con la discriminación en el fútbol, como en la política, no es nada complicado. Y puede ser un muy buen ejemplo para el rugby, el tenis (acabemos con los singles: siempre doble mixto), el básquet… Y la Fórmula 1: dos pilotos, uno de cada sexo. Ya se estudiará cómo se sincronizarán, o no, los volantes.
*Periodista.