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Igualdad en la Justicia: un desafío en EE.UU. y también aquí

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Corte de ee.uu. Trump apuró una designación conservadora y sin perspectiva de género. | ap

La muerte de Ruth Bader Ginsburg, integrante de la Corte Suprema de EE.UU., fue un golpe duro a la participación de mujeres con perspectiva de género en esa Corte. Bader Ginsburg era famosa y reconocida en todo el mundo, no solo en su país. Un modelo para quienes valoran una Justicia independiente de la política y de los gobiernos de turno con una idoneidad y solvencia envidiables. Por eso su fallecimiento consternó. Si pensamos en una Justicia independiente en EE.UU. la jueza Ruth Bader Ginsburg era su representación y también su garantía.

Trump no esperó ni 48 horas para anunciar su decisión de nombrar a su reemplazante. Primero planteó la alternativa entre dos mujeres conservadoras que le garantizaban a él y al Partido Republicano una Corte conservadora y afín a sus ideas. Pero en menos de 24 horas se definió por proponer a la que además de conservadora es católica y opuesta al aborto. Esta rapidez, si bien contradice lo que un importante porcentaje de la población de ese país considera, o sea que la designación de la sucesora debía haberse pospuesto hasta que se definieran las elecciones presidenciales de noviembre y el que resultara elegido designara a la nueva jueza. Incluso ese era el deseo de la fallecida. Pero ni Trump ni el Partido Republicano quisieron arriesgarse a perder la posibilidad de cubrir el cargo con alguien afín a sus ideas y que respondiera a sus intereses, no solo en temas claves, sino también ante la necesaria intervención si se plantea recurrir a la Justicia para saldar la elección del futuro presidente de ese país.

Cuando el Senado ratifique a la candidata propuesta por Trump, dejará a sus conciudadanos una herencia pesada y difícil de sobrellevar. Por años se hipoteca la imparcialidad y autonomía de ese cuerpo, vital como dijimos para las decisiones claves del país, y también para definir cualquier conflicto ante las elecciones. La elegida es una mujer conservadora que garantiza responder a los valores y prioridades del Partido Republicano y que en nada se parece a su predecesora, ni tiene el reconocimiento que lucía Bader Ginsburg. La designación de una mujer para suceder a otra mujer jueza asegura la integración de la Corte con un 33% de mujeres, pero sabemos que el sexo no garantiza la perspectiva de género.

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En nuestro país no estamos mejor en cuanto a la forma sesgada de selección de integrantes de la Justicia. Aún no se recuperó la integración de otra mujer después del fallecimiento de Carmen Argibay. La no consideración de candidatas mujeres es algo común. Y cuando las hay también vemos que en ese caso poco valen los méritos y reconocimientos de idoneidad. Pasamos estos días por una situación paradigmática. En el concurso para cubrir un cargo en la Justicia Electoral, Alejandra Lázzaro obtuvo en reiterados exámenes el primer lugar de los participantes. Pero el Presidente eligió a un varón que estaba en el tercer lugar en el concurso. El mérito, por ser mujer, no se tuvo en cuenta. 

Esto lo vemos en la mayoría de las decisiones en distintos ámbitos de la vida política del país. Otro ejemplo claro es la incorporación en las listas de candidatos al Congreso, donde las mujeres para entrar deben reunir antecedentes y múltiples merecimientos, mientras que los varones no. 

Esto se visibilizó la semana pasada, con la suspensión y luego renuncia del diputado Ameri, de Salta. Legislador sancionado por estar con su pareja en una actitud íntima mientras se desarrollaba la sesión en forma remota. La prueba de esa actitud que se vio en las cámaras del recinto mereció la suspensión inmediata y luego la solicitud de renuncia por parte de su bloque. Así nos enteramos que quien lo sucederá es una mujer que tiene muchos más méritos y una historia política limpia, ya que no posee ninguna denuncia ni prisión como a quien reemplazará, pero fue postergada por ser mujer y seguramente por no garantizarles a quienes dirigen el partido la fidelidad y que obedecerá los intereses de la dirigencia acatándolos acríticamente. Por eso la meritocracia es una excusa que se utiliza para encubrir decisiones que nada tienen que ver ni consideran los valores y la capacidad de las personas, sino que permite encubrir, a veces mal, otras intenciones.  

En el deporte estas discriminaciones son muy frecuentes, por eso cuando sobresalen deben ser geniales. La nota el sábado en Deportes sobre Las Leonas: “El día que nació el mito es una muestra de lo que les toca a las mujeres para ser reconocidas: deben ser Leonas. ¡¡Ellas lo asumieron y lo lograron!!”.