COLUMNISTAS
PANORAMA económico

Ingresos Brutos: Robin Hood habría fracasado en Argentina

Sólo dos países en el mundo aplican un impuesto considerado medieval, enemigo del crecimiento y desarrollo del comercio.

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‘Buenos muchachos’ Luis Caputo. | Pablo Temes

Robin Hood y su leyenda pasaron a la universalidad cultural, como la historia de un ladrón que roba a los ricos, para distribuir ese botín entre los muchos pobres entre los que vivía. Las desventuras de este héroe ubicadas en la Inglaterra del siglo XIII se concentran en relatos muy populares en la Edad Media británica, ubicados en el norte de la comarca de Nottingham. Concretamente en el bosque de Sherwood. Allí, una banda de bandidos escondidos entre los árboles, buscaba justicia interceptando las caravanas oficiales donde se transportaban los impuestos que el sheriff ordenaba cobrar de manera directa a toda persona que realizara una actividad económica en aquellos parajes. Y, como cuenta la leyenda, se trataba de los impuestos  más altos de toda la Gran Bretaña de aquellos tiempos, con una presión incluso superior a la que aplicaba el reino y que convertía a la vida comercial y el intercambio de bienes en inviables; arrojando a todo Nottingham a la pobreza.

Sólo había dos salidas para escapar de la situación de injusticia inevitable a la que llevaban las autoridades dictatoriales de aquella Europa medieval: la evasión impositiva, penada por la muerte, o la clandestinidad absoluta aceptando la redistribución arbitraria de Hood y sus hombres.

Aquel tributo de Nottingham era injusto por sus tasas y negativo para el comercio

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Nuestro héroe se llamaba originalmente diferente. Se trataba de Robin de Locksley, veterano de las Cruzadas, que al regreso de aquella campaña bélica por Jerusalem, y a causa de las arbitrariedades impositivas del sheriff local, decide iniciar su carrera de robos y volcarse a la lucha clandestina. La historia continúa con algunos romances, idas y vueltas de sus compañeros hasta llegar a un final feliz con la participación justiciera de la corona; basado en la eliminación de aquellos impuestos que cobraba el sheriff y la intervención tributaria de la Corona que aplicaría hacia delante sólo las tasas del reino.

Un aspecto interesante de la historia, es el análisis que se hace sobre la verdadera naturaleza de los tributos, uno de los temas centrales de la historia de Robin Hood. Aquel tributo del sheriff de Nottingham era descripto en el mismo texto como injusto por su tasas excesivas, pero además como negativo para el desarrollo económico y comercial de la ciudad por ser del tipo  “cascada”. Y desde aquellos tiempos medievales, la Inglaterra del futuro, ya no tomaría ese tributo como parte de su sistema. leyenda o no, en la Gran Bretaña posterior a la Revolución Industrial iniciada a fines del siglo XIX, se consideraba al ejemplo de los ladrones justicieros de Sherwood como  los iniciadores del fin de la aplicación de tributos como los que llevaron a la revuelta del héroe del bosque.

A siglos de aquellas historias medievales, la relación más directa con aquel impuesto confiscatorio y negativo para la actividad económica, es aquel que grava directamente a la compra de bienes o contratación de servicios, sin tener en cuenta la cadena de productividad, transporte y costos que llevó a un precio a tener un valor final. Se trataría de un tributo que afecte los valores finales sin discriminación. En el mundo, sólo dos estados los mantienen activos. Uno es Turquía, cuya aplicación es uno de los motivos que aleja a este país de la posibilidad de sumarse a la Unión Europea, región económica donde impuestos de este tipo están prohibidos. El otro es Argentina.

Su nombre en el sistema tributario local es Ingresos Brutos. Se aplica en las provincias y prácticamente representa (luego de la coparticipación y las regalías en los territorios donde las hay) la única fuente de ingresos genuinos de los gobernadores, sobre la que no deben dar cuenta al gobierno nacional. Se podría concluir entonces que el principal impuesto que cobran las provincias y que garantiza su sustentabilidad, es rechazado por medieval en la mayoría de los sistemas tributarios del mundo; y considerado un enemigo del desarrollo y el crecimiento del comercio por su característica de “cascada”.

El paquete fiscal no destina una mención al peor impuesto del sistema tributario argentino

Javier Milei lanzó en estas tres semanas de gobierno, una cruzada furiosa por cambiar la Argentina, traducida en el reclamo de cambio de unas 1.298 leyes, normas, resoluciones y modificaciones varias; divididas en un plan de ajuste presentado en sociedad por Luis “Toto” Caputo, el famosísimo y polémico DNU, las catorce leyes enviadas al Congreso en el llamado a apertura de Extraordinarias y la revolucionaria Ley Ómnibus que impactó en la línea de flotación del Poder Legislativo. La justificación de semejante asonada contra la modorra política y económica del país, incluye cambios radicalizados en temas que van desde la manera de elegir autoridades, cambios en leyes laborales, privatizaciones, desregulaciones administrativas y hasta el uso de la toga para jueces.

Obviamente hay un severo paquete fiscal que incluye retenciones, Ganancias, Bienes Personales, moratoria y un blanqueo. Pero ni una mención al peor impuesto del sistema tributario argentino. Pase lo que pase con el megapaquete de Milei, Ingresos Brutos seguirá vivo. Y produciendo las peores distorsiones en el comercio y la producción. Evidentemente, con él nadie pudo; y, quizá, ni podrá. Al menos en Argentina. Que no es Nottingham.