Hoy los venezolanos nos encontramos ante el engaño constante de un gobierno que usa la trampa y la falta de ética para sostenerse. Mucho más grave si colocan a su servicio los poderes del Estado. Los últimos días han sido duros, donde prevalecieron sentimientos colectivos de ultraje frente el abuso gubernamental impuesto. El venezolano se debate entre el coraje de cambiar la situación o acatar el silencio impuesto por el miedo, la represión y la manipulación como herramienta de control.
A pesar de su anormal cotidianidad, los venezolanos mantienen el anhelo de una patria mejor, no dejan de luchar y tienen contradicciones producto del lenguaje y una acción política cada vez más autoritaria. La participación y el protagonismo de ayer contrastan con la usurpación y confiscación de la Soberana Convocatoria del Poder Originario para dar paso a un capricho innecesario de una Iniciativa Presidencial Constituyente (IPC) que sólo representa a un gobierno alejado de la realidad popular y que es incapaz de percatarse de las necesidades más urgentes de las grandes mayorías de las familias trabajadoras del país. Hasta el punto que la pérdida de credibilidad del presidente Maduro se constata en la penuria que genera una acción de gobierno separada y ausente de los problemas reales de la gente y que se ha traducido en una huida del país de una cantidad significativa de venezolanos en los últimos años sin opciones de una vida digna. Cuántos no han pasado por ese trauma de acompañar a familiares con enfermedades crónicas, sin las medicinas necesarias y sin el derecho siquiera a morir dignamente.
Esta sociedad, en su mayoría humilde, se encuentra hoy dividida y confrontada por la incapacidad y los intereses ajenos al pueblo que representan dos cúpulas que han polarizado a dos franjas minoritarias de la población del país, pero hay una tercera e inmensa franja encerrada en sus comunidades, asediada por el caos que ha generado el propio gobierno, que se expresa en lucha de calle y control territorial, que sobrepasa los límites de la protesta justificada y de la represión del Estado y ha llegado a exageraciones de barbarie con corresponsables que sobrepasan e irrespetan los derechos mínimos a la dignidad humana. Lo que vemos hoy en Venezuela nada tiene que ver con nuestra histórica tradición de lucha de calle y la gran responsabilidad la tiene el gobierno, que ha arrastrado al país y a su población a una crisis jamás vista y de gran impacto social.
A pesar de la fragmentación de la sociedad, las bases de la movilidad popular de las tres anteriores franjas de la población, más allá de la IPC que es el comodín de la pelea de cúpulas, son coincidentes en ubicar el mayor problema en la incapacidad del gobierno para resolver la crisis. No los mueve grupo político alguno, en el fondo los mueve la necesidad de salir del caos generado por el presidente Nicolás Maduro y sus colaboradores. No existe en ellos disputa por cargos políticos, sólo quieren una patria mejor, con una administración de justicia y de los bienes de la república que se maneje con honestidad y pulcritud absoluta. Por eso y más, la confrontación no se detendrá con el retiro de esa Iniciativa Presidencial Constituyente. El mar de fondo, y que puede generalizar un estallido social más que justificado, tiene su raíz en los graves problemas del venezolano, debido al nivel de incoherencia y deslegitimación del gobierno que no permite una salida con medidas económicas de emergencia contra la crisis generalizada que impliquen el retorno mínimo a condiciones de vida digna. Por supuesto, si no hay un cambio en la política que vaya a la raíz de los problemas centrales de la gente, que les normalicen la vida a todos, las soluciones se alejan de los dos sectores polarizados en la actual e irracional pugna.
La recuperación y el respeto de nuestra Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) indudablemente entra en la misma tarea. Es menester de todos recuperar esa herramienta nacional de defensa, es tiempo de iluminar el entendimiento nacional que ayude a humanizar la nación, es tiempo de estimular una interacción social más digna estimulando la lucha bajo una direccionalidad de hierro contra la impunidad y la corrupción con hombres y mujeres dignos para enrumbar a Venezuela hacia el bien común, la justicia social, la seguridad jurídica y a la paz. “El respeto a nuestra Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV) se hace ejerciéndola”.
* General retirado. Integra la Plataforma en Defensa de la CRBV. Participó de la sublevación militar liderada por Chávez el 4 de febrero de 1992 .