Después de 45 años sin que se produjeran incidentes fatales en la disputada (y desdibujada) línea fronteriza entre China y la India, el lunes pasado un enfrentamiento entre tropas de ambas naciones en el valle de Galwan dejó un saldo que aparentemente suma, de lado y lado, más de sesenta muertos. El incidente amenaza la estabilidad regional con potenciales repercusiones globales.
China e India comparten una frontera de 3.440 km cuadrados, pero la raíz del conflicto responde a reclamos territoriales en torno a las fronteras que impuso Gran Bretaña antes de la independencia de la India y que en 1962 originó una guerra entre ambos países. Guerra en la que India fue derrotada. El valle de Galwan se encuentra en la zona de Cachemira, donde dos factores adicionales complejizan la situación a nivel regional –el conflicto entre la India y Pakistán– estrecho aliado de China, y la relación de India con el Dalai Lama y el gobierno en el exilio del Tíbet luego de su ocupación por China en 1950. China, India y Pakistán disponen de armamento nuclear, aunque las dos últimas no han firmado el Tratado de No Proliferación Nuclear.
Pero este panorama regional en torno al conflicto reciente debe ser enmarcado en una dinámica regional y global más amplia. India es miembro del grupo RIC (Rusia, India, China) que constituyó el núcleo inicial de los Brics, y de la Organización de Cooperación de Shanghai fundada por China y Rusia –uno de los mecanismos de la convergencia estratégica sino-rusa en Eurasia. El conflicto sino-indio puede afectar este entramado euroasiático en una coyuntura en que Rusia debe actuar de anfitrión de las Cumbres de ambas organizaciones, pospuestas por la pandemia del Covid-19. En juego también está la posibilidad de ampliación de los Brics, bajo la fórmula Brics plus, en tanto los actuales miembros pueden disentir en torno a la admisión de nuevos integrantes.
Rusia es un antiguo aliado de India y un socio estratégico de China, pero en esta coyuntura trata de mantenerse neutral en el conflicto. No obstante, ha convocado a una reunión trilateral para el 23 de este mes. Por otra parte, la interdependencia económica entre la India y China es muy alta y Huawei aspira a promover la tecnología del 5G en el importante mercado indio. Por su parte, Nueva Delhi rechaza la iniciativa china de la Nueva Ruta de la Seda. La importante vinculación económica entre Nueva Delhi y Beijing tiene un peso relevante en la decisión de China, luego del reciente incidente, de atenuar el conflicto y de retomar el diálogo previo existente entre Modi y Xi Jinping.
Pero el rompecabezas geopolítico incluye también la actuación de los Estados Unidos en el Asia-Pacífico. El intento de reducir la tensión con la India no está desvinculado de las complejas conversaciones que el miércoles pasado mantuvieron Yang Jeichi, un alto diplomático de China, y el secretario de Estado de los Estados Unidos Mike Pompeo, en el marco de las fuertes tensiones y roces entre Beijing y Washington. India es un aliado clave del cuadrilátero estratégico del Indo-Pacífico promovido por los Estados Unidos para contener a China en la región, con apoyo de Japón y de Australia y en aras de un Indo-Pacífico “libre y abierto” frente a los avances estratégicos chinos.
En función del conflicto entre una arquitectura euroasiática en expansión y una estrategia indo-pacífica asociada con la administración Trump, la política exterior de Nueva Delhi se ha ubicado en una posición ambigua y contradictoria que deberá revisar, pero mucho depende también de que Beijing evite escalar la actual situación.
*Analista internacional y presidente de Cries.